Su Lee

Miércoles 16 de octubre de 2019

Quien es capaz de construir a su interés cualquier proyecto que carece de articulación histórica, social y cultural, es capaz de dinamitarlo cuando ya no le sirve o supone un estorbo. Para nadie es un secreto que la artificial federación de estados en la UE ha sido un proyecto más norteamericano que fruto de la convergencia histórica europea [1]. El mismo presidente Truman (1945-1953), aspiraba a levantar un frente en Europa que sirviera de muro de contención a la influencia que pudiera desplegar la URSS. Así, en uno de los memorandos del 26 de julio de 1950, firmado por Gen William J. Donovan, exjefe de la Oficina de Servicios Estratégicos de EEUU, revela la «campaña para promover el Parlamento Europeo de pleno derecho» [2].

Un razonamiento de la lógica más simplista podría hacernos pensar que, si la UE es un proyecto imperialista atlantista, su quiebra automáticamente debería ser motivo de satisfacción, pues debilita y fragmenta una federación imperialista, pero a costa de fortalecer aquel más peligroso para los pueblos del mundo por tener mayor capacidad de intervención. EEUU tendría mayor capacidad para instalarse, someter y dirigir de forma mucho más directa y agresiva. Sin embargo, la dialéctica de las cosas una vez más nos esconde realidades más complejas tras engañosas apariencias. Si bien es cierto que la lógica formal puede ser suficiente para resolver ciertos problemas simples y cotidianos, desde luego que en contadísimas excepciones nos ayudará a la hora de analizar fenómenos tan complejos como aquellos derivados de la lucha de clases nacional e internacional y de índole social en general. [3]

Por si esto fuera poco, el punto de partida no puede radicar en posicionarse a favor o en contra de la salida o permanencia de Gran Bretaña. Así, toda vez que nos encontramos ante un fenómeno como el Brexit, podemos actuar en dos direcciones: en el sentido y dirección que domina el aspecto principal del imperialismo de las últimas décadas (hegemonismo exclusivo de EEU), o su contrario y fortalecer el nuevo aspecto del s XXI, cuya tendencia es al multilateralismo con el ascenso de los BRICS y mejores condiciones para el desarrollo global independiente. Así, el unilateralismo de EEUU se vería fortalecido con un acercamiento de UK a EEUU si, como todo apunta, mañana este Brexit sigue dirigido por los mismos que hoy lo dirigen. Cuando lo nuevo empieza a madurar y poner en cuestión al viejo mundo que se resiste a morir, éste se torna más virulento y peligroso que nunca. Como veremos más adelante, esta es la dinámica en la que se encuentra el mando actual del imperialismo norteamericano.

Podemos comenzar a tener claro que, el Brexit en sí no puede ser el objeto de la discusión sino más bien, la pregunta clave debe ser ante qué tipo de Brexit nos encontramos. ¿Es este Brexit capaz de enfrentar UK a la UE por la vía del progreso y supondrá mejores condiciones para que las posiciones e intereses de las clases populares avancen?

Trump y el cambio de rumbo

Además de lo anteriormente dicho, los análisis que suelen estar al alcance de la mayoría suelen estar limitados al espacio UK-UE y ese ya es un mal punto de partida. La toma de posición del Brexit a partir de un análisis que se circunscriba en los estrechos límites de UK y la UE nunca puede ser realista. Un análisis mínimamente materialista debe ser capaz de adscribir todo fenómeno nacional y regional a la dinámica global y completa del capitalismo más internacionalizado. En la época del imperialismo, las jugadas maestras pueden tener autores y escenarios separados por latitudes tan opuestas como lejanas. Y más aún en el siglo XXI cuando China y los BRICS en conjunto tienen mucho que ver en el estancamiento y retroceso de la economía de los EEUU.

En el objetivo de frenar el ascenso de China coinciden los dos sectores de la clase dominante de los EEUU. Pero en cómo lograrlo es donde aparecen las diferencias entre uno y otro proyecto. Si bien la línea internacional que caracterizó a Obama fue la de actuar en todos los frentes (Sudamérica, África, Oriente Medio, Eurasia y Asia), aunque especialmente cercando a Rusia. El objetivo principal de ese cerco era debilitar al principal socio político y militar de China (su verdadera amenaza para la hegemonía de las próximas décadas). Al mismo tiempo, la línea exterior de Obama se apoyaba en sus aliados fortaleciendo y estrechando lazos. Y es en esas relaciones, con los aliados y socios preferentes donde encontramos la mayor ruptura con la línea anterior. Con Trump, el plan inmediato de EEUU para retrasar y frenar la pérdida de su hegemonía supone un giro hacia una mayor asimetría en las relaciones con sus aliados. Tanto que EEUU ya no quiere aliados ni socios solo quiere clientes y subordinados. Trump se ha encargado poner el Mercosur a sus pies a través de Bolsonaro. En el mismo sentido, cuando decidió romper con el acuerdo comercial de América del Norte y reemplazarlo por un nuevo TLCAN con México y Canadá por separado. Esa misma línea es la que desembarcó en Europa con el Brexit como primera gran victoria. Además, EEUU ganaría por partida doble: no solo debilitar al bloque de la UE sino fortalecer extender su marco comercial internacional propio: si el Reino Unido no lograse un pacto comercial con la UE, podría unirse al TLCAN norteamericano.

