Por Cronopio.

 

La clase capitalista tiene y hace uso de sus partidos políticos para la defensa y gestión de sus intereses comunes.

Desde que apareció la clase antagónica de la capitalista, el proletariado, la división dada en ella fue múltiple –no voy a explicar aquí lo que todos sabemos-, pero somos conscientes que esa diversidad nos debilita como clase y nos impide tener la fuerza necesaria para conseguir lo que históricamente es nuestra meta: un Estado formado y dirigido por la clase obrera; un Estado proletario, socialista.

El primer paso que debemos dar los marxistas-leninistas para conseguirlo es la formación de un partido cuya línea política se base en este pensamiento político, y que esté formado por todos los que seamos  consecuentes con él.

Primero aclaremos qué es un partido político: es una agrupación de personas que parten de los mismos postulados ideológicos y hacen una propuesta política y social, que aspira a ejercer el poder político y en mayor o menor grado, está vinculada ideológicamente a una clase social.

La ideología de las clases dominantes, sus valores y su forma de entender el mundo, siempre se traspasan a las clases dominadas, por arrastre histórico o mediante los medios de difusión ideológica (enseñanza, medios de comunicación, cultura, religión, etc.). Pero sobre todo, porque se establecen una relaciones de producción que influyen directamente en la forma de vida, y abonan para que fructifique la ideología y el sistema de valores que transmiten los sistemas de producción dominantes.

El proletariado es una clase social cuyos componentes tienen en común que su trabajo engendra plusvalía para los propietarios de los medios de producción, lo que significa que son explotados. Por lo tanto, es lógico que  sus intereses comunes sean defendidos por un partido político, como así lo hace la clase capitalista con sus partidos políticos, los cuales utilizan para la defensa y gestión de sus intereses. Ahora bien, a la hora de determinar los intereses, los de la clase obrera son mucho más complejos, debido a las múltiples divisiones que se han producido desde la aparición del proletariado como clase,  y esto dificulta más la relación de la clase con su partido, que la relación de la clase dominante con el suyo.

Stalin definió con acierto como debe ser el partido de la clase obrera: “he aquí la necesidad de un nuevo partido, de un partido combativo, de un partido revolucionario, lo bastante intrépido para conducir a los proletarios a la lucha por el poder, lo bastante experto para orientarse en las condiciones complejas de la situación revolucionaria, y lo bastante flexible para sortear todos y cada uno de los escollos que se interponen en el camino hacia sus fines… ahora bien, para ser un verdadero destacamento de vanguardia, el partido tiene que estar pertrechado con una teoría revolucionaria, con el conocimiento de las leyes de la revolución. De otra manera no puede dirigir la lucha del proletariado, no puede llevar al proletariado tras de si.

El partido no puede ser un verdadero partido si se limita simplemente a registrar lo que siente y lo que piensa la masa de la clase obrera, si se arrastra a la zaga del movimiento espontaneo de ésta, si no sabe vencer la inercia y la indiferencia política del movimiento espontáneo, si no sabe situarse por encima de los intereses momentáneos del proletariado, si no sabe elevar a las masas hasta la comprensión de los intereses de clase del proletariado.”[1]

Sin duda las opiniones del camarada Stalin fueron muy pensadas y son totalmente acertadas para el tiempo en que las dijo, como para hoy.

Continúa más adelante en el mismo libro: “El Partido es el destacamento organizado de la clase obrera. Pero el partido no es la única organización de la clase obrera. El proletariado cuenta con muchas otras organizaciones, sin las cuales no podría luchar con éxito contra el capital: sindicatos, cooperativas, organizaciones femeninas sin partido, organizaciones culturales y educativas, etc.. La mayoría de estas organizaciones son, organizaciones sin partido.

En determinadas circunstancias, todas estas organizaciones son absolutamente necesarias para la clase obrera, pues sin ellas no sería posible consolidar las posiciones de clase del proletariado en los diversos terrenos de la lucha, ni sería posible templar al proletariado como la fuerza llamada a sustituir el orden de cosas burgués por el orden de cosas socialista.[2]

Pero no hay que perder de vista a los elementos oportunistas que producen fraccionamiento en el Partido. De esto también habla Stalin. El proletariado no es una clase cerrada. A él afluyen continuamente elementos de origen campesino, pequeño burgués e intelectual, proletarizados por el desarrollo del capitalismo.

Todos estos grupos pequeño burgueses penetran de un modo o de otro en el Partido, llevando a éste el espíritu de vacilación y de oportunismo, el espíritu de desmoralización  y de incertidumbre. Son ellos los que constituyen la fuente del fraccionalismo, la desorganización y de la labor de destrucción del Partido desde dentro.

También está estudiado y comprobado que el peso político de una clase social no depende tanto de su importancia numérica, como de la influencia que tiene su ideología transmitida en el conjunto social. A pesar de ser numéricamente minoritaria, la clase obrera dirigió la revolución soviética en alianza con el campesinado en gran parte penetrado de ideología pequeño burguesa. Esto era muy importante en Rusia, donde la mayoría de los trabajadores no eran proletarios, sino pequeños propietarios campesinos. Pero en un país capitalistamente desarrollado como el nuestro, es importante que tengamos presente el hecho de que existen otras clases o capas que son trabajadoras sin ser proletarias, es fundamental que un partido de los trabajadores considere estas cuestiones a la hora de proponer alianzas de clases enfrentadas a la clase social que es el enemigo principal de los sectores oprimidos.

