¿Otras elecciones sin unidad comunista?
.
Al pueblo, y a la clase obrera en particular, nos espera un año de campañas políticas para las elecciones municipales, autonómicas y generales. Pasados diez años de la movilización de masas contra los recortes sociales que consiguió cerrar el paso a la derecha explícita y a la ultraderecha, nos toca ahora valorar hasta qué punto los partidos parlamentarios que se dicen de izquierdas han practicado una política progresista. Los que formaron gobierno han ido subordinando sus promesas a las exigencias económicas y políticas de los grandes capitalistas y sus instituciones derechistas, aumentando las desigualdades, fomentando la sumisión de los trabajadores mientras los reaccionarios se fortalecían en las calles y en la opinión pública y, para remate, sometiéndonos al belicismo imperialista de la OTAN. Los hechos han vuelto a demostrar que la clase obrera no puede satisfacer sus necesidades por medio de partidos burgueses, ni tampoco de partidos pequeñoburgueses, por muy “de izquierdas” que se presenten: le hace falta su propio partido político independiente, un verdadero Partido Comunista.
.
Pero, ¿qué importancia tienen las elecciones?
Los comunistas y demás revolucionarios solemos caracterizar las elecciones burguesas como un “circo”, que se puede describir resumidamente con estas tres citas de Lenin:
Decidir una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el parlamento: ésta es la verdadera esencia del parlamentarismo burgués, tanto en las monarquías constitucionales parlamentarias como en las repúblicas más democráticas.[1]
Mil obstáculos impiden a las masas trabajadoras llegar al parlamento burgués (que nunca resuelve las cuestiones más importantes dentro de la democracia burguesa: las resuelven la Bolsa y los bancos), y los obreros saben y sienten, ven y perciben perfectamente que el parlamento burgués es una institución ajena, un instrumento de opresión de los proletarios por la burguesía, la institución de una clase hostil, de la minoría de los explotadores.[2]
… todo el proletariado con conciencia de clase estará con nosotros en la lucha, no para «cambiar el equilibrio de fuerzas», sino para derrocar a la burguesía, para destruir el parlamentarismo burgués, por una república democrática similar a la de la Comuna, o una República de los Soviets de diputados obreros y soldados, por la dictadura revolucionaria del proletariado.[3]
Algunos comunistas creen equivocadamente que basta con esta parte de la verdad y que, por consiguiente, nuestra actitud ante las elecciones debe ser solamente negativa. Olvidan las otras verdades y actitudes que también forman parte de la teoría científica del marxismo-leninismo:
El medio más seguro de desacreditar una nueva idea política (y no solamente política) y perjudicarla, consiste en llevarla hasta el absurdo, so pretexto de defenderla. Pues toda verdad, si se la obliga a «sobrepasar los límites» (como decía Dietzgen padre), si se exagera, si se extiende más allá de los limites dentro de los cuales es realmente aplicable, puede ser llevada al absurdo, y, en las condiciones señaladas, se convierte infaliblemente en absurdo. (…) ¿Queréis crear una sociedad nueva? ¡Y teméis la dificultad de crear una buena fracción parlamentaria de comunistas convencidos, abnegados, heroicos, en un parlamento reaccionario! ¿Acaso no es esto infantilismo? (…) La crítica -la más violenta, más implacable, más intransigente- debe dirigirse no contra el parlamentarismo o la acción parlamentaria, sino contra los jefes que no saben -y aún más contra los que no quieren– utilizar las elecciones parlamentarias y la tribuna parlamentaria a la manera revolucionaria, a la manera comunista. (…) Mientras no tengáis fuerza para disolver el parlamento burgués y cualquiera otra institución reaccionaria, estáis obligados a trabajar en el interior de dichas instituciones, precisamente porque hay todavía en ellas obreros idiotizados por el clero y por la vida en los rincones más perdidos del campo. De lo contrario, corréis el riesgo de convertiros en simples charlatanes.[4]
El partido del proletariado revolucionario debe participar en los parlamentos burgueses a fin de esclarecer a las masas; esto se logra durante las elecciones y con la lucha entre partidos en el parlamento.[5]
A los comunistas que olvidan esta otra parte de la verdad, ya entonces Lenin les pedía: “¡alabadnos menos, pero compenetraos más con nuestra táctica, familiarizaos más con ella!”[6]
En aquellos tiempos, la revolución había triunfado en Rusia y crecía en otros países europeos. Lo primero que debían hacer los comunistas era romper con los dirigentes de las organizaciones obreras que colaboraban con la burguesía en su represión del movimiento revolucionario. Pero eso no era suficiente: lo segundo que debían hacer los comunistas era ganarse a las amplias masas todavía no revolucionarias. Pero algunos de ellos no comprendían la importancia de esta tarea.