El Brexit supone el abandono de la segunda potencia económica e la UE, la primera en materias primas y la fuerza militar más poderosa de la UE. Sin embargo, bajo la dirección actual del Brexit – y sin alternativa que se la dispute en otra dirección – al igual que las leyes físicas, ese poder no desaparece sino que se integraría todavía más bajo la tutela y dirección de EEUU.

Un Brexit ahora mismo muy reaccionario

Del mismo modo que las crisis capitalistas por sí solas no nos acercan el socialismo, es igualmente simplista y erróneo pensar que la “destrucción” o el debilitamiento de un polo imperialista “por sí solo”, puede resultar favorable a los intereses del proletariado y las demás clases populares. Lo que la Historia nos demuestra es precisamente lo contrario. Es decir, cuando la alternativa que debiera dirigir la crisis hacia un sentido progresista no es capaz de tener una influencia notable en las masas, por mucha voluntad que se tenga, lo más probable es que la única alternativa que exista sea la de un mando todavía peor y de un modo de gestionar la crisis mucho más reaccionaria y mucho más lesiva para los intereses populares.

En el caso del Brexit es todavía peor, desde el inicio ha sido un movimiento capitaneado por las peores facciones de la burguesía aprovechando el descontento de la pequeña burguesía proletarizada o en vías de ello y de la mayoría de las masas obreras [4]. Todo ello para más adelante servir como nuevo vector de intervención del imperialismo norteamericano.

Los dirigentes y orquestadores del mismo son expresiones políticas de la peor burguesía y de la más reaccionaria; es decir, del populismo de derechas.

Por todos son bastantes conocidas las repercusiones culturales e ideológicas de los generales del Brexit (Nigel Farage y Cía.): normalización de la xenofobia y el racismo, incremento de agresiones e incluso delitos de odio ¿De verdad alguien puede pensar que de ese caldo de cultivo se pueda sacar un provecho de progreso?

Los comunistas nunca abandonamos a las masas, incluso cuando se equivocan.

Este Brexit – bajo la actual dirección – no es la simple salida de UK de la UE, es hacerlo por la derecha y acelerar un modelo liberal todavía mucho más depredador. Además, como hemos afirmado anteriormente: supone el desembarco definitivo del modelo económico norteamericano en UK.

Si en los puntos anteriores, hemos puesto el foco en el aspecto – a día de hoy dominante – del Brexit [5], no queremos descuidar el otro aspecto (aunque a día de hoy, todavía débil) el deber de la izquierda honesta y de los camaradas y aliados británicos [6] por arrebatar y redirigir este Brexit para transformarlo en su contrario: servir al pueblo y enfrentar al imperialismo venga de donde venga, transformando así a UK en una nación de progreso y paz para la Humanidad.

¿Qué defendemos los comunistas? A pesar de nuestra oposición a este Brexit, los comunistas somos los más consecuentes defensores de la democracia, no solo respetamos lo votado por la mayoría de las clases populares británicas, sino que defendemos que ha de cumplirse. Como los más fieles defensores de la democracia y, sobre todo, de la voluntad popular, este Brexit debe ser dirigido por un nuevo gobierno que debe salir elegido de unas nuevas elecciones generales.

Notas

[1] No significa en modo alguno que la UE deje de ser un polo imperialista, carente de proyecto económico, político e incluso militar (no sin entrañar contradicciones en su seno). Tampoco decimos que no disponga de agenda propia ni capacidad para intervenir tanto en sus excolonias (España en Hispanoamérica o Francia en África, incluso con mayor influencia que EEUU en ciertas zonas de este continente o “nuevos espacios” ganados tras la derrota del campo socialista. Es decir, la UE cumple con total seguridad con los requisitos de ser una federación imperialista, si bien es cierto que con mucha menor cohesión que EEUU (mayor desarrollo desigual, casi ningún parentesco cultural, etc) es un polo imperialista que oprime, explota e interviene según su capacidad y su fuerza.

[2] https://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/europe/1356047/Euro-federalists-financed-by-US-spy-chiefs.html

[3] El silogismo que producirá una síntesis lógica tiene sus límites en el análisis del objeto detenido en un momento dado. Es decir, sólo es válido en un momento dado el conocimiento que se extrae de la lógica o bien, cuando el objeto no está ligado al movimiento y, por tanto a cambios producto de contradicciones internas y externas. En palabras de Hegel: “Esta contradicción del silogismo se expresa también por medio de un progreso infinito, porque exige que las premisas deben también ser demostradas por medio de un silogismo. Pero como el silogismo tiene dos premisas inmediatas, esta exigencia se repite y repite, duplicándose siempre hasta el infinito”. Hegel, Filosofía de la lógica.

[4] La clase obrera, como todas aquellas oprimidas a lo largo de la Historia son capaces de lo mejor y de lo peor. La clase obrera asume las peores posiciones reaccionarias (racismo, xenofobia, machismo, etc) en ausencia de alternativa ideológica y política. Sin embargo, es capaz de liberar a la Humanidad cuando conoce el cómo y se lo propone.

[5] A saber, que la estrategia del Brexit aprovecha ciertas contradicciones internas británicas a través de las cuales, EEUU es capaz de imponer, sin consenso y de forma rápida y abrupta sus reglas del juego para mantener el viejo orden unilateral y la cadena de mando económica internacional. Asestando un duro golpe a la creciente hegemonía germana en la región europea. Dejamos también claro que la oposición a este Brexit no implica en modo alguno nuestra oposición a un Brexit en sí mismo.

[6] https://www.cpgb-ml.org/2016/04/01/news/world/europe/why-british-workers-need-a-brexit/