El centro de gravedad político principal
Pepe Sánchez
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“Es indudable que hemos de trabajar todavía muchísimo para educar y organizar a la clase obrera; pero, actualmente, toda la cuestión consiste en determinar dónde debe hallarse el centro de gravedad político principal de dicha educación y de dicha organización”.
Lenin[1].
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En el pasado mes de febrero se celebró el Segundo Encuentro Internacionalista en Santiago de Compostela. Allí nos encontramos diversas organizaciones comunistas con la aparente encomienda de buscar cauces para la unidad de acción. Este era un buen propósito para comenzar. Pero, lo que en principio podría considerarse un paso adelante, al final se convirtió en traba para el desarrollo del movimiento comunista en el estado español.
El Encuentro se basaba en dos cuestiones: 1) en el debate y aprobación de una Declaración Política conjunta titulada “Llamamiento a la unidad de acción contra el capitalismo y las guerras imperialistas de la OTAN, por la victoria de la Revolución Socialista”[2]; y, 2) en la búsqueda de acuerdos prácticos. De la segunda cuestión no se llegó prácticamente a nada, solamente la coordinación de las organizaciones firmantes de la declaración. La primera cuestión se quedó simplemente en la aprobación[3], pues debate de las diferencias no hubo (parece ser que no era el momento). Así, se sumaron a la declaración siete organizaciones (dos de ellas no estaban presentes) y dos organizaciones de las presentes (otra renunció a ir al encuentro debido a las discrepancias) no la firmamos por discrepancias muy importantes.
Como decíamos, Unión Proletaria no firmó la Declaración Política por discrepancias ideológicas y políticas de importancia, pues creemos que la Declaración equivoca el análisis de la realidad, derivando hacia una concepción economicista, mecanicista y fatalista. Esta concepción lleva a la confusión en las relaciones entre la economía y la política, la teoría y la práctica, el partido y las masas, lo espontáneo y lo consciente, la táctica y la estrategia, la democracia y el socialismo, … De este análisis, que creemos equivocado, se llega a unas tareas para los comunistas fuera de lugar en relación a las necesidades del momento, en general inútiles para la unidad comunista y para la organización y educación de las masas.
Lo expresaba Lenin en la cita de cabecera: “… actualmente, toda la cuestión consiste en determinar dónde debe hallarse el centro de gravedad político principal de dicha educación y de dicha organización” (de la clase obrera). En Unión Proletaria creemos firmemente que ese ‘centro de gravedad político principal’ es la reconstitución del partido de la clase obrera, un fuerte Partido Comunista marxista-leninista, ‘fusionado’ con las masas, firme ideológicamente y flexible en la táctica. Sin él será imposible educar y organizar a la clase obrera. Todas las organizaciones comunistas hablan de la necesidad del partido, y no dudamos que así lo sientan, entonces, ¿por qué no se toma en la actualidad como ‘centro de gravedad político principal’ en una declaración política de organizaciones comunistas? Esperamos que no sea porque algunas organizaciones crean que actualmente no es lo principal o porque consideren que ya tienen la fortaleza suficiente dadas las circunstancias.
Se puede alegar que la Declaración Política, simplemente, es una propuesta de unidad de acción. Puede ser, pero la unidad de acción necesaria entre comunistas tiene que tener objetivos políticos y que éstos sean posibles, cuestiones que se diluyen en la mencionada Declaración. Hace varios meses, Unión Proletaria presentó la “Propuesta de plataforma por la unidad obrera”[4]. Esta plataforma también es una propuesta de unidad de acción, pero basada en un plan, con unos objetivos claros y unas claras tareas de los comunistas, condicionadas por las necesidades urgentes del proletariado: conseguir su independencia política. En Unión Proletaria estamos de acuerdo con la necesidad de la unidad de acción para avanzar en la unidad de los marxista-leninistas, pero esta unidad de acción debe estar destinada a poner los primeros pasos en la organización y educación revolucionaria de las masas a través de sus intereses inmediatos, o sea, en la ‘fusión’ del socialismo con el movimiento obrero para generar el partido político de la clase obrera. Por eso, creemos que la distancia entre la unidad de acción que propone la Declaración Política del Encuentro y la unidad de acción que propone la “Propuesta de plataforma por la unidad obrera”, es la que separa una táctica del economismo espontaneísta en el primer caso, de una táctica política planificada leninista en el segundo.
