Por Cronopio
Este próximo 18 de Marzo se han cumplido los ciento cincuenta años desde que el pueblo de París implantó la Comuna de París. Este fue un movimiento insurreccional que, desde el 18 de marzo hasta el 28 de mayo de 1871, gobernó la ciudad de París y pasó a la historia como el primer gobierno proletario en la historia del mundo.
Para Marx y también para Lenin, Francia fue el modelo práctico revolucionario.
Antecedentes
En 1848 la burguesía liberal desde la oposición parlamentaria presionaba por la reforma electoral que había de garantizar la supremacía de su partido. Pero, desde 1830, los obreros revolucionarios, habían adquirido mucha más independencia política de lo que los burgueses e, incluso, los republicanos imaginaban. Después de luchas en las calles, Luis Felipe desapareció y con él la reforma electoral, llegándose a instaurar la República. Una República que los mismos obreros victoriosos calificaban de República Social. El problema era que ni los mismos obreros entendían qué era la República Social. Los obreros ahora tenían armas y eran una fuerza dentro del Estado. En contradicción con este hecho, los republicanos burgueses llevaban el timón del Estado. Cuando se sintieron con fuerza, su primera aspiración fue desarmar a los obreros. Para lograrlo, los empujó a la insurrección de 1848, por medio de la violación de la palabra dada e intentando desterrar a los parados a una provincia lejana. Después de cinco días de lucha heroica, los obreros sucumbieron produciéndose un baño de sangre de prisioneros indefensos como jamás se había visto. Era la primera vez que la burguesía ponía de manifiesto las crueldades que es capaz de emplear en venganza contra el proletariado que tiene la osadía de enfrentarse a ella. Sin embargo, lo de 1848 no fue más que un juego de niños comparado con la represión salvaje de 1871. Ésta es una práctica que la burguesía ha empleado en numerosas ocasiones en todo el mundo y la siguen empleando. La clase obrera se había fortalecido y estaba consiguiendo conquistas con su lucha. Para reprimirla, la burguesía necesitaba una justificación. ¿Qué tenía que hacer?: provocar esa justificación. En el momento que la clase obrera se deja llevar por esa provocación llega la represión. Lección de esto: el proletariado debe ejercer la violencia cuando le conviene y no cuando el enemigo quiere.
El 2 de diciembre de 1851, Luis Bonaparte dio un golpe de Estado con el fin de perpetuarse en el poder, inaugurando lo que se conoce como el Segundo Imperio. Émile Zola, el escritor considerado como “padre del naturalismo”, noveló esta época en su saga de veinte títulos conocida como “Les Rougon-Macquart”. En ellas denunció toda la corrupción que fue lo que definió la época y duró hasta 1870.
La Comuna de París
La burguesía de Francia no quería la unidad alemana por lo que le declaró la guerra.
En enero de 1871, la ciudad de Paris vencida por el hambre capituló. Los fuertes y las murallas quedaron rendidos y desarmados. Pero la Guardia Nacional conservó sus armas y sus cañones. Los vencedores prusianos no se atrevieron a entrar en París. Sólo se atrevieron a ocupar un pequeño rincón de la ciudad. Durante este tiempo, los que habían tenido asediado a París durante 131 días, estuvieron cercados por los obreros de la ciudad que montaban guardia celosamente para que ningún prusiano traspasase las líneas.
Thiers, nuevo jefe de Gobierno asentado en Versalles, se daba cuenta que la dominación de las clases poseedoras –grandes terratenientes y capitalistas- estaba en constante peligro, mientras los obreros tuvieran armas en sus manos. Lo primero que hizo fue mandar tropas el 18 de marzo para desarmar a la Guardia Nacional y robarle la artillería. Las mujeres del pueblo salieron a enfrentarse al ejército. El general que llevaba el mando de las tropas ordenó a los soldados disparar al pueblo. Los soldados no sólo no dispararon, sino que apresaron a quien dio la orden. Como los planes de Thiers no prosperaron, el pueblo de París se movilizó para la resistencia y se declaró la guerra entre París y el Gobierno francés instalado en Versalles. El 26 de marzo fue elegida, y el 28 proclamada, la Comuna de París. El Comité Central de la Guardia Nacional, que hasta entonces había tenido el poder en sus manos, dimitió en favor de la Comuna.
“Los comuneros habían tomado el cielo por asalto”. La Comuna es la expresión del poder de la clase obrera o, lo que es lo mismo, el modelo de la dictadura del proletariado.
Marx y Engels dicen acerca del Estado (también lo cita Lenin): “En el transcurso del desarrollo, la clase obrera sustituirá a la antigua sociedad burguesa, por una asociación que excluya a las clases y su antagonismo; y no existirá ya un poder político propiamente dicho, pues el poder político es precisamente la expresión la expresión oficial del antagonismo de clase dentro de la sociedad burguesa”.
