¡Unir a la clase obrera contra la ofensiva capitalista de la derecha!
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El 23 de julio, estamos convocados a elegir a quienes van a empuñar el timón del Estado, a través de un mecanismo político cada día más ajeno a nuestros deseos y, sobre todo, a nuestros intereses. Parece una democracia porque tomamos las decisiones por mayoría, pero las condiciones de existencia de la población se deterioran aceleradamente en beneficio de una minoría de ricos que acaparan el poder real.
La forma política democrática no es suficiente para cambiar el contenido capitalista de la sociedad en que vivimos, debido a que los capitalistas poseen muchos medios para engañar e imponer sus intereses a la mayoría trabajadora. Ciertamente, este hecho no impidió ciertas mejoras a lo largo del siglo pasado, pero ¿por qué, desde entonces, estamos retrocediendo?
En primer lugar, porque la clase obrera ha perdido memoria, conciencia, firmeza, combatividad, organización, unidad. En segundo lugar, porque nuestros explotadores no pueden seguir enriqueciéndose a costa del mundo como antes. La prosperidad económica del capitalismo siempre es el preludio de una crisis purgadora de sus excesos, mucho más explosiva cuando se trata de un capitalismo de gigantescos monopolios como el actual (hay indicios de que su estallido está a la vuelta de la esquina). Ya no se trata de pequeños empresarios que compiten entre sí y explotan a sus trabajadores. Se trata de potencias imperialistas cuyo saqueo a la mayoría de las naciones del planeta les permitió crear pequeños “paraísos capitalistas” para los trabajadores y, sobre todo, para una aristocracia obrera dócil y traidora al resto de su clase social.
Pero, gracias a la descolonización y al desarrollo socialista de Rusia, China, etc., algunas de esas naciones oprimidas se pusieron en pie y se vienen desarrollando con mayor pujanza que el senil imperialismo occidental en declive. A éste, solo les queda exprimir más a sus propios trabajadores y acosar a los Estados que no se someten a su rapacidad hasta llevar a la humanidad al borde de la hecatombe nuclear. La dominación del gran capital monopolista y financiero nos está conduciendo por el camino del empobrecimiento y de la guerra. Su propaganda política e ideológica va dirigida a que el pueblo lo acepte, por las buenas o por las malas. Empezó inundándolo de falsas ilusiones reformistas, para después canalizar el desengaño de unas simples gentes contra otras.
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¿Qué alternativas de gobierno?
El gobierno de la izquierda socialdemócrata y posmoderna encabezado por Pedro Sánchez fue el resultado de desviar hacia el reformismo la masiva protesta contra la crisis financiera de 2008. Ha incumplido la mayor parte de las reformas a las que se había comprometido, y las pocas mejoras sociales y democráticas se ciñeron a lo que fuera aceptable para la clase capitalista, haciendo oídos sordos y reprimiendo las demandas de los trabajadores. Más allá de la retórica y los amagos, no se ha enfrentado a la patronal, ni a los reaccionarios, ni a su representante político directo que es la derecha. Incluso ha presumido de servilismo hacia los imperialistas extranjeros, principalmente los Estados Unidos, que nos someten a sus intereses a través de la OTAN, las bases militares, la Unión Europea, etc., para explotar, dominar y agredir a otros. Nos dice que viene el lobo de la ultraderecha y el fascismo, pero no nos dice lo mucho que ha ayudado a que esta bestia se desarrollara (en especial, armando al gobierno neonazi de Ucrania y promoviendo la rusofobia).
En definitiva, este gobierno ha defraudado las esperanzas de unas masas cada día más empobrecidas, las cuales retiran parcialmente su apoyo a los partidos que lo han formado o sostenido. Al mismo tiempo, el capital imperialista occidental manipula a sus poblaciones para que acepten guerrear contra China, Rusia y las demás naciones soberanas. Ambas causas convergen en la tendencia a la reacción de una parte creciente del electorado, que está orientando sus preferencias políticas hacia la derecha y la ultraderecha.
Si éstas vencieran en los comicios generales del 23 de julio, su gobierno aplicaría una política económica todavía más sometida al dictado del gran capital, puesto que carece de bases obreras organizadas que puedan presionarlo como en los partidos de izquierda (entre un gobierno de derecha y los trabajadores, el mediador es directamente el aparato represivo del Estado). Su política exterior mantendría el mismo entusiasmo atlantista, con aún más chovinismo y militarismo. Y su rancia política interior se caracterizaría por una mayor represión de minorías oprimidas y necesarias para la futura liberación de la mayoría: nacionalidades periféricas, inmigrantes, “okupas”, feministas, LGBT, republicanos, revolucionarios, etc., blanqueando y justificando el fascismo como último remedio contra la protesta obrera y popular, contra el comunismo (en España, no hubo ruptura democrática y tanto el PP como Vox vienen directamente del franquismo).
