El espontaneísmo, principal obstáculo para la liberación de la clase obrera

Gavroche

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Como venimos comprobando desde hace décadas, cuando un determinado aspecto de la vida de los trabajadores se vuelve insoportable, éstos rompen con el individualismo burgués que los mantiene atomizados y se unen para luchar. Pero, no lo hacen todos juntos, ni al mismo tiempo, ni para poner fin a la causa común de todos sus males: la explotación capitalista. De este modo, la burguesía puede concentrar sus fuerzas en el frente abierto para descomponer y derrotar cada movimiento parcial, desmoralizando a sus protagonistas. La clase obrera sólo puede afirmarse como tal y vencer a la clase opresora si sus miembros se van organizando bajo un programa, una estrategia y una táctica comunes. Los más conscientes, que nos llamamos comunistas, deberíamos entenderlo así para empezar inmediatamente a debatir y acordar estos requisitos comunes.

Pero hay recelos frente a este imperativo categórico, porque muchos temen que esta labor de Estado Mayor se eternice en polémicas abstractas, ajenas al movimiento espontáneo de masas y a los retos que nos impone el enemigo. Ocurre, entonces, como con la reciente actividad contra la Cumbre de Madrid de la OTAN: conscientes de nuestra debilidad, ahí sí que los diversos destacamentos comunistas nos juntamos, pero también con organizaciones pequeñoburguesas, para tantear los planteamientos y acciones aceptables para todos. No son las necesidades objetivas abiertamente defendidas las que determinan la unidad posible, sino un agotador e interminable ejercicio de diplomacia, hipocresía y conspiración con resultados escasos y tardíos.

Como comunistas, todos criticamos el mezquino empirismo y pragmatismo de los revisionistas y posmodernos podemitas que esgrimen lo contingente contra lo esencial, la parte contra el todo, los movimientos sociales particulares (sindicalismo, feminismo, ecologismo, etc.) contra la lucha de clase del proletariado, etc. Pero ya es hora de aplicarnos a nosotros también el cuento, para curarnos de ese espontaneísmo que les reprochamos con razón. Tan importante es este mal que la revolución proletaria sólo ha podido alcanzar triunfos, precisamente allí donde fue atajado de raíz. Si hoy los oprimidos le estamos ganando el pulso al imperialismo, es gracias a la intransigente y victoriosa lucha de Lenin y de los marxistas revolucionarios de Rusia contra el espontaneísmo en las filas del movimiento obrero.

Veamos cómo transcurrió esta batalla en la confluencia de los siglos XIX y XX.

En los últimos años del siglo XIX, el capitalismo y el movimiento obrero siguieron desarrollándose en Rusia. La crisis industrial que había estallado entonces en Europa alcanzó al gran país eslavo desde 1900 a 1903, con el cierre de miles de empresas y el despido de decenas de miles de trabajadores. Sin embargo, este hecho no debilitó la lucha proletaria que seguía creciendo, cada vez más política, bajo la dirección de comités socialdemócratas revolucionarios. El movimiento obrero animaba las revueltas campesinas, las protestas de los estudiantes e incluso de sus familias burguesas y terratenientes liberales (de aquí surgiría el partido de la burguesía demócrata-constitucionalista: los kadetes). Pero, a capas liberales de las clases poseedoras les preocupaba sobre todo que la represión contra masas tan amplias potenciara la revolución que se estaba gestando.

El régimen intentaba combinar la represión con el engaño, creando falsas organizaciones obreras dirigidas por policías y curas, pero serían desbordadas por el torrente de masas.

El ascenso del movimiento obrero reclamaba la dirección de un sólido partido marxista. Sin embargo, el proceso de construcción de éste se había interrumpido por el fracaso relativo del Primer Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR). Asustados por la represión, “una parte considerable de los comités locales y de sus militantes no quería levantar la vista de su pequeña labor práctica local, no comprendía el daño que hacía la falta de una unidad orgánica e ideológica del Partido, estaba acostumbrada al fraccionamiento de éste y al caos ideológico dentro de él, y se imaginaba que era posible prescindir de un partido único y centralizado”.[1]

¿Acaso no se parece esta mentalidad a la que impera hoy entre los comunistas?… con el agravante de que cada círculo considera a menudo a los demás como si no fueran comunistas, aunque la experiencia no haya acreditado a los ojos de la clase obrera cuál es la organización que mejor la representa.