“Se negaban a ver la diferencia entre los jefes oportunistas, contra los cuales sostenían una lucha encarnizada, y los miembros de filas de los partidos socialistas y los sindicatos reformistas que seguían a esos jefes. Cifrando esperanzas en el ímpetu revolucionario espontáneo de las masas, algunos comunistas veían una manifestación del oportunismo odioso en la propia recomendación de realizar un trabajo sistemático en las masas. Tales ánimos se habían exteriorizado anteriormente, pero pasaron a ser un obstáculo serio precisamente cuando el movimiento comunista llegó de lleno al más variado trabajo de ganarse a las masas”.[7]
Estos comunistas que se hacían llamar “de izquierda” sólo veían la herrumbre oportunista que había acumulado el movimiento obrero anterior. Habían olvidado que los progresos de éste -incluida la formación del partido bolchevique y el triunfo de Octubre- habían exigido una lucha prolongada contra el “radicalismo rectilíneo” (como lo calificaba Rosa Luxemburgo) del anarquismo antipolítico y del conspirativismo blanquista. Lenin analizó los errores de estos camaradas en su obra La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo: la negación del partido, de su disciplina, de la labor en los sindicatos reformistas, de cualquier tipo de compromisos y de la participación en las elecciones y parlamentos burgueses.
La mayoría de las actuales organizaciones comunistas de España reconocen la necesidad general de participar en la lucha electoral y parlamentaria, pero algunas niegan la conveniencia particular de hacerlo cuando la organización comunista todavía es demasiado débil, cuando todavía está trabajando por reconstituir un auténtico Partido Comunista. Pero, ¿qué significa reconstituir el Partido Comunista, sino fusionar el socialismo científico con el movimiento obrero? Precisamente esta compleja labor se ve favorecida por los momentos de campaña electoral en que los obreros -todavía dominados por la ideología burguesa- están más dispuestos a interesarse por la lucha política más allá de la hipocresía de los políticos más conocidos. Por supuesto que nuestra actividad electoral sólo puede ser una parte menor de nuestra labor de propaganda socialista y de organización de las masas combativas, pero carece de toda lógica esperar a que éstas alcancen una expresión política independiente por sí solas, sin el trabajo de vanguardia de los comunistas en todos los terrenos de lucha, también allí donde los obreros deciden elegir a quienes mejor los puedan representar en las instituciones públicas existentes.
Los comunistas procuramos participar en todas las luchas de las masas obreras por sus necesidades, empezando por las más urgentes. Nos juntamos a menudo en la lucha sindical, por los servicios públicos, contra la OTAN, etc. Pero no así cuando se trata de llevar las necesidades de los proletarios a las instituciones políticas electivas donde todavía la mayoría de los obreros creen que se toman las decisiones que les afectan. ¿Podemos representarlos realmente y acercarlos a nuestras posiciones si no participamos en una lucha que ellos creen necesaria? Y es efectivamente necesaria, porque no pueden desengañarse de la apariencia de un camino de progreso menos doloroso que la revolución si los comunistas no los ayudamos a experimentar por sí mismos la razón que nos asiste; si, en su lugar, los abandonamos a esa impotencia política que supone depositar sus esperanzas en los políticos burgueses y pequeñoburgueses; si no llevamos los antagonismos de clase a las batallas electorales y parlamentarias; si no demostramos en ellas que la actual democracia está circunscrita a los intereses de la burguesía; etc. Partiendo del hecho de que vivimos en un régimen parlamentario de sufragio universal, sólo si actuamos en el mismo como revolucionarios podremos ayudar a las más amplias masas del proletariado a desplegar una verdadera lucha de clases (fijémonos en cómo esta lucha se ha desencadenado en el Perú, ahora, alrededor de un conflicto institucional burgués entre el presidente de la república y el parlamento).
La urgencia de librar esta batalla electoral y parlamentaria desde la independencia de clase se ha vuelto aun mayor por el agotamiento de la capacidad reformista de la democracia pequeñoburguesa (Unidas Podemos y otros). Poco a poco y sobre todo desde la respuesta militar de Rusia a la creciente provocación de la OTAN, los reformistas han pasado de oponerse parcialmente al imperialismo a apoyarlo a cambio de palabrería y migajas con las que adormecer y corromper al pueblo. La clase obrera se está quedando reservas electorales en que apoyarse mientras construye su propia alternativa política. También apremia el ritmo de los acontecimientos que nos puede conducir a una nueva guerra mundial.