Parece que en principio Marx tenía dudas de que fuera oportuno derribar al Gobierno burgués en esos momentos. Pero después, no sólo se contentó con el heroísmo de los comuneros, sino que lo aprovechó como una experiencia histórica de gran importancia. En la Comuna vio un importante paso adelante de la revolución proletaria mundial.
En su informe a la Internacional (AIT), La Guerra Civil en Francia, Marx hizo un atento análisis de la Comuna.
El 30 de marzo la Comuna proclamó el primer decreto: abolición del servicio militar obligatorio para sustituirlo por el pueblo armado y declaró única fuerza armada a la Guardia Nacional[1].
La policía, hasta entonces, era instrumento del Gobierno Central, fue despojada de atributos políticos y convertida en instrumento de la Comuna. Lo mismo se hizo con los funcionarios de la administración. Todos los privilegios y gastos de representación de los altos dignatarios del Estado desaparecieron. La Comuna también se apresuró a destruir la fuerza clerical, el poder de los curas. De todas las partidas consignadas en el Estado para fines religiosos, declaró propiedad nacional todos los bienes de la iglesia. Como consecuencia de esto, el 8 de abril se ordenó que se eliminasen de las escuelas todos los símbolos religiosos, imágenes, dogmas y oraciones. Resumiendo, la Comuna se dio prisa por destruir los distintos soportes del Estado burgués.
Condonó las deudas en los pagos de alquiler de viviendas.
El día 6, el 137º Batallón de la Guardia Nacional sacó a la calle la guillotina y la quemó públicamente entre el entusiasmo popular.
El 16 de abril, la Comuna ordenó que se abriese el Registro estadístico de todas las fábricas clausuradas por los patronos y se preparasen los planes para reanudar su explotación con los obreros que antes trabajaban en ellas, organizando sociedades cooperativas, y se planease la organización de todas éstas cooperativas en una gran Unión.
El 20 la Comuna declaró abolido el trabajo nocturno de los panaderos y suprimió también las oficinas de colocación creadas durante el Segundo Imperio y que eran un monopolio de ciertos sujetos designados por la policía, explotadores de primera fila de los obreros.
El 30 se ordenó la clausura de las casas de empeño.
Como se ve el carácter de clase del movimiento de Paris, que antes estaba relegado a segundo plano por la lucha contra los invasores extranjeros, desde el 18 de Marzo en adelante toma un carácter de lucha de clases. Los miembros de la Comuna casi sin excepción eran obreros o representantes de los obreros. Los acuerdos se distinguen por un carácter marcadamente proletario[2].
La Comuna sustituye al parlamentarismo podrido burgués, por instituciones en las que la libertad crítica no degenera en engaño. Aquí los parlamentarios tienen que trabajar ellos mismos. Tienen que ejecutar ellos mismos sus leyes. Tienen que responder directamente a sus electores. Marx estudia como si de un proceso histórico natural se tratara, el nacimiento de la nueva sociedad, acabando con la antigua.
En aquel tiempo, las fuerzas del proletariado estaban compuestas por una amalgama de ideas, socialistas y anarquistas, que producían gran confusión en lo que había que hacer para verdaderamente conseguir un poder proletario fuerte. Se dieron confusiones al tomar decisiones. Lo más difícil de entender es, a qué fue debido el temor de aquellos hombres que se detuvieron ante el Banco de Francia. Fue un error político muy grande. El Banco de Francia en manos de la Comuna hubiera sido más válido como arma que todos los rehenes que hicieron. Es cierto que el Banco de Francia proporcionaba dinero a la Comuna, pero al Gobierno de Versalles le proporcionaba mucho más, para acabar con ella.
La expresión “dictadura del proletariado” provoca un grandísimo terror entre los socialdemócratas. Pues bien caballeros –les responde Lenin-, fijaros en la Comuna de Paris para ver lo que significa la dictadura del proletariado.
Cuando la Comuna de Paris tomó en sus propias manos la dirección de la revolución. Cuando por primera vez en la historia, los simples obreros se atrevieron a violar el monopolio de la burguesía sobre el gobierno. Los obreros realizaron su labor de un modo modesto, concienzudo y eficaz. Con sueldos iguales para todos los puestos de funcionarios, lo que evitaba el despegue económico de unos pocos sobre el resto de la sociedad.
El viejo mundo se convulsionó de rabia ante el espectáculo de la Bandera Roja, símbolo de la República del trabajo ondeando sobre el Hôtel de Ville.