Hay otro aspecto, que no se nos olvida, y que es imprescindible, para avanzar en la unidad de los comunistas hacia la reconstitución del Partido Comunista: la necesidad de la unidad ideológica. ¿Se consigue ésta mediante la unidad de acción realizada sobre las cuestiones en las que estemos de acuerdo? ¿Se consigue dejando para otro día las diferencias políticas que tengamos? Evidentemente, no. Es cierto que la unidad de acción ayuda a unificarse, también que a través de ella pueden descubrirse diferencias ocultas. Pero si no afrontamos los comunistas la discusión y clarificación de las discrepancias políticas e ideológicas conocidas, será imposible alcanzar la unidad ideológica y política, y, por tanto, la unidad orgánica.
Con el ánimo de sacar a la luz las discrepancias, de clarificar las diferencias entre organizaciones comunistas, exponemos nuestra crítica a la Declaración Política del Segundo Encuentro Internacionalista. Se podrá comprobar por qué Unión Proletaria no la subscribió.
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Sobre la crisis general del capitalismo.
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Normalmente no se resuelve nada discutiendo por una palabra o una frase, a no ser que esta palabra o esta frase intervengan decisivamente en un discurso, o se enmarquen en un párrafo, seguido de otro y otro, que conforman una estructura lógica de un discurso. O sea, una posición teórica y, en consecuencia, práctica, que generan confusión y, para nuestro modo de ver, un análisis teórico deformado y una línea política errónea, no ligada a las necesidades actuales del proletariado. ¿Queremos decir que todo lo que se dice en la Declaración Política es falso o erróneo? Evidentemente no. Queremos decir que el discurso planteado en aquella, para analizar la realidad e intervenir sobre ella, se basa en premisas teóricas erróneas que se salen de la cosmovisión materialista dialéctica, incluso diciendo también cosas ciertas. Por eso, no era un documento simplemente enmendable, sino más bien uno que deberíamos debatir en profundidad los comunistas para solventar o, al menos, sacar conclusiones sobre las discrepancias ideológicas y políticas.
El documento, entre frases altisonantes y desmesuradas, va dirigido más a los deseos de los redactores que a las realidades. Con el primer párrafo ya prepara el terreno. Dice lo siguiente:
“El capitalismo padece una profunda crisis general, que, por lógica dialéctica de su propio desarrollo, parece ser aún más grave que sus dos anteriores, la de finales del siglo XIX, que hizo estallar la I Guerra Mundial, y la de los años treinta del siglo XX, que provocó la II Guerra Mundial”.
Comienza con lo que creemos que es un grave error de análisis de la realidad concreta. A partir de este comienzo, el texto del documento peca de desviaciones que imposibilitan ver las tareas de la clase obrera y de los comunistas. Puede ser, también, que se quiera adaptar el análisis a las conclusiones previas que han alcanzado y a unas tareas espontaneístas-economicistas más cómodas para cualquier activista, pero que, aunque puedan resultar molestas para los capitalistas y su Estado, en el fondo resultan inocuas para el capitalismo y no dan cauce a la educación y organización revolucionaria del proletariado.
En primer lugar, plantear que el “capitalismo padece una profunda crisis general”, es una proposición equivocada a nuestro parecer. El concepto de ‘crisis general’, para ser acertado, tiene que englobar todos los aspectos singulares: el económico, el político y el ideológico, porque lo general, para que sea concreto, solamente puede ser comprendido como interacción con sus formas particulares y singulares. A la vez, para analizar la realidad, no basta con contemplar pasivamente el objeto, sino que hay que tener en cuenta a los sujetos conscientes que actúan sobre él modificándolo, o sea, hay que tener en cuenta la conexión y acción recíproca entre los elementos objetivos y subjetivos. Para comprender si existe una crisis general del capitalismo, debemos ver entonces si todos los elementos están en acción: no sólo las armas que deben dar muerte al capitalismo, sino también las personas que empuñarán estas armas, los proletarios. Sabemos todos (ya nos lo explicaron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista) que tanto las armas como quienes deben empuñarlas existen porque la misma burguesía los ha forjado, pero estos últimos, los proletarios, no están en acción como fuerza política y social, aún no tienen conciencia de la necesidad de realizar una acción político-revolucionaria. No basta con promulgar una sentencia para que ésta sea cierta, aunque lo haya sido antes en nuestra historia y necesariamente deba serlo lo más pronto posible. Ya que los elementos objetivos están dados, resulta determinante elevar el aspecto subjetivo para transformar en general la crisis del capitalismo, precisamente lo que no se tiene en cuenta en esta Declaración.