Entendemos que presentarse a las elecciones entraña un gasto de nuestras escasas fuerzas que aconseja a las organizaciones comunistas afrontarlo de manera conjunta, entre todas o con la participación de un número suficiente de ellas. Para ello, es preciso que haya un acuerdo político también suficiente entre ellas, tanto para la actividad electoral como para presentar un frente proletario común en las luchas por demandas parciales. A pesar de lo precaria que sería esta plataforma electoral obrera y de lo mucho que falta para la unidad comunista y la reconstitución partidaria, sería suficiente para que el proletariado más consciente presentara batalla contra el imperialismo y todos los que concilian con él.
Es lo que está intentando Unión Proletaria con su propuesta de Plataforma para la Unidad Obrera[8] pero, por ahora, son muy escasos el interés o la comprensión mostrado por las decenas de organizaciones a las que la hemos enviado hace ya más de dos meses. Ciertamente, somos un pequeño destacamento proletario, pero esto no es justificación, puesto que bien podría retomar nuestra iniciativa un grupo mayor para lanzarla como propia. Nosotros no tendríamos ningún inconveniente en sumarnos a ella (por nuestra parte, no hay ningún afán pequeñoburgués de notoriedad).
.
¿Cuál es el obstáculo que impide la unidad de acción de los comunistas?
La falta de interés por nuestra propuesta y la falta de iniciativa unitaria por parte de las demás organizaciones comunistas denotan que nuestras divergencias son tan importantes que impiden incluso un acuerdo de reivindicaciones elementales urgentes. No se comprende (o se teme) la posibilidad de que presentemos conjuntamente dichas demandas, a la vez que discrepamos en su objetivo, su defensa en relación con las clases no proletarias, el modo de defenderlas ante las masas de nuestra clase social, etc. Parece, pues, que se excluye la unidad de acción mientras no exista unidad ideológica y política plena. Si ésta es la causa del desinterés por nuestra propuesta, es claro que no bastarán los deseos de unidad, sino que será la lucha camaraderil pero abierta entre las diferentes líneas políticas lo único que permitirá acabar con esta parálisis, además de resolver las divergencias, depurar al movimiento comunista de adherencias extrañas, sintetizar lo válido y fusionar el socialismo científico con el movimiento obrero en un único Partido Comunista. De alguna manera, tendríamos que empezar la casa por el tejado, al menos en relación con el plano de la casa, antes de poder poner los cimientos conjuntamente, aunque discrepemos de la edificación que se debe levantar sobre los mismos. Esto sería un serio obstáculo para avanzar hacia una acción de clase.
En cualquier caso, con nuestra Plataforma insistimos en convocar a las masas comunistas y obreras, para que asuman la necesidad de luchar por el deslinde de las posiciones de clase incluso en la cuestión de la simple unidad de acción, y para que participen en esta lucha pensando con su propia cabeza. En definitiva, se trata de poner al proletariado frente a sus necesidades objetivas como clase, porque se demuestra que el simple curso espontáneo de los acontecimientos no es suficiente.
Hará pronto 20 años que Unión Proletaria promueve la reconstitución del Partido Comunista a través de la unidad de los comunistas. Después de sucesivas tentativas frustradas y de un ciclo de combatividad social, tuvimos que consignar nuestra orientación electoral[9]: ante la falta de avances en la construcción de su propia fuerza política, la mejor opción para las masas obreras era votar por las candidaturas comunistas y democráticas pequeñoburguesas. Como ya adelantábamos, las primeras no obtuvieron representación parlamentaria y las segundas alcanzaron un acuerdo de gobierno con el partido socialimperialista (en el sentido de que sostiene el régimen imperialista con mayores concesiones que la derecha a la población trabajadora del propio país).
Al igual que las demás organizaciones comunistas, Unión Proletaria había alertado con antelación al electorado obrero de que no se fiara de las apariencias y de las promesas; que sus intereses fundamentales no estaban representados por el PSOE, Unidas Podemos y demás partidos similares. Sobre esta base común y ante la irrupción del fascismo en las instituciones parlamentarias, conseguimos celebrar algunas reuniones con otras cuatro organizaciones, hasta que se trató la cuestión práctica de cómo elevar a posiciones revolucionarias a las masas obreras y populares que habían sostenido a las fuerzas reformistas. Nuestro criterio no recibió más respuesta que el silencio: ya no hubo más encuentros de estas organizaciones, al menos con la nuestra.
