Unión Proletaria
Domingo 3 de noviembre de 2019
¿Qué nos jugamos?
Los partidos al servicio de los grandes capitalistas, desde el PSOE hasta la extrema derecha, alarman a la opinión pública con que peligra la estabilidad y la unidad de España. Pero, ¿quién realmente desestabiliza y rompe la unidad de España?
Hace diez años, la economía capitalista tuvo una grave crisis que dejó sin empleo y arruinados a millones de trabajadores y pequeños empresarios. Los gobiernos del PSOE y del PP aprobaron entonces recortes en salarios, en pensiones, en gasto social, en derechos laborales, educativos y sanitarios y en libertades de manifestación y expresión, con el pretexto de sacarnos de la crisis (reformas laborales, ley mordaza, etc.). En definitiva, empobrecieron y reprimieron a la mayoría, para salvar las riquezas de los banqueros y grandes empresarios.
Cuando la economía volvió a crecer, se habló de derogar esas medidas de emergencia que tanto daño hacen, pero las fundamentales siguen en vigor, amenazantes ante la próxima crisis que se nos anuncia. ¿Quién entonces desestabiliza y rompe España, sino los capitalistas y los políticos a su servicio?
A través de la TV, la radio, la prensa, la internet monopolizados por ellos, nos ofrecen chivos expiatorios a los que culpar de sus propios desmanes: los inmigrantes, las feministas, las personas LGTBi, los independentistas, los huelguistas, los «radicales anti-sistema», etc., para que la ira del pueblo no se dirija contra ellos y su sistema anti-popular.
Más palos que zanahorias
Quien rompió la concordia con Cataluña fue la burguesía imperialista española al recortar la autonomía deseada por los catalanes. Y ha continuado impidiendo a la mayoría parlamentaria de Cataluña preguntar al pueblo si prefería una monarquía española o una república catalana. Acostumbrada desde 1936 afrontar sus dificultades a la manera fascista, ha desatado una campaña de intoxicación chovinista y una represión que han tenido su punto culminante en la condena a 100 años de cárcel impuesta por el Tribunal Supremo a los responsables de esta consulta. La masiva indignación del pueblo catalán por esta sentencia ha sido denigrada por el imperialismo español y sus medios de comunicación, que se presentan frente a aquél como «patriotas».
¿Es así, a palo limpio, como quieren a España y la van a estabilizar y a unir? España sólo puede ser un país fuerte y respetado si su pueblo está unido libremente y no a la fuerza. Sólo el reconocimiento del derecho de las nacionalidades de España a su autodeterminación permitirá su libre unión y su prosperidad.
¿Qué clase de patriotas son los que promueven la confrontación entre los pueblos de su propio país, mientras someten la soberanía de éste a las potencias extranjeras que dominan la OTAN y la Unión Europea? Son los mismos que se llamaban «nacionales», a pesar de que se vendieron a los nazis alemanes y a los fascistas italianos para ganar la guerra civil desatada por ellos, y que después volvieron a venderse a los yanquis para salvar su régimen.
Para que, en las próximas elecciones, el pueblo elija a sus verdugos y no a sus liberadores, PP, Ciudadanos y Vox lo amenazan con el peor españolismo, el más retrógrado, excluyente y liberticida. Cuentan con la complicidad del PSOE que sólo ofrece como compensación algunas baratijas y promesas: mínimas subidas de salarios y pensiones, o la exhumación de Franco del Valle de los Caídos, mientras siguen abandonados en las cunetas los restos mortales de cientos de miles de verdaderos patriotas.
Tienen poderosos medios para presentarnos las cosas al revés de lo que son. Pero las cosas son como son y la verdad siempre se abre camino.
Al César, lo que es del César
El PSOE había prometido un gobierno de izquierdas, pero ha preferido convocar nuevas elecciones antes que pactar un gobierno con Unidas Podemos. Hay quien dice que esta coalición no es de izquierdas por querer pactar con el PSOE. Pero Pedro Sánchez y los suyos han probado al electorado que no es así al rechazar un pacto que «les quitaría el sueño»: no podemos saber aún si Unidas Podemos será tan sumisa como anticipan algunos o como lo fue el PCE de la Transición, y sí parece que su participación en el gobierno no conviene a la ínfima minoría de capitalistas que sigue enriqueciéndose mientras hace pagar la crisis a la mayoría trabajadora. Como esto ha quedado meridianamente claro, han catapultado la candidatura de Errejón para debilitar a la formación encabezada por Iglesias, captando el voto de los electores de izquierdas que no han comprendido la causa del actual bloqueo político.
Ciertamente, Unidas Podemos no tiene una política capaz de resolver los males del capitalismo porque la suya sólo va dirigida a paliarlos. Por eso, no es una fuerza política de la clase obrera, pero tampoco lo es de la gran burguesía. Es algo intermedio, propio de la pequeña burguesía democrática. Eso no es mucho, pero es algo. Por supuesto que no debemos conformarnos con paliativos. Por supuesto que hace falta ir más lejos, a la raíz de los problemas. Desgraciadamente, no existe ahora mismo una opción política que lo haga con fuerza suficiente para llegar al Parlamento a defenderla ni para organizar, unir y dirigir el movimiento obrero y popular, por tanto, para impulsar una revolución.
Mientras tanto
¿Qué nos conviene hacer, entretanto, a quienes pertenecemos a la clase obrera y a otras capas populares? De momento, siendo conscientes de que no es una organización transformadora y que puede llegar a componendas con los capitalistas, votar a Unidas Podemos o a fuerzas similares en su programa y capacidad de llegar al parlamento, para alejar lo peor: una amplia mayoría de votos a favor de los partidos de los grandes capitalistas, disfrazados de «patriotas» para estrujarnos al máximo, reprimir nuestra protesta y enviarnos a las guerras de rapiña que necesiten «en nombre de la (su) paz».
Con esto, aplazamos los problemas, pero vuelven porque no los hemos atajado. ¿Cómo atajarlos? ¿Por qué no podemos hacerlo desde ahora? Porque la actual lucha de masas es demasiado débil y porque existen pequeños partidos que sí quieren desarrollarla, pero que no pueden. Algunos de ellos se presentan a las elecciones, cada uno por su cuenta y sin el apoyo de los demás. Aunque siempre es positivo apoyar a las candidaturas comunistas, esos pequeños partidos no tenemos respaldo popular porque todavía seguimos desunidos y tampoco sabemos liberar la conciencia popular de la ideología burguesa dominante.
Al verle las orejas al lobo del fascismo, las pequeñas organizaciones obreras y comunistas hemos empezado a dar pequeños pasos hacia la unidad. Acelerando la marcha por este camino, poniéndonos manos a la obra a resolver nuestras diferencias y deficiencias, el voto popular a Unidas Podemos y similares sí servirá para ganar tiempo y para resistir, mientras ponemos en pie el gran Partido Comunista que el proletariado y el pueblo necesitan para liberarse de la esclavitud capitalista. Esta es la verdadera necesidad urgente del proletariado para tener una política independiente de la burguesía y de la pequeña burguesía. En ese proceso nuestra clase volverá a tomar el pulso a la historia.
¡Viva la lucha de la clase obrera! ¡Viva la conciencia revolucionaria de la clase obrera!
¡Por la República democrática y el socialismo!