Hoy podemos aseverar que existe crisis económica, sobre todo en algunos de los tradicionales países imperialistas (unos más que otros), aunque tenemos que tener en cuenta el desarrollo desigual, por lo que no se puede afirmar categóricamente que exista en la actualidad una crisis económica mundial. También existe una crisis política internacional que se ha transformado en una guerra específica (hablaremos más delante de ello), que interviene en el desarrollo de la crisis económica en ciertos países. Y no existe una crisis ideológica del sistema capitalista, más bien se lucha entre varios modelos del mismo, sin cuestionar sus bases. La crisis económica afecta duramente al proletariado y a las capas populares, pero esto aún no se ha convertido en conciencia de clase. La crisis política aún no deriva en que la clase obrera vea la necesidad de la transformación revolucionaria, es más, la clase obrera ni siquiera participa en la política de manera independiente en nuestro país y en muchos otros. Y la crisis ideológica, más bien, cae en nuestro lado, en el de la vanguardia del proletariado ¿Podemos realmente llamar a la situación actual “profunda crisis general” del capitalismo si no hay disputa entre capitalismo y socialismo, si no hay una profunda lucha entre las clases antagónicas, si, de momento, no se pone en cuestión el capitalismo?
Históricamente dentro del marxismo-leninismo, cuando se ha hecho referencia a la crisis general del capitalismo, se ha hecho con criterios distintos a los que indica esta declaración.
Por un lado, en lo general, identificaban la crisis general del capitalismo como época de la revolución proletaria mundial. No cabe duda que estamos en esa época desde que el capitalismo está en su última fase, el imperialismo, sobre todo desde la victoria de la Revolución Socialista de Octubre en Rusia (1917). Ahí se inicia la época de la crisis general del capitalismo y así lo indica acertadamente, por ejemplo, el Programa de Unión Proletaria: “La victoria del proletariado en Rusia en la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917 marcó el inicio de la crisis general del capitalismo: la época histórica en que este régimen social será sustituido definitivamente por el comunismo en un largo proceso de revoluciones socialistas y democrático-nacionales, de guerras imperialistas y guerras revolucionarias, de triunfos y derrotas, de flujos y reflujos”[5]. Esta es una definición correcta, pero la declaración que estamos analizando no se refiere a esta posibilidad.
Por otro lado, en lo más específico, la crisis general del capitalismo hay que identificarla con la disputa de dos sistemas antagónicos: el capitalismo en agonía y el socialismo naciente y en desarrollo. Por eso se empezó a hablar así cuando existían países socialistas (división del mundo en dos sistemas), cuando los movimientos de liberación nacional rompían el colonialismo (se enfrentaban al imperialismo) y cuando el proletariado revolucionario estaba en auge[6]. Esto era correcto en aquella situación.
Identificando hoy la situación actual como ‘crisis general del capitalismo’, se menosprecia el papel fundamental del proletariado para convertir en general la crisis del capitalismo. La lucha creciente del proletariado revolucionario, dirigido hacia la toma del poder, es trascendental para hacer temblar el capitalismo. Lenin lo explicaba en lo concreto cuando hablaba de la ‘ley fundamental de la revolución’: “[…] la revolución es imposible sin una crisis nacional general (que afecte a los explotados y a los explotadores). Por consiguiente, para que estalle la revolución es necesario, en primer término, conseguir que la mayoría de los obreros (o, en todo caso, la mayoría de los obreros con conciencia de clase, reflexivos y políticamente activos) comprenda a fondo la necesidad de la revolución y esté dispuesta a sacrificar la vida por ella; en segundo lugar, es preciso que las clases dirigentes sufran una crisis gubernamental que arrastre a la política hasta a las masas más atrasadas (el síntoma de toda revolución verdadera es la decuplicación o incluso la centuplicación del número de personas aptas para la lucha política pertenecientes a la masa trabajadora y oprimida, antes apática), que reduzca a la impotencia al Gobierno y haga posible su rápido derrocamiento por los revolucionarios”[7]. Vemos como Lenin relaciona los dos aspectos políticos fundamentales, en conexión el uno con el otro y ambos en nexo con la ‘crisis general’. No se cumplen en la actualidad ninguna de las dos condiciones ni en nuestro país ni en la mayoría. Esto es muy importante reconocerlo para analizar la realidad, ver las carencias y hacer la práctica necesaria para el proletariado.
Y para organizar al proletariado hacia la toma del poder, para educar a la mayoría de los obreros en la necesidad de la revolución socialista, para que el proletariado tenga una política independiente, es imprescindible poner como tarea prioritaria, esencial y urgente de los comunistas la reconstitución bolchevique del Partido Comunista. Sin esta premisa el proletariado no transformará su conciencia espontánea en conciencia socialista para empuñar las armas forjadas por la propia burguesía.