A diferencia de ellas, nosotros no nos limitábamos a advertir del engaño y la estafa; ni explicábamos estos desagradables fenómenos únicamente como acciones conspirativas del enemigo; ni augurábamos un pronto derrumbe del capitalismo y un estallido revolucionario de masas. Unión Proletaria destacaba el carácter de clase de las fuerzas políticas elegidas por los trabajadores para gobernar: el carácter burgués del PSOE y el carácter no enteramente burgués pero sí pequeñoburgués de Unidas Podemos y de otros socios[10]. Es una diferencia muy importante porque estos últimos partidos emanan de la pequeña burguesía y de las capas sociales intermedias que, por una parte, están oprimidas por la burguesía monopolista y que se oponen a ella, por lo que son aliadas objetivas en la lucha por el derrocamiento del capitalismo, pero, por otra parte, rechazan los fines últimos y los métodos revolucionarios del proletariado, por lo que es indispensable criticarlas para independizar políticamente de ellas a nuestra clase y así dirigir con firmeza la lucha conjunta contra el enemigo común.
Aplicamos pues el criterio materialista dialéctico que no debería faltar en cualquier supuesto marxista, pero que evita todo aquél crítico que teme dejar en evidencia su propia posición no enteramente proletaria. Es lo que ocurre con aquellos comunistas que se niegan a hacer todo lo necesario para ir reuniendo a la mayoría de los obreros alrededor del programa de la revolución socialista.
Para este reto estratégico, Unión Proletaria propuso a las demás organizaciones comunistas una táctica común dirigida simultáneamente a apoyar la opción electoral reformista las masas obreras en todos los casos particulares en que entrara en confrontación con la reacción y a criticarla cuando conciliara con ella, para ayudar a aquellas masas a pasar de las posiciones reformistas a las posiciones revolucionarias[11]. Aunque sin respondernos directamente, se limitaron a la crítica negativa al gobierno. Una victoria pírrica para ellas, 1º) porque cualquier marxista daba por descontada la naturaleza voluble y claudicante de la democracia pequeñoburguesa, y 2º) porque las masas obreras y populares que la apoyaron se ven ahora defraudadas por ella, bombardeadas por la alternativa demagógica de la reacción y resentidas con la actitud sectaria de muchos comunistas.
.
La práctica y la autocrítica de Unión Proletaria
¿Cómo hemos intentado resolver este problema que obstruye el desarrollo del movimiento obrero? Antes de nuestro surgimiento como Unión Proletaria, habíamos tenido que enfrentar desviaciones ultraizquierdistas, sectarias, dogmáticas, etc., pero más en intelectuales y estudiantes que en militantes procedentes del movimiento obrero. Desde que nos hemos topado aquí también con estas tendencias, las hemos atacado desde diferentes ángulos.
En primer lugar, puesto que estos errores suponen una ignorancia o un cuestionamiento del marxismo-leninismo en su integridad, exploramos la posibilidad de que esto se debiera a una mala comprensión de las causas de la derrota del socialismo en la URSS y en otros países. En efecto, la derrota del socialismo soviético puede haber sido interpretada como consecuencia de defectos estructurales en su base teórica, en el marxismo-leninismo; y, más aún si la manera en que éste se entiende no permite explicar las causas de aquella derrota. Es lo que ocurre con quienes no reconocen el cambio político cualitativo que experimentó la Unión Soviética tras la muerte de Stalin y también con quienes no reconocen los defectos políticos previos que lo propiciaron. Por esta razón, desde 2017, hemos dedicado grandes esfuerzos a probar que el marxismo-leninismo ha sido la guía teórica que permitió los mayores avances en la emancipación social, al tiempo que explica con exactitud el retroceso posterior[12]. Por tanto, no se justifica la amputación de ninguna parte de esta teoría para enmendar el pasado. Claro que esto deja en pie el hecho cierto de que la realidad social ha cambiado mucho desde entonces y quizás ciertas conclusiones del marxismo-leninismo ya no se corresponden con ella. Pero, ¿cuáles? En privado, algunos dirigentes comunistas opinan, por ejemplo, que es mejor dejar en un cajón el libro de Lenin La enfermedad infantil…, porque su método materialista dialéctico confunde y ya no sirve a la clase obrera.