Estas alianzas siempre que no estén dirigidas por un partido de la clase obrera, suelen acabar en derrota.

Voy a exponer unos puntos que el partido de la clase obrera debería tener en cuenta en su lucha para acabar con el Estado burgués.

  • El Estado y sus aparatos (judicial, militar, represivo, legislativo, etc.) están destinados a conservar el orden social existente y asegurar el dominio de las clases dominantes. La supresión de las clases sociales y la desaparición de la explotación es imposible si los trabajadores no sustituyen este Estado burgués por su propio Estado, y se constituyen como clase dominante, con la perspectiva de la abolición de todas las clases sociales. El interés estratégico de los trabajadores es la supresión de la explotación, y es la única clase que no puede explotar a otras, porque cuando desaparezca completamente la explotación, la clase obrera habrá dejado de existir.
  • En el marco de las relaciones capitalistas, en la lucha de los trabajadores contra la burguesía, se adoptan principalmente dos propuestas políticas: por una parte aquella que quiere mejorar las condiciones de vida y trabajo dentro del capitalismo, y la otra, es la que apunta directamente a la supresión del capitalismo . Esta división provoca el que se forme una corriente reformista y revisionista que termine alzando un muro de contención frente a los intentos de liquidar el capitalismo. A favor del crecimiento de esta corriente cuenta la penetración de la ideología de la clase dominante en las clases dominadas. Si bien la crítica a la política reformista debe ser constante, es necesario forjar alianzas de clases con corrientes ideológicas y sectores distintos a los estrictamente obreros, pero que en alguna fase contribuyan a despejar el camino hacia el socialismo. Un partido marxista-leninista que pretenda la eliminación del capitalismo, debe entender ese objetivo como “una revolución ininterrumpida y por etapas».
  • Debido a esta dualidad que se da en los principales partidos que se definen como de la clase obrera, surge un debate que gira en torno a si es correcto hablar de partido de la clase obrera, cuando en la práctica y durante largos periodos de tiempo (especialmente en los países desarrollados) la clase obrera tiene tendencia a identificarse más con los partidos que hacen propuestas de reformar el capitalismo, que con los que pretenden su supresión. ¿A qué se debe esto? Hay varios factores que lo explican. El principal es que la clase obrera no encuentra el Partido Comunista marxista-leninista que forme parte de ella y dirija la lucha hacia el socialismo. Debido a esto, la ideología de las clases dominantes atrapa a las clases dominadas; pero es que además la visualización del horizonte futuro para las amplias masas es una proyección de la realidad existente. Es decir, dentro de las relaciones de producción capitalista, ¿Se puede hablar con propiedad de partido de la clase obrera? ¿A quién se le aplica este nombre?, A los que toman como criterio la defensa de los intereses inmediatos y reformistas de los trabajadores, o bien se lo aplicamos al Partido marxista-leninista unido que es necesario formar para la supresión del capitalismo.

El marxismo-leninismo dice que no merecen el nombre de partidos de la clase obrera aquellos que no recogen sus intereses estratégicos a largo plazo. Los que desvían a la clase obrera de su destino histórico, que es coger el poder y destruir el viejo Estado, y sólo sitúan su horizonte político dentro del capitalismo, solo proponiendo su reforma. No obstante Lenin dice refiriéndose al desarrollo del Partido Obrero: “No podemos circunscribirnos a denunciar el estado de las cosas que entorpece su desarrollo (el del partido obrero). Debemos también hacernos eco de los intereses inmediatos y cotidianos del proletariado”. [3]

Continúa Lenin más adelante en el mismo texto: “A la pregunta, ¿Qué hacer para aportar a los obreros conocimientos políticos?, no se puede dar únicamente la respuesta con la que contentan en la mayoría de los casos los militantes dedicados al trabajo práctico, sin hablar ya de los que se inclinan hacia el economismo, a saber: “hay que ir a los obreros” para aportar conocimientos políticos. Los socialdemócratas deben ir a todas las clases de la población, deben enviar a todas partes destacamentos de su ejército”.[4]

Que un partido proclame su voluntad de acabar con el capitalismo no es suficiente. Para eso es necesario que el partido de la clase obrera lo sea en la práctica después de serlo en la teoría.

El partido de la clase obrera tiene que convencer a la parte consciente y resuelta de la clase obrera, que la perspectiva de cambio del sistema político y económico es posible y es preciso que amplias masas depositen su confianza en un partido decidido a acabar con el capitalismo.

Por ejemplo, después de la II Guerra Mundial, en las elecciones que se celebraron en Francia y en Italia, la fuerza política más votada fueron los partidos comunistas. Sin embargo estos partidos no querían realmente tomar el poder político. Se conformaron con ser el perro que ladra y no muerde. En consecuencia, ni el PCF ni el PCI, por muchos militantes que tuvieran,  llegaron a ser el partido de la clase obrera.