En todas las revoluciones al lado de los verdaderos revolucionarios, figuran hombres de otra naturaleza. Algunos son supervivientes de revoluciones pasadas, que aunque tienen devoción por ellas, no tienen visión del movimiento actual, pero todavía tienen influencia en el pueblo debido a su honradez y valentía. Otros, simples charlatanes que a fuerza de hacer declamaciones contra el gobierno del día, se han agenciado una reputación de pura cepa. En la Comuna de Paris también salieron a la superficie hombres de éstos. En la medida en que su poder se lo permitía, entorpecieron la verdadera acción de la clase obrera. Constituyen un mal inevitable; con el tiempo se les quita de en medio, pero a la Comuna no le fue dado disponer de tiempo. El 28 de mayo los últimos luchadores de la Comuna sucumben a la superioridad de las fuerzas del enemigo. Dos días después, el 30, Marx leía en el Consejo General, el texto del trabajo en que se esboza la significación histórica de la Comuna de París, siendo éste tan exacto, que no ha sido igualado por ninguno de la gran masa de escritos sobre el tema.
Como narra Marx: “Hasta las atrocidades cometidas por la burguesía en 1848 palidecen ante la infamia cometida en 1871. El heroísmo abnegado con que la población de París –hombres, mujeres y niños- luchó por espacio de ocho días después de la entrada de los versalleses en la ciudad, refleja la grandeza de su causa, como las hazañas infernales de la soldadesca reflejan el espíritu innato de esa civilización, de la que es el brazo vengador y mercenario. ¡Gloriosa civilización ésta, cuyo gran problema estriba en saber cómo desprenderse de los montones de cadáveres hechos por ella después de haber cesado la batalla!” Para encontrar algo parecido en la historia –en esos momentos- habría que remontarse a los tiempos de Sila y de los triunviratos romanos. Y tras los horrores volvamos la vista a otro aspecto, todavía más repugnante de ésa civilización burguesa. Tal como lo describe su propia prensa.
Escribe un corresponsal de un periódico conservador de Londres: “Mientras a lo lejos se oyen disparos sueltos entre las tumbas del cementerio del Père Lachaise, agonizan infelices heridos abandonados; mientras 6000 insurrectos aterrados vagan en una agonía de desesperación en el laberinto de las catacumbas y por las calles se ven todavía infelices llevados a rastras para ser segados en montón por las ametralladoras. Resulta indignante ver los cafés llenos de bebedores y de jugadores de billar y dominó; ver cómo las mujeres de vicio deambulan por los bulevares y oír cómo el estrépito de las orgías en los reservados de los restaurantes distinguidos turba el silencio de la noche”.
Fuentes principales:
«La guerra civil en Francia«. K. Marx
«El Estado y la revolución«. V. I, Lenin
Cronopio
[1] La Guardia Nacional representa al pueblo armado. La Guardia Nacional fue creada durante la Revolución Francesa y estaba constituida por todos los ciudadanos con derecho a voto (todo ciudadano que pagaba impuestos), o sea, todo aquel que tuviese propiedades. En ese momento el pueblo armado era un adelanto democrático, pero los ciudadanos eran solamente los burgueses y los pequeño-burgueses. Con la proclamación de la República y con los prusianos a las puertas de París a finales de 1870, la Guardia Nacional de París se amplía también a la clase obrera. Esto fue determinante para la revolución de la Comuna. La Guardia Nacional se resistió a la entrega de las armas, y los más de 200 cañones que se habían comprado por subscripción popular, el 18 de Marzo. Y su Comité Central, elegido democráticamente, fue quien convocó las elecciones para la Comuna. Por eso era la única fuerza armada considerada por el decreto de la Comuna y representaba al pueblo en armas. Además, aunque las mujeres no podían estar en la Guardia Nacional porque entonces no tenían derecho a voto, también fueron armadas por la Comuna. Fue disuelta tras la derrota de la Comuna.
[2] “Al principio se trató de un movimiento muy heterogéneo y confuso. Se adhirieron a él los patriotas, con la esperanza de que la Comuna reanudaría la guerra contra los alemanes, llevándola a un venturoso desenlace. Los apoyaron asimismo los pequeños tenderos, en peligro de ruina si no se aplazaba el pago de las deudas vencidas de los alquileres (aplazamiento que les negaba el gobierno, pero que la Comuna les concedió). Por último, en un comienzo también simpatizaron en cierto grado con él los republicanos burgueses, temerosos de que la reaccionaria Asamblea Nacional (los “rurales”, los salvajes terratenientes) restablecieran la monarquía. Pero el papel fundamental en este movimiento fue desempeñado, naturalmente, por los obreros (sobre todo, los artesanos de París), entre los cuales se había realizado en los últimos años del Segundo Imperio una intensa propaganda socialista, y que inclusive muchos de ellos estaban afiliados a la Internacional.
“Sólo los obreros permanecieron fieles a la Comuna hasta el fin. Los burgueses republicanos y la pequeña burguesía se apartaron bien pronto de ella: unos se asustaron por el carácter socialista revolucionario del movimiento, por su carácter proletario; otros se apartaron de ella al ver que estaba condenada a una derrota inevitable. Sólo los proletarios franceses apoyaron a su gobierno, sin temor ni desmayos, sólo ellos lucharon y murieron por él, es decir, por la emancipación de la clase obrera, por un futuro mejor para los trabajadores”. (Lenin: “En memoria de la Comuna”).