Por esto, en segundo lugar, hemos profundizado en el estudio del materialismo dialéctico[13] precisamente para refutar el modo de pensar subjetivista, unilateral y basado en rígidas contraposiciones que preside la tendencia “izquierdista” a prescindir de una parte del marxismo-leninismo, particularmente de la táctica necesaria para alcanzar el objetivo estratégico.
Finalmente, siendo conscientes de que no es posible resolver este problema práctico solamente desde la abstracción filosófica, hemos examinado –en comparación con nuestra realidad- cómo Marx y Engels aplicaron el materialismo dialéctico en las revoluciones de 1848 y de 1871 en Francia[14] y cómo Lenin construyó la fuerza política proletaria independiente sobre toda esta base[15]. Gracias a esta labor, pusimos en evidencia que la mayoría del movimiento comunista, al menos en España, no solamente practica una táctica sectaria, sino que carece de un plan sistemático para educar a los obreros en el socialismo (algo siempre necesario, y no digamos después de más de medio siglo de abandono). Y esto, porque marcha a la zaga de los acontecimientos políticos y de la respuesta espontánea de las masas. En el presente año, vamos a completar aquel recorrido histórico con la experiencia de la Internacional Comunista y del Partido Comunista de España, y nos adentraremos en el análisis de clase de nuestra realidad social.
Esta labor de estudio y de propaganda es imprescindible para que el movimiento comunista corrija los defectos que hoy lo agarrotan. Pero Unión Proletaria reconoce autocríticamente que tal labor no es suficiente. De ahí que, en adelante, sobre esta base filosófica, histórica y propia, ya no nos limitaremos a propugnar la unidad de acción con otras organizaciones comunistas y a criticar sus errores. Vamos a trazar una línea política positiva y completa, un plan para reconstituir el Partido Comunista a partir de la propia actividad de masas de nuestros todavía escasos efectivos. No vamos a renunciar a la unidad con los demás comunistas, pero no podemos seguir esperando a que maduren políticamente para llevar el socialismo a las masas obreras. Sólo la confrontación de líneas entre los comunistas y entre las masas nos transformará a todos lo suficiente para que la unidad llegue a ser posible.
.
———-
[1] El Estado y la revolución, Lenin, tomo 33 de las obras completas, editorial Progreso, pág. 47.
[2] La revolución proletaria y el renegado Kautsky, Lenin, tomo 37, pág. 265.
[3] El Estado y la revolución, págs. 121 y 122.
[4] La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, Lenin, http://www.marx2mao.com/M2M(SP)/Lenin(SP)/LWC20s.html
[5] Las elecciones a la Asamblea Constituyente y la dictadura del proletariado, Lenin, tomo 40, págs. 21 y 22.
[6] La enfermedad infantil…, Lenin.
[7] El movimiento obrero internacional. Historia y teoría, varios autores, tomo 4, editorial Progreso, págs. 385 y 386.
[8] https://www.unionproletaria.com/propuesta-de-plataforma-para-la-unidad-obrera/
[9] https://www.unionproletaria.com/en-estas-elecciones-hacia-la-unidad-obrera-y-popular/, https://www.unionproletaria.com/de-las-derrotas-electorales-a-la-victoria-del-socialismo/, https://www.unionproletaria.com/la-clase-obrera-ante-las-elecciones-generales-del-10-de-noviembre/.
[10] https://www.unionproletaria.com/el-fenomeno-podemos-y-su-esencia-post/.
[11] https://www.unionproletaria.com/que-actitud-debemos-tomar-hacia-el-gobierno-del-psoe-con-unidas-podemos/, https://www.unionproletaria.com/los-comunistas-a-un-ano-de-gobierno-de-coalicion/.
[12] https://www.unionproletaria.com/150-anos-despues-de-la-comuna-de-paris-que-nos-ensena-la-historia-del-movimiento-obrero-y-comunista/ y, más en detalle, aahs-100revolucion.com/
[13] https://www.unionproletaria.com/el-materialismo-dialectico-una-asignatura-pendiente-para-el-comunismo-en-espana/.
[14] https://www.unionproletaria.com/retos-de-los-comunistas-para-2022-clarificacion-y-unidad-de-accion/.
[15] https://www.unionproletaria.com/los-inicios-del-partido-obrero-en-rusia-y-nuestras-tareas/, https://www.unionproletaria.com/el-espontaneismo-principal-obstaculo-para-la-liberacion-de-la-clase-obrera/, https://www.unionproletaria.com/construir-el-partido-proletario-unificado-de-la-teoria-a-la-practica/.