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¿Qué vamos a hacer los trabajadores con conciencia de clase ante esta elección entre lo malo y lo peor?
La respuesta electoral espontánea de las masas obreras se reparte entre tres opciones: 1ª) la seducción de las más atrasadas por la demagogia reaccionaria; 2ª) la abstención; y 3ª) el voto de resistencia antiderechista.
Ante todo y sobre todo, hay que disuadir a la gente de votar por la derecha, combatiendo las ideas reaccionarias en boga y su justificación como respuesta “espontánea y natural” al sometimiento de la izquierda reformista al imperialismo y al capitalismo. El despecho por la traición sufrida no debe llevar al poder a los peores enemigos del largo trabajo que nos espera para organizar una izquierda realmente fiel a los trabajadores y combativa contra todos los capitalistas, extranjeros y nacionales.
En cuanto a la abstención, comprendemos la desilusión, la desesperanza y el hartazgo de muchos obreros, pero es malo abstenerse de la acción política en todas sus formas, incluida la electoral. Debilita su perspectiva de constituirse en clase revolucionaria capaz de reunir a su alrededor a la mayoría de la población para imponerse a la minoría capitalista. Y tampoco favorece la defensa de sus intereses inmediatos en una situación de retroceso. En el frente electoral de la lucha de clases, no sólo importa la verdadera naturaleza política de la candidatura a la que vota el obrero, sino también la voluntad que éste expresa con su voto. Ésta no es suficiente para cambiar la correlación de fuerzas, pero sí condiciona el ritmo de la ofensiva capitalista, algo que es muy importante cuando necesitamos tiempo para recuperarnos. Por lo demás, la abstención se distingue radicalmente del boicot, que sólo puede asegurar una fuerza organizada suficiente -es decir, masas- para disputar el poder político a la clase social dominante por los medios necesarios.
El voto de resistencia contra la derecha es la opción más acertada. Algunos objetan que retroalimenta las ilusiones en la democracia burguesa y en la izquierda oportunista, pero deja de ser así en la medida que forma parte de una táctica enfilada unir a los comunistas, a los obreros y al pueblo en la lucha contra el capital reaccionario. Esta tercera opción, se compone del voto al PSOE al que apoya todavía una mayoría de los obreros; a los partidos más a su izquierda, pero con una posición política socialmente intermedia, pequeñoburguesa; y a las candidaturas comunistas o revolucionarias que tienen una estrategia más acertada, pero una táctica que divide a la clase obrera y al pueblo.
Debemos distinguir entre los dirigentes del PSOE y las masas que les votan. Tenemos que evitar las actitudes sectarias hacia éstas, porque son mayoritariamente obreras y porque se oponen a la derecha y a su política abiertamente capitalista. Para avanzar hacia un frente unido de la clase obrera, hemos de explicarles que son precisamente las concesiones de los dirigentes del PSOE a la derecha las que la han envalentonado y radicalizado, además de acentuar la división de los obreros.
Hacia quienes votan a los partidos que han apoyado al gobierno saliente, debemos simpatizar con su rechazo a la ofensiva derechista, su afán por unir fuerzas contra ella y sus reivindicaciones algo más avanzadas que las del PSOE. Pero también debemos hacerles ver que sus representantes han capitulado ante el chantaje de la socialdemocracia sin provocar una sola crisis de gobierno, que han renunciado a la lucha de clases por causas identitarias minoritarias y que han pretendido vanidosamente sustituir a las masas como motor del progreso social.
En cuanto a los que votan por las candidaturas comunistas o revolucionarias, por supuesto que merecen nuestro mayor apoyo. Pero, a cambio, les pedimos que exijan a los dirigentes de esas organizaciones que se abran sinceramente a un proceso de debate y de unidad de acción con todas las demás organizaciones también comunistas o revolucionarias para poder ganar a las más amplias masas en la lucha por la paz, la democracia, las libertades, la república y el socialismo. Cargan con una importante responsabilidad, junto con los comunistas abstencionistas, por la falta de una alternativa electoral de clase y, más allá, por el continuo retroceso en la conciencia y en la organización del proletariado.
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¿Qué hacer después de las elecciones?