Lenin dice en ¿Qué hacer?: “Ante la tendencia que existe en rendir culto a la espontaneidad de las masas, cuanto más amplio se hace el movimiento, tanto mayor, incomparablemente mayor, es la rapidez con que aumenta la necesidad de una elevada consciencia, tanto en el trabajo teórico de la socialdemocracia, como en el político y en el de organización.”[5]

 

La importancia de la ideología.

 

Nosotros debemos hacer de los militantes prácticos socialdemócratas, Jefes políticos que sepan en el momento necesario, “dictar un programa positivo de acción.

I. Lenin.- ¿Qué hacer?

Ya es vieja la frase “No hay revolución sin teoría revolucionaria”. Es decir, no se puede ir a una situación revolucionaria sin antes dotar al partido revolucionario de un cuerpo ideológico en el que esté presente en forma de teoría, la experiencia, éxitos y fracasos de las luchas de la clase obrera precedente.

En su conjunto todo forma parte de la tarea de construir un partido para la revolución. Eso requiere una implacable lucha contra las desviaciones de derecha e izquierda, contra el oportunismo y contra la influencia de la ideología burguesa a la que los mismos comunistas no son inmunes, y tanto más cuando con frecuencia hay que buscar alianzas –aunque sean transitorias- con movimientos o partidos de ideología pequeño burguesa, revisionista, oportunista, socialdemócrata e izquierdistas. Por eso, aunque haya que ser flexibles en las alianzas tácticas, es necesario ser inflexible en los principios ideológicos para separar el marxismo-leninismo de las demás tendencias.

A todo esto hay que prestarle mucha atención, no es extraño que algunas organizaciones digan representar a las clases populares, hagan suyas algunas propuestas progresistas que hayan nacido y hayan sido defendidas tradicionalmente por la izquierda y la clase obrera. Al hacer eso, pretenden desvincular esas propuestas de la lucha general por el socialismo y convertirlas en reivindicaciones que distraen a los trabajadores para transformarlos en inofensivos para el modo de producción capitalista, e integrarlos en él.

Como ejemplo, la histórica lucha por la igualdad entre el hombre y la mujer, o la protección del medio ambiente. Separar estas cuestiones de la lucha de clases, no es más que ayudar a la persistencia del capitalismo.

 

Un Partido Comunista marxista-leninista para acabar con el capitalismo.

Es obvio que si no existe un partido revolucionario marxista leninista de trabajadores que esté dispuesto a acabar con el capitalismo y con las diferencias sociales, no se acabará con ellas.

La tarea de construir un partido revolucionario con el marxismo leninismo como base teórica es una necesidad que no admite discusión.

Un marxista no puede admitir que la organización a la que pertenece sea un fin en si misma, sino un instrumento, una herramienta para acabar con la explotación.

Los intereses objetivos y reales de la clase obrera no son reconciliables con sus explotadores. Esa contradicción existe. Unas veces en forma pacífica y oculta y otras estalla como un volcán.

Construir un partido que pretende acabar con la explotación capitalista es una tarea larga que no se consigue en cuatro días. Pues de lo que se trata es de construir la fuerza política, el partido que sientan suyo la parte consciente de la clase obrera. Y eso no se puede improvisar, porque se necesitan militantes provistos de ideología y experimentados en la teoría y en la práctica.

La construcción de un partido de la burguesía, de un partido reformista o de un partido postmoderno, no es tan complicado, porque el sistema que ha creado el capitalismo facilita las condiciones para que sea posible.

El partido político Podemos se construyó en pocos meses porque se formó sin ideología política antagónica al capitalismo, por eso su duración en el tiempo depende del avance o no de sus objetivos de reforma del capitalismo. En cambio la persistencia del PCE está mejor asegurada que la de Podemos, porque se formó sobre una base ideológica que todavía se encuentra parcialmente en él.

Pero sólo con ideología no se llega al socialismo, hace falta un partido organizado para esa tarea en el que se practique el centralismo democrático, que también se podría decir, centralización de la democracia. Pero siempre hay que tener en cuenta que sin debate libre, nunca se logra la cohesión ideológica, que es la materia que une a los militantes. A la vez, sin disciplina para cumplir las decisiones mayoritarias (aunque no se esté de acuerdo con ellas), es imposible tener la eficacia necesaria que necesita un partido revolucionario.

Un partido así debe estar organizado en todos los niveles sociales posibles, células, comités de fábrica, de barrio, de ciudad, de comarca, de provincia o del campo, de la Universidad, etc..

Hasta aquí las opiniones que me parecen básicas para hacer realidad la creación del Partido Comunista marxista leninista, que necesita la clase obrera para conseguir sus objetivos reales, que liberen a la clase de la dominación política capitalista, y a partir de ahí, construir el socialismo.

 

Cronopio

 

[1] Stalin.- Los fundamentos del leninismo.

[2] Stalin.- Los fundamentos del leninismo

[3] Lenin,- ¿Qué hacer?

[4] Lenin.- ¿Qué hacer?

[5] Lenin.- ¿Qué hacer?