Contra este particularismo y localismo -incluido el nacionalismo-, Lenin escribiría poco después: “Los socialdemócratas debemos actuar como una organización de combate única y centralizada; debemos apoyarnos en todo el proletariado, sin diferencias de idioma ni de nacionalidad, cohesionado por la solución conjunta y constante de problemas teóricos y prácticos, tácticos y organizativos…”[2]

Tras la detención de Lenin y varios dirigentes marxistas sólidos y experimentados entre 1895 y 1898, otros que lo eran mucho menos tomaron las riendas de las organizaciones del partido en formación. Éste experimentó una enfermedad de crecimiento: la previa victoria sobre el populismo pequeñoburgués en el movimiento revolucionario y el auge de la lucha obrera habían convertido el marxismo en una moda entre los jóvenes, sobre todo intelectuales, que adolecían de una escasa formación teórica y práctica, adulterada por la literatura del “marxismo legal” y del revisionismo que el socialdemócrata alemán Eduard Bernstein había propagado tras la muerte de Engels.

Fenómenos análogos a éste se han producido posteriormente en Mayo del 68, en la Transición española, en el movimiento de los indignados por la crisis financiera de 2008, etc.

Sobre todo a partir del I Congreso del POSDR, empezaron a proliferar los militantes socialdemócratas que justificaban teóricamente la dispersión ideológica y orgánica del Partido: se les llamó “economistas”.

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La capitulación espontaneísta ante las dificultades.

Estos “economistas” afirmaban que los obreros sólo deben ocuparse de la lucha económica contra los patronos (sindicalismo), dejando la lucha política a cargo de la burguesía liberal, a la que los obreros deben apoyar. Le negaban a la clase obrera su partido político independiente para convertirla en un apéndice político de la burguesía.

Esta posición –que hicieron pública en 1899- era la célula fundamental de la tendencia oportunista a conciliar a los obreros con la burguesía. Su triunfo habría significado la derrota del movimiento revolucionario del proletariado y del marxismo.

En agosto de 1899, Lenin convocó, en su lugar de deportación, una conferencia constituida por 17 militantes socialdemócratas rusos que emitieron una protesta[3] contra las ideas de los “economistas”.

A comienzos de 1900, los revolucionarios deportados concluyeron sus condenas y pudieron volver a contactar con el movimiento obrero. Se encontraron que el partido estaba ideológica y prácticamente disperso en multitud de pequeños círculos, sin enlace entre ellos. Dominaban los métodos primitivos y el espíritu de círculo.

Enfrentándose a esta situación, Lenin les recordaba los resultados que se habían obtenido unos pocos años antes, al fundir el movimiento obrero con la teoría del socialismo científico: “La lucha de clase de los obreros se transformó, por esa fusión, en la lucha consciente del proletariado por su liberación de la explotación que le imponen las clases poseedoras, y se elevó hacia una forma superior del movimiento obrero socialista: el partido obrero socialdemócrata independiente”.[4]

Algunos pretendían remediar los defectos imperantes de una manera meramente formal, es decir, convocando el Congreso del Partido. Lenin se oponía a esta pretensión: “Antes de unificarse y para unificarse -decía- es necesario empezar por deslindar los campos de un modo resuelto y definido. De otro modo, nuestra unificación no sería más que una ficción que encubriría la dispersión existente e impediría acabar con ella de manera radical”.[5]

Para esto, previamente había que desplegar una amplia campaña en contra del “economismo” y en pro de las ideas de la socialdemocracia revolucionaria, dando a las organizaciones locales la posibilidad real de elegir con plena conciencia entre estas dos corrientes.

Lenin elaboró un plan a través de la organización de un periódico que unificara al partido. En aquellas condiciones, era la única manera de “desarrollar de un modo sistemático una propaganda y agitación fieles a los principios y extensivas a todos los aspectos de la vida social”.[6]

En nuestras condiciones, no es, al menos todavía, una necesidad que haya madurado. Le falta al movimiento comunista de nuestro país: 1º) una exposición sistemática de la línea política como la que había hecho Lenin en sus obras ¿Quiénes son los “amigos del pueblo” y cómo luchan contra los socialdemócratas y Tareas de los socialdemócratas rusos; 2º) un plan de construcción del partido que sea reconocido por una pluralidad de organizaciones, como había conseguido Lenin al recabar el apoyo de varias organizaciones en el camino entre su lugar de deportación y su segundo encuentro con el prestigioso grupo exiliado “Emancipación del Trabajo”; 3º) unos resultados incipientes que lo invistan de una autoridad política suficiente, como la que había proporcionado la experiencia previa de la Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera de Petersburgo.

En el plan de Lenin, a partir de la red de agentes y corresponsales del periódico que representarían a las organizaciones locales- dedicados enteramente a esta actividad-, se alcanzaría la unificación orgánica de éstas, formando un partido.