Nos esperan años de ofensiva capitalista en todos los frentes. Si gobierna la derecha, los dirigentes de la izquierda reformista intentarán beneficiarse del descontento y la resistencia contra ella para conducir a los explotados por el mismo callejón sin salida. Que lo consigan y que se repita la alternancia tan beneficiosa para los capitalistas y tan perjudicial para los trabajadores, depende de lo que hagamos los comunistas en los próximos cuatro años. En cualquier caso, antes de que nos sumerjan de nuevo en pleno fascismo y guerra mundial, debemos hacer lo posible por resolver una parte de nuestras diferencias, por hacer que las restantes no nos impidan la máxima unidad de acción y por vincularla a las más amplias masas. En estas elecciones, Unión Proletaria insta a la minoría revolucionaria a cerrar filas con la gran masa obrera sin tomar partido por ninguna de las opciones en que dicha masa va a dividirse; a reconocer las respectivas razones de cada opción, pero también a advertir de que ninguna corresponde a los intereses de la clase obrera; y a convocar para el día siguiente a todas estas fracciones de la clase proletaria para que junten sus fuerzas contra la acrecida ofensiva capitalista que se nos viene encima.
Además, sólo así será posible reconstituir el Partido Comunista y, sólo reforzando Unión Proletaria, podrá prosperar la única propuesta práctica presentada para lograrlo: la Plataforma por la Unidad Obrera (https://www.unionproletaria.com/propuesta-de-plataforma-para-la-unidad-obrera/) que liga las necesidades inmediatas con la lucha por el socialismo.
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“Bloque 1: Medidas económicas urgentes.
La agitación y propaganda de la Plataforma debe basarse en primer lugar en la lucha por las necesidades vitales de la clase obrera, lo que le repercute de inmediato y le posibilita la resistencia. La lucha económica es el elemento de base de la lucha entre capitalistas y obreros, nuestra intervención debe configurar conciencia y organización para convertir esta lucha instintiva en lucha de clases consciente.
1.- Asegurar las necesidades vitales: Limitación de los precios de bienes y servicios de primera necesidad.
2.- Asegurar el salario de los trabajadores: Aumento de los salarios, subsidios por desempleo y pensiones.
3.- Asegurar el derecho al trabajo: Reducción de la jornada laboral y de la edad de jubilación para trabajar todos, sin pérdida salarial y a costa de los beneficios empresariales.
4.- Impuestos realmente progresivos: Sistema tributario realmente progresivo sobre la renta, el patrimonio y los beneficios, basado en los impuestos directos, eliminando los impuestos indirectos, incluido el IVA.
5.- Desarrollo de la economía nacional: Nacionalización de grandes empresas, desarrollo de un sector público industrial y planificación centralizada de la producción, en función de las necesidades de toda la población y no de la ganancia capitalista.
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Bloque 2: Medidas democráticas.
La realización de estas medidas económicas urgentes exige cambios políticos. Por tanto, la agitación y propaganda de la Plataforma no puede centrarse sólo en la lucha económica, sino que debe servir para introducir a los obreros como clase en la política. Para ello la lucha democrática es esencial como medio de educación y organización de los proletarios a fin de que, mediante su experiencia propia, lleguen a la comprensión de sus intereses fundamentales.
6.- Derechos democráticos plenos: Supresión de todas las leyes e instituciones que menoscaban los derechos democráticos y reprimen el desarrollo del movimiento obrero y demás movimientos democráticos.
7.- Contra el control ideológico de los monopolios: Supresión del monopolio capitalista sobre los medios de comunicación de masas.
8.- Soberanía nacional: Independencia y soberanía nacional de España y de todos los países, frente a la opresión y las injerencias de los imperialistas. Salida de la OTAN y de la Unión Europea. Desmantelamiento de las bases militares estadounidenses, repatriación de las tropas expedicionarias y renuncia a las sanciones internacionales que menoscaben la soberanía de otras naciones.
9.- Participación y toma de decisiones por el pueblo: Plena igualdad y derecho a la autodeterminación para las nacionalidades del Estado español. Cargos públicos y de la administración electos, revocables y con salario medio. Ratificación mediante consulta popular decisoria sobre las leyes más importantes.
10.- República democrática.
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Bloque 3: Objetivo final.
La agitación y la propaganda de la Plataforma no debe limitarse a las medidas económicas y democráticas más urgentes, pues nos quedaríamos en el plano ilusorio de las reformas. Lo más probable es que éstas sólo se puedan realizar en el curso de la lucha por el objetivo final.
11.- Organización de la clase obrera en partido político que conquiste el poder a fin de edificar el socialismo, solución definitiva para las contradicciones de la sociedad capitalista.”