Después de apuntar que el capitalismo está en una ‘profunda crisis general’, nos habla el primer párrafo que, basándose en la “lógica dialéctica”, o sea, analizando todos los aspectos de la situación, sus vínculos y sus mediaciones, esta crisis general “parece ser aún más grave que sus dos anteriores”. Y sitúa dos crisis generales a lo largo de la historia del capitalismo: la que culmina en la I Guerra Mundial y la que culmina con la II Guerra Mundial. Unas puntualizaciones:
- No sabemos muy bien cómo se basa esta afirmación en la lógica dialéctica, en las leyes que rigen el conocimiento de la verdad, si para sentenciar que el capitalismo está en una profunda crisis general no se toman en cuenta las contradicciones, los vínculos existentes, la realidad concreta (lógica dialéctica). Más que reflejar la realidad material, parece que adapta una situación a unas reglas de conocimiento, en definitiva, más que basarse en la lógica dialéctica se adapta a la lógica formal. ¿Por qué decimos esto? Porque la lógica formal es la base del método metafísico y la Declaración cae en este método en lugar de en el dialéctico: 1. al ver lo económico con independencia de lo político para valorar la crisis general (principio de identidad de la lógica formal); y, 2. al ver la evolución como un proceso exclusivo de aumento cuantitativo progresivo sobre la base de un modelo formal (aumento de la gravedad de la ‘crisis general’ en relación al modelo de las otras dos propuestas de ‘crisis general’ históricas; descenso progresivo de la tasa de ganancia lleva al ‘derrumbe’), sin analizar las contradicciones en los procesos, sin tener en cuenta la lucha de clases que podría, y sólo con su agudización podría, dar el salto cualitativo, convertir en general la crisis y acabar con el capitalismo (principio de no contradicción de la lógica formal).
- Como decíamos antes, trabajar con el término de ‘crisis general’ puede tener dos ámbitos: a) concebirlo como ‘época’ de la revolución socialista; o, b) como crisis general específica, como fase de cierto desarrollo económico, político e ideológico y de la lucha de clases que ponga en peligro el capitalismo.
- La primera acepción no se contempla en el documento, pues nos habla de dos momentos, de dos únicas y específicas crisis generales que ha sufrido el capitalismo en su historia, y no como época histórica; tampoco la segunda acepción se contempla porque no la ve como proceso histórico específico de lucha entre capitalismo y socialismo, sino sólo esos momentos en los que ciertas crisis provocan guerras mundiales.
- De todas formas, hacemos el esfuerzo de situarlo en la segunda acepción. Entonces, si contemplamos la situación actual (y sin negar las transformaciones que pueda haber en el proceso), para el capitalismo fueron ‘más graves’ aquellas dos que mencionan porque en esas sí se puso en juego la existencia del capitalismo: en la primera, con el auge del movimiento revolucionario y la Revolución Socialista rusa; y en la segunda, con la existencia y triunfo de la URSS, los movimientos de liberación nacional y el crecimiento del movimiento proletario revolucionario y los partidos comunistas en todo el mundo. Hoy, en cambio, se está poniendo en juego, en parte, una lucha antimperialista que puede modificar, también en parte, las relaciones internacionales (económicas y políticas), pero aún dentro de los parámetros de la época del imperialismo.
- No se puede afirmar taxativamente que vaya a haber una III Guerra Mundial, aunque sí existe una tendencia hacia ella. Si es así, sería también específica, no exactamente comparable a las otras dos mencionadas. Siendo muy generosos en las comparativas, solamente en un aspecto limitado podría parecerse más a la II Guerra Mundial ya que también se pondría en juego la guerra contra el socialismo en China. Aunque con la salvedad que no podemos comparar el desarrollo específicamente socialista, la influencia en el proletariado internacional, en los partidos comunistas y la lucha de clases internacional que desarrollaba la URSS de entonces con la China socialista actual.
- Una guerra mundial sería más grave que las otras dos, solamente, si la crisis actual se transforma en catástrofe, o sea, en guerra mundial con intervención de armas nucleares. Pero no porque peligrase en sí el capitalismo, sino porque peligraría la humanidad.
Lo más preocupante de todo el documento es que no vincula la lucha de clases con la ‘crisis general del capitalismo’. La teoría de la lucha de clases ha sido arrojada en él por la borda.
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¿El capitalismo se derrumbará por sí mismo?
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Un breve paréntesis que nos puede ayudar a comprender ciertos errores. Muchas veces se echa mano de la frase de Lenin sobre el “análisis concreto de la realidad concreta” para escaparse de una discusión teórico-política, considerando a ésta como una cuestión abstracta, o sea, considerando que lo abstracto es lo teórico, lo pensado, y lo concreto es lo tangible y lo práctico. Pero Lenin no tenía un pensamiento vulgar, sino materialista dialéctico, donde el pensamiento concreto se alcanza analizando los objetos y los fenómenos en su totalidad, con la interconexión entre todas sus partes. Así se conoce la realidad concreta y podremos actuar sobre ella. También Marx hablaba de elevarse de lo abstracto (tomar fragmentos con independencia relativa de un todo para analizarlos) a lo concreto para conocer la realidad objetiva. En la Declaración Política no se tiene nada de esto en cuenta. Así continúa diciendo:
“Los análisis científicos de Marx, Engels y Lenin sobre su inviabilidad para resolver los problemas de la humanidad son indiscutibles.