Debido a la persecución policiaca, dicho periódico tuvo que editarse en el extranjero e introducirse clandestinamente en Rusia (a veces, se reproducía allí en imprentas clandestinas). Como hemos dicho, Vladímir Ilich marchó a ponerse de acuerdo para este fin con el grupo “Emancipación del Trabajo” y, a su regreso, se reunió con las principales organizaciones para vincularlas a la tarea. Incluso se procuraba el apoyo material y literario de los “marxistas legales”. Se empezó con más de 20 grupos de apoyo.[7]

El 11 de diciembre de 1900, apareció el primer número de Iskra (La Chispa), con el lema de cabecera: “De la chispa nacerá la llama”.

A lo largo de tres años (51 números con una tirada de 6 a 8 mil), Iskra fue desplegando esta labor y definiendo la estructura y composición del Partido: un círculo reducido de dirigentes revolucionarios profesionales y una extensa red de organizaciones periféricas rodeadas de miles de trabajadores. La dialéctica de esta unión del movimiento obrero y el socialismo, de “todas las fuerzas del proletariado que está despertando y todas las fuerzas revolucionarias rusas”, consiste en que la amplitud de masas del movimiento social será tanto mayor cuanto más exigente teórica y prácticamente sea la organización de revolucionarios que lo dirija.

La socialdemocracia —escribía Lenin en Iskra– es la unión del movimiento obrero con el socialismo. Su tarea no es servir pasivamente al movimiento obrero en cada una de sus fases, sino representar los intereses de todo el movimiento en su conjunto, señalar a este movimiento su objetivo final, sus tareas políticas, y salvaguardar su independencia política e ideológica. Desligado de socialdemocracia, el movimiento obrero se empequeñece y se transforma por fuerza en un movimiento burgués: al sostener exclusivamente la lucha económica, la clase obrera pierde su independencia política, se convierte en apéndice de otros partidos y traiciona el gran precepto: ‘La emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase obrera misma’.”[8]

Los “economistas” opusieron a este enfoque sus ideas de privilegiar la lucha sindical (“teoría de las fases”), limitar la lucha política al mejoramiento de la legislación laboral, interpretar el movimiento espontáneo en vez de dirigirlo, esperar a que alcanzara por sí solo una conciencia socialista, confundir el partido con el sindicato, reunir en el partido tanto a los revolucionarios como a los oportunistas, sustituir la centralización por el federalismo, etc.

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Sin partido marxista-leninista, no puede haber verdadera lucha de clases.

En marzo de 1902, Lenin les respondió en su obra ¿Qué hacer?, recogiendo y sintetizando la argumentación y experiencia de Iskra:

  • Limitarse a la lucha económica es retener a los obreros en los peldaños inferiores de su desarrollo como clase y condenarlos a la eterna esclavitud. “La socialdemocracia —apuntaba Vladimir Ilich— dirige la lucha de la clase obrera, no sólo para conseguir ventajosas condiciones de la venta de la fuerza de trabajo, sino para destruir el régimen social que obliga a los desposeídos a venderse a los ricos.”
  • Renunciar al derrocamiento del zarismo es mantener el principal obstáculo en el camino al socialismo.
  • El seguidismo al movimiento espontáneo es dejar a la clase obrera desarmada, sin partido, sin esperanza de liberación, traicionarla (contra la “táctica-proceso” y la “organización-proceso”, el leninismo propugna la táctica-plan de construcción del partido de vanguardia). “La lucha espontánea del proletariado, señalaba Lenin, no se transformará en una verdadera ‘lucha de clases’ hasta que no la dirija una fuerte organización de revolucionarios”.
  • Despreciar la formación de la conciencia de los obreros a través de la teoría revolucionaria es
  • dejarlos sin la luz hacia la que tienden y que no pueden alcanzar sólo por su propio movimiento, sin la ayuda de la ciencia (que conduce a las ideas del socialismo independientemente del crecimiento espontáneo del movimiento obrero; de ahí que, sin éste, sea posible empezar a construir la organización de revolucionarios),
  • permitir que la ideología burguesa siga oprimiendo su pensamiento, al ocultar el carácter esencialmente antagónico de las contradicciones del capitalismo y al desacreditar al comunismo y a los comunistas.
  • Todo ello conduce a un partido de reformas sociales que sostiene la esclavización espiritual de los obreros por los capitalistas, para que sigan dominados por éstos (en vez de construir un partido obrero independiente de la burguesía).

Un año después de la difusión de este libro, para cuando se celebró el II Congreso del POSDR, el “economismo” ya sólo era un mal recuerdo y la mayoría de las organizaciones socialdemócratas locales se pronunció a favor de Iskra y la declaró órgano de todo el partido.

