HACIENDO MEMORIA
Marisol Fernández
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Se acerca un nuevo aniversario de la proclamación de la II República. Un aniversario que irá precedido de la desvergüenza burguesa que tras aprobar una ley, se dice defensora de la memoria histórica cuando olvidan no solo desenterrar cadáveres de personas asesinadas por los fascistas durante el régimen del dictador Franco, sino también recordar que en 1931 la mayoría de la población española decidió que la forma de gobierno que querían era la República y que en 1936 llegó un fascista y les arrebató esa conquista legítima. Esta parte de la historia no se encuentra en la memoria de muchos “demócratas”, pero la clase obrera no debe olvidar nunca su propia historia. De ella aprende para la necesaria e inevitable lucha que rompa las cadenas del imperialismo capitalista.
Las mujeres obreras no podemos ni debemos rechazar nuestra memoria ni dejar que el olvido de la historia se apropie de nuestro futuro. No debemos olvidar que con la Revolución de 1917 en Rusia y durante el Poder soviético –aunque en su historia encontremos errores de los que aprender- se eliminó por primera vez la desigualdad de la mujer y el hombre ante la ley; se suprimió la desigualdad matrimonial, se eliminó una ley fuente de humillación y opresión a través de una legislación libre del divorcio, incluyendo el respeto a los hijos; se estableció un decreto que suprimió diferencias entre los hijos naturales y los legítimos, etc., etc., y por supuesto, la participación de la mujer en la sociedad era indiscutible como lo fue su participación en la revolución y la toma del poder por la clase obrera.
Pero como género humano que continúa obligada a vivir en desigualdad con respecto al hombre, bajo las condiciones que rigen el imperialismo capitalista, conscientes de que la opresión de la mujer obrera y trabajadora por la burguesía no representó grandes mejoras[1], sí debemos atrapar en nuestra memoria el recuerdo de la II República cuya Constitución recogía, entre otros, derechos para las mujeres que hasta entonces parecían imposibles en España[2]: se otorgaron los mismos derechos electorales para hombres y mujeres así como la posibilidad de ocupar cargos públicos sin distinción de sexo, igualdad de derechos en el matrimonio y ley del divorcio reconociendo a la mujer el derecho a tener la patria potestad de los hijos, despenalización y abolición del aborto en 1936 por Gobierno de la Generalitat de Catalunya[3], asistencia en la maternidad por el Estado y regulación, entre otras, las bajas por maternidad, el derecho a la educación,… Todos estos derechos los perdieron las mujeres tras la guerra civil, le fueron usurpados, robados por el dictador fascista que arrebató el poder al Frente Popular. Fue el Frente Popular el que ganó las elecciones en 1936 -como hemos de obviar ese recuerdo con los años que ha costado que algunos de esos derechos vuelvan a ser reconocidos-. Y como revolucionarias no pueden las mujeres olvidar que durante el período de la dictadura fascista, también había mujeres que colaboraban con el régimen en humillar y oprimir, aún más, a esas otras mujeres ya oprimidas por su condición humilde, potenciando el que fuera única y exclusivamente “esclava del Hogar” y servil al hombre y la sociedad, a la vez que fomentando la ignorancia cultural en ella… Bajo el régimen del dictador franquista se sometió a la mujer al yugo del hombre, de la religión y del Estado. Aún hoy, las obreras y trabajadoras seguimos pagando un alto precio por ello (aumento de los malos tratos físicos y psíquicos; miedo y temor a abortar libremente sin ser acusada por ello; diferencias laborales como la remuneración salarial; etc.).
Por todo ello, y porque tenemos presente que el fascismo nunca ha dejado de ser, nos permitimos retener en nuestra memoria y no olvidar, a aquellas mujeres que alentadas por la Internacional Comunista, tras el triunfo de Hitler en Alemania, constituyeron la Unión de Mujeres contra la Guerra y el fascismo en Europa y que en 1933 -gobernada la República Española por la derecha radical (Larroux) y católica (CEDA o Confederación Española de Derechos Autónomos, Gil Robles)- se vio representada por la Unión de Mujeres Antifascistas, en cuyas filas había mujeres comunistas, socialistas, anarquistas, católicas… llegando a ser una importante fuerza representativa de las mujeres pese a que en 1934 fueron declaradas ilegales por el gobierno derechista que permaneció en el poder hasta que ganó las elecciones el Frente Popular (febrero de 1936).
La Unión de Mujeres Antifascistas después de haber participado activamente durante la guerra civil, desapareció tras la muerte del dictador fascista y con la transición. Pero no por ello, las mujeres de la clase obrera dejamos de sentir una gran repulsa contra la usurpación de la II República por los fascistas.
Y hoy, las mujeres conscientes de nuestra historia y de la situación actual, conscientes de la necesidad de apoyo y fomento del marxismo frente al capital, gritamos de nuevo como la Unión de Mujeres Antifascistas
¡¡No al fascismo!!
¡¡No a la OTAN propiciadora de guerras, suministradora de armas al fascismo!!
¡¡No a la guerra!!
¡¡Por la paz y el socialismo!!
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Marisol Fernández
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[1] A pesar de haberse decretado la jornada de 8 horas, en numerosas ocasiones no se respetaba. Un gran número de mujeres trabajaba en talleres de costura o telares donde su salario se calculaba por el número de unidades o prendas elaboradas; otra mayoría importante de mujeres trabajaba en el sector doméstico. Aquí las mujeres estaban esclavizadas. No tenían derecho a la jornada de 8 horas, ni a prestación de seguro social, ni por maternidad ni se las incluía en la Ley de Accidentes de Trabajo. Las mujeres obreras aun continuaban trabajando en condiciones de desigualdad frente a sus compañeros. A estas hay que sumar a las trabajadoras del campo.
[2] Constitución de 1931. Titulo III: Derechos y Deberes de los Españoles
[3] elpais.com Reportaje: Cataluña tuvo durante la República la Ley del aborto más progresista de Europa (Jaime Sobresques i Callito 13/02/1983)