En concreto, se están cumpliendo ante nuestros ojos sus previsiones sobre la ley de acumulación y en el derrumbe del sistema capitalista. Esta ley, que tiene un carácter tendencial y no mecánico, sitúa la tasa de ganancia como el motor de la acumulación capitalista. La tasa de ganancia desciende inexorablemente al aumentar la composición orgánica del Capital, y son las contratendencias que la burguesía ha desarrollado para hacerla aumentar las que marcan la historia del desarrollo del capitalismo, especialmente en su etapa imperialista”.
Evidentemente es muy importante la ley de acumulación capitalista y la tasa de ganancia. Pero no se puede reducir a la ‘teoría del derrumbe’, del colapso o de la bancarrota del sistema capitalista, teoría que parece ocupar el lugar principal en el análisis de toda la resolución. Esta teoría ha sido recurrente en diversos momentos y en diversos ámbitos, y ha sido muy discutida en ciertos períodos (por ejemplo, Rosa Luxemburgo[8] y Henryk Grossmann[9] son de los más socorridos defensores del colapso capitalista por causas económicas). En su momento se teorizaba sobre el colapso para responder a los revisionistas que argumentaban la adecuación permanente del sistema capitalista (por ejemplo, Bernstein). Pero últimamente, se vuelve a recuperar la ‘teoría del derrumbe del capitalismo’ cuando la actividad revolucionaria de las masas está bajo mínimos, anhelando que una catástrofe económica conduzca a las masas espontáneamente a la acción revolucionaria.
Deducen la ‘teoría del derrumbe del capitalismo’ por la Ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, formulada por Marx en El Capital. Según postulan, si la tasa de ganancia tiende a bajar, llegaría un momento en que ésta sería cero, por lo que colapsaría el capitalismo. Y, al parecer, según el documento, ahora estamos en ese momento[10].
Esta teoría está en un lugar preeminente en la Declaración, y se confía plenamente en ella. En cambio, no se tienen en cuenta allí las contradicciones fundamentales del desarrollo capitalista: la concentración de los medios de producción y circulación y la socialización de trabajo que es lo que genera la “posibilidad material de sustituir las relaciones capitalistas de producción por las relaciones socialistas, es decir, la posibilidad de realizar la revolución social”[11]; ni tampoco la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción individuales actuales, relaciones de propiedad, que generan la necesidad material de realizar la revolución socialista.
Lo que demuestra realmente la ley de la acumulación es la exactitud de esas contradicciones fundamentales y no que el capitalismo caerá por causas puramente económicas. En definitiva, demuestra: el carácter histórico transitorio del capitalismo (“… la producción capitalista engendra, con la necesidad de un proceso natural, su propia negación”[12]); la concentración y centralización del capital, en donde la competencia[13] tiene un papel fundamental, que socializa la producción convirtiéndose en antagonismo con la propiedad privada; que el capitalismo desarrollado es una traba para el desarrollo de las fuerzas productivas (sólo puede superar sus contradicciones con crisis y destrucción de fuerzas productivas), entonces, las fuerzas productivas entran en contradicción con las relaciones sociales; la tendencial agudización de las contradicciones sociales;… Lenin demostró posteriormente que, con la etapa imperialista, las condiciones materiales habían madurado para nuevas relaciones sociales que son históricamente necesarias, siendo el imperialismo, así, la antesala del socialismo. Marx llegaba a la siguiente conclusión:
“Con el número cada vez menor de los magnates capitalistas que usurpan y monopolizan todas las ventajas de este proceso de transformación, aumenta la masa de miseria, de opresión, de esclavitud, de degeneración, de explotación; pero también de indignación de la clase obrera, cada vez más numerosa, educada, unida y organizada por el mecanismo del proceso capitalista de producción. El monopolio del capital se convierte en grillete del modo de producción que florece con y bajo él. La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a un punto en que resultan incompatibles con su envoltura capitalista. Esta salta hecha añicos. Ha sonado la hora final de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados”[14].
No es casualidad que los defensores de la ‘teoría del derrumbe’ capitalista por causas económicas, como H. Grossmann[15], utilicen esta cita de ‘El Capital’ escondiendo su primera y su última parte. De esa manera se entendería que el capitalismo muere por razones puramente económicas. Esconden precisamente la inevitable y necesaria lucha de clases. Convierten, de esta manera, el ‘marxismo’ en una teoría fatalista, negando la premisa de que son los hombres los que hacen la historia “bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente”[16] y que la lucha de clases es su motor.
Marx no habló nunca del derrumbe del capitalismo por causas económicas. De hecho, tanto él, como Engels (y después Lenin), lucharon toda la vida por la organización del proletariado en partido político independiente como la tarea prioritaria, por la revolución violenta, por la toma del poder por el proletariado, por la dictadura del proletariado porque los expropiadores se resistirían a ser expropiados[17]. O sea, ponían sobre la mesa los elementos políticos necesarios para que el ‘proceso natural’ económico se culminase, para que la posibilidad necesaria abierta se convirtiese en realidad, para hacer efectiva la negación de la negación[18].
La ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia es cierta, por eso las crisis cada vez se producen en períodos más cortos, son más fuertes y se agudizan crecientemente las contradicciones del capitalismo (por eso solemos decir ‘crisis sistémica’). Además, tengamos en cuenta lo que decía Engels sobre si era suficiente o no conocer las leyes fundamentales del capitalismo: “He aquí, puestas de manifiesto con todo rigor científico […] algunas de las leyes fundamentales del moderno sistema social capitalista[19]. Pero, ¿queda dicho todo con esto? No, ni mucho menos. Con la misma nitidez con que se destacan los lados negativos de la producción capitalista, Marx pone de relieve que esta forma social era necesaria[20] para desarrollar las fuerzas productivas sociales hasta un nivel que haga posible un desarrollo igual y digno del ser humano para todos los miembros de la sociedad. Todas las formas sociales anteriores eran demasiado pobres para esto. Sólo la producción capitalista crea las riquezas y las fuerzas productivas necesarias para ello, pero crea también, al mismo tiempo, con las masas de obreros oprimidos, una clase social obligada más y más a tomar en sus manos estas riquezas y fuerzas productivas, para conseguir que sean aprovechadas en beneficio de toda la sociedad y no, como hoy, en el de la clase monopolista”[21]. En definitiva, es necesario conocer las leyes de la naturaleza (y, por tanto, de la sociedad), pues este conocimiento nos da la posibilidad de utilizarlas en la actividad practica[22]; la clase obrera debe saber que es el sujeto revolucionario y debe actuar en consecuencia. ¡La historia no es independiente de la lucha de clases!
El capitalismo no caerá por causas económicas, el desarrollo económico lo que hace es generar las condiciones necesarias para la caída del capitalismo. Pensando que la acumulación de capital lleva por sí misma al derrumbe del capitalismo, se cae en el pantano del economicismo. Para hacer un verdadero análisis sobre la base del materialismo dialéctico, hay que hacerlo concreto y no abstracto, por tanto, hay que tener en cuenta la relación entre la economía y la política. No está de más recordar que ‘toda lucha de clases es una lucha política’[23] y que ésta es la ‘expresión concentrada de la economía’. Sólo reconociendo estas cuestiones, y no confiando en un colapso, podremos organizar nuestras tareas inmediatas.
Se podría alegar que, tal como señalaba Lenin, el capitalismo, en su fase superior (imperialismo), está en estado de descomposición y agonía, y que esto corroboraría la ‘teoría del derrumbe’. Es cierto que el imperialismo es el capitalismo en descomposición y agonía, pero de ninguna manera da la razón a la ‘teoría del derrumbe’. Lenin lo indicaba con mucha claridad: “El imperialismo es el capitalismo agonizante, pero vivo aún, el capitalismo moribundo, pero no muerto”[24]; y señalaba también que, las contradicciones del imperialismo, transformaban “la etapa actual del desarrollo capitalista en la era de la revolución socialista proletaria”[25]. Cuando hablaba de la bancarrota del imperialismo, también la ligaba a la revolución socialista: las condiciones económicas, y la situación de las masas que conllevaban, preparaban las condiciones para “la bancarrota, es decir, la revolución socialista”[26]. O sea, para Lenin, no había bancarrota ni colapso ni derrumbe sin revolución socialista.
El desarrollo de las contradicciones del imperialismo abre la posibilidad de realizar la revolución socialista, no sólo eso, sino que esa posibilidad se transforma en posibilidad necesaria, o sea, que se transformará en realidad. Para que esto suceda, para que la posibilidad se transforme en realidad, es necesario que actúe el proletariado consciente. Y, tal como enseñaba Lenin en el “¿Qué hacer?”, con la reproducción económica, el proletariado puede hacer una lucha contra la burguesía, pero se situará siempre dentro del marco social establecido, el marco burgués. De esta manera, no puede brotar la conciencia socialista, la conciencia de la necesidad. La conciencia socialista sólo puede aportarla el partido político obrero independiente pertrechado de la teoría revolucionaria, intérprete consciente del movimiento de clase, que es la ‘fusión’ del socialismo con el movimiento obrero.
Es inevitable la destrucción del capitalismo porque, en la lucha de clases, es inevitable que la clase obrera tome conciencia de su necesidad porque es inevitable la gestación del partido comunista. Pero, que sea inevitable, no quiere decir que se produzca por sí sola: las fuerzas en acción, políticas y sociales, que se necesitan tienen que ponerse en marcha.
Reforzamos el argumentario con unas breves reseñas de cómo planteaban la cuestión en los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista[27] (en los que participó Lenin):
En el I Congreso de la IC (en la “Plataforma de la IC”), en período de auge revolucionario, se decía: “El sistema imperialista se desploma”, y explicaba por qué: “Problemas en las colonias, agitación en las pequeñas naciones hasta el momento privadas de independencia, rebeliones del proletariado, revoluciones proletarias victoriosas en varios países, descomposición de los ejércitos imperialistas, incapacidad absoluta de las clases dirigentes de orientar en lo sucesivo los destinos de los pueblos”.
En el II Congreso de la IC (“Tareas fundamentales de la IC”), se exponía la necesidad de Partido Comunista y qué tipo de partido, sin el cual no se podría destruir el capitalismo: “El Partido Comunista, si es verdaderamente la vanguardia de la clase revolucionaria, si asimila a sus mejores representantes, si está compuesto de comunistas conscientes y sacrificados, esclarecidos y fogueados por la experiencia de una larga lucha revolucionaria, si ha sabido unirse indisolublemente a toda la existencia de la clase obrera y por su intermedio a la de toda la masa explotada e inspirarles plena confianza, sólo ese partido es capaz de dirigir al proletariado en la lucha final, la más encarnizada, contra todas las fuerzas del capitalismo. Y sólo bajo la dirección de semejante partido del proletariado puede aniquilar la apatía y la resistencia de la pequeña aristocracia obrera compuesta por los líderes del movimiento sindical y corporativo corrompidos por el capitalismo y desarrollar todas sus energías, infinitamente más grandes que su fuerza numérica, debido a la estructura económica del propio capitalismo”.
En el III Congreso de la IC se recordaba que “la revolución era y sigue siendo una lucha de fuerzas vivas sobre bases históricas dadas”. La base crea las condiciones y el elemento subjetivo se convierte en determinante, por eso, señalaban que la tarea más importante de los partidos comunistas era la conquista de la influencia sobre la mayoría de la clase obrera.
En el IV Congreso de la IC se decía: “Hasta su muerte, el capitalismo será presa de esas fluctuaciones cíclicas”; y apuntaba cuál sería su muerte (ésta y no otra): “Sólo la toma del poder por el proletariado y la revolución socialista mundial podrá salvar a la humanidad de esta catástrofe permanente provocada por la persistencia del capitalismo moderno”. Ya vemos como la muerte del capitalismo se produce, en primer lugar, a través de tareas políticas del proletariado.
Como conclusión: estando el capitalismo en agonía y en descomposición (imperialismo), se abre la posibilidad necesaria de la revolución socialista, que sólo pueden llevarla a cabo las masas, con el proletariado al frente; pero como el proletariado necesita a su partido político, la tarea necesaria fundamental del momento es la construcción de ese partido, del Partido Comunista marxista-leninista.
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La Declaración Política del Segundo Encuentro Internacionalista insiste una y otra vez en que la clave de todo es el derrumbe económico del capitalismo. Como la burguesía, el imperialismo y la oligarquía son conscientes de ello, quieren prolongar su agonía con medidas económicas y políticas.
“La burguesía consciente de la gravedad y el alcance de la crisis estructural y sistémica en todas sus órdenes, reacciona de la única manera posible: endurece la sobreexplotación de la clase trabajadora y dominación de los pueblos para dilatar la inevitabilidad de su superación y tratar de perpetuar sus privilegios.
“El imperialismo opta por intentar minimizar los demoledores efectos de la agonía del capitalismo profundizando en la guerra permanente, global e infinita que progresivamente viene implementando desde la desaparición de la URSS y la derrota temporal del Socialismo en Europa. La oligarquía anglo-yanqui-sionista pretende evitar el colapso y hundimiento del modo de producción capitalista promoviendo la guerra global permanente como alternativa para asegurar su supervivencia.
“Necesita con celeridad incrementar la tasa de ganancia, por lo que ha optado sin contemplaciones por el abaratamiento de las materias primas, de los combustibles y de la energía, pero también de la fuerza de Trabajo. Para lograrlo emplea todos los medios a su alcance, destacando el uso de las guerras de rapiña”.
Para no alargar en exceso esta crítica, en cuanto a estos párrafos, nos limitaremos a hacer unas observaciones:
1.- La sobreexplotación de la clase obrera y la dominación de los pueblos no las hace la burguesía porque sea consciente de su extinción y quiera vivir un poco más, sino para elevar sus ganancias. Es el proceso natural de desarrollo capitalista, que puede ser limitado o quebrado por la lucha de clases, las luchas de liberación nacional, las contradicciones intercapitalistas,… Lenin nos señalaba que precisamente medidas de ésas como la sobleexplotación de la clase obrera, el descontento de las masas, etc., eran factores que preparaban la revolución socialista. Las condiciones objetivas ponen al orden del día del proletariado la tarea de la revolución, pero la falta de desarrollo del factor subjetivo imposibilita el cumplimiento de la tarea.
2.- Según parece, el imperialismo (en su conjunto) hace la guerra para ‘minimizar’ su agonía. Sólo se explica la guerra para evitar el colapso del capitalismo. Eso de conseguir nuevos mercados, luchar por la hegemonía, robar las materias primas, conseguir un nuevo reparto basado en la fuerza, someter a otros pueblos, etc., etc., no tiene nada que ver. ¡Se hace la guerra planificadamente para salvar el capitalismo! Además, resulta extraordinariamente exagerado hablar de ‘guerra permanente, global, infinita’. Así se borra de un plumazo las especificidades de cada guerra. El imperialismo tiende siempre a la guerra, eso es verdad, pero cada guerra hay que analizarla de manera particular dentro del desarrollo general de las contradicciones.
3.- Según el texto, el agente más consciente dentro del imperialismo debe ser la oligarquía anglo-yanqui-sionista que actúa planificadamente para salvar el modo de producción capitalista y no por sus intereses particulares. No sabemos el papel que ocupan las oligarquías financieras de otros estados imperialistas, ni tampoco el papel de los estados, ni del resto de los capitalistas.
4.- La burguesía, el imperialismo, la oligarquía,… Se plantea todo como si hubiese una unidad, un plan, una única táctica, un único ser y no existiesen contradicciones ni competencia interimperialista. Si nos fijamos en los documentos de la Internacional Comunista, descubriremos que se habla siempre en ellos de los diversos países imperialistas, con su unidad, su lucha y sus heterogéneas situaciones, intereses y tácticas. Aquí parece que, en la situación concreta, el imperialismo es uno e indivisible. La realidad es que las contradicciones interimperialistas son factores que ‘facilitan’ el triunfo de la revolución. No, no existe sólo unidad, sino también lucha. Las guerras, al estar en un plano político, las hacen los estados, aunque en ellos domine la oligarquía financiera, y estos tienen sus intereses, sus dependencias, sus deudas, etc., y no siempre favorecen a toda su oligarquía. Baste de ejemplo que una gran parte de la oligarquía alemana sufre las consecuencias de la guerra de Ucrania y el sometimiento de su país a los intereses norteamericanos; tampoco una buena parte de la oligarquía yanqui está de acuerdo con esa guerra (véase, por ejemplo, a la parte de ella que representa Trump); e, incluso, del bloque, propuesto en el documento, de la ‘oligarquía anglo-yanqui-sionista’ se ha desmarcado, en cierta medida, Israel al negarse a imponer sanciones económicas a Rusia y a enviar armas a Ucrania; etc. ¿Esto sucede porque no son conscientes de que hay que salvar el modo de producción capitalista o porque esa guerra contra Rusia va en contra de sus intereses particulares?
5.- Otra vez, el mundo se mueve por la ‘teoría del derrumbe del capitalismo’, todo tiene la misma línea argumental. Se tiene una gran confianza en el ‘derrumbe del capitalismo’, más que en la propia clase obrera. Puede ser que se espere la reacción espontánea de las grandes masas antes de que se consume el colapso, pero eso no va a pasar en sentido socialista, sin dirección del partido de la clase obrera que marque el camino en cada lugar; podrá haber revueltas espontáneas, pero sin objetivo político revolucionario. ¿O es que los comunistas vamos a esperar a estas revueltas espontáneas para marcar el objetivo? Además, ¿qué pasará si se consuma el colapso y no ha habido revolución?, ¿el mundo se convertirá por sí solo en socialista?
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Sin autocrítica no habrá partido comunista, sin táctica no habrá revolución.
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Si en el análisis de las causas de la bancarrota del imperialismo, la Declaración se limita a contemplar las causas económicas