Además de esta labor crítica o “negativa”, la principal tarea “positiva” del periódico Iskra fue elaborar un proyecto de programa del Partido: “una breve exposición, plasmada en fórmulas científicas, de los fines y las tareas de lucha de la clase obrera. El programa traza tanto la meta final del movimiento revolucionario del proletariado, como las reivindicaciones por las que lucha el Partido en su marcha hacia la meta final”.[9] En esencia, el programa político del Partido Comunista es la condición principal para unir el socialismo científico con el movimiento obrero.

Aquí se empezaron a manifestar, entre los redactores de Iskra, las divergencias que acabarían dividiendo al POSDR entre bolcheviques y mencheviques: la necesidad de propugnar abiertamente la dictadura del proletariado y de conquistar la hegemonía de la clase obrera sobre el campesinado.

Ya entonces, Lenin tenía una clara posición dialéctica sobre la reivindicación de: 1º) la independencia política del proletariado (que tanto molesta a los oportunistas de derecha) y 2º) la alianza de éste con todas las clases y capas sociales posibles (que tanto molesta a los sectarios de “izquierda”). Lo ilustraremos con dos explicaciones suyas:

“Desde el primer momento es esencial trazar una línea de demarcación entre nosotros y los demás, destacar sólo, única y exclusivamente al proletariado y sólo después declarar que el proletariado libera a todos, llama a todos, invita a todos.”[10]

“Los socialdemócratas rusos nunca cerraron los ojos al hecho de que la libertad política, por la cual luchan ante todo, beneficiará en primer lugar a la burguesía. Partir de ello para oponerse a la lucha contra la autocracia sólo cabría en un socialista hundido en el fango de los peores prejuicios del utopismo o del populismo reaccionario. La burguesía aprovechará la libertad para dormirse sobre los laureles, mientras que el proletariado la necesita para desplegar en toda su amplitud la lucha por el socialismo. Y la socialdemocracia llevará adelante, sin vacilaciones, su lucha liberadora, sea cual fuere la actitud de tales o cuales capas de la burguesía hacia ella. En interés de la lucha política, nosotros debemos apoyar toda oposición al yugo de la autocracia, no importa la causa que la provoque ni la capa social en que se exteriorice.”[11]

Cualquier militante comunista que se digne meditar sobre la experiencia y los pensamientos de Lenin aquí recogidos apreciará lo mucho que nuestras actuales organizaciones distan todavía del socialismo científico. Acortar esta distancia es el único camino revolucionario válido y probado. La actual crisis política internacional ha retratado a las distintas organizaciones comunistas tal como son: a las que se someten al imperialismo, a las que lo ayudan involuntariamente por culpa de su sectarismo lassalleano (salvo la clase obrera, todo es imperialismo) y a las que defendemos la independencia política y la hegemonía del proletariado en el movimiento democrático antiimperialista. La vida misma dibuja una base política de unidad para la construcción de una organización de revolucionarios consecuentes que haga posible la reconstitución del partido de la clase obrera, del Partido Comunista.

Gavroche

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[1] Historia del PC(b) de la URSS, J. V. Stalin, Obras, Tomo 14. https://www.marxists.org/espanol/stalin/obras/oe15/index.htm

[2] Carta a un camarada acerca de nuestras tareas de organización, V. I. Lenin, Obras Completas, AKAL, Tomo VI. https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/akal/index.htm

[3] Protesta de los socialdemócratas de Rusia, OO.CC., Tomo IV.

[4] Una tendencia retrógrada en la socialdemocracia rusa, V. I. Lenin, OO.CC., Tomo IV.

[5] Declaración de la Redacción de “Iskra”, V. I. Lenin, ibídem.

[6] ¿Qué hacer?, V. I. Lenin, OO.CC., Tomo V.

[7] La creación del partido de nuevo tipo en Rusia, A. Kostin, pág. 135. https://www.dropbox.com/s/86dsf3xibfs6uod/A.%20KOSTIN%2C%20Creaci%C3%B3n%20del%20partido%20de%20nuevo%20tipo%20en%20Rusia%201894-1904.pdf?dl=0

[8] Tareas urgentes de nuestro movimiento, V. I. Lenin, OO.CC., Tomo IV.

[9] Historia del PC(b) de la URSS.

[10] Observaciones complementarias al proyecto de programa de la comisión, V. I. Lenin, OO.CC., Tomo VI.

[11] Los perseguidores de los zemstvos y los Aníbales del liberalismo, V. I. Lenin, OO.CC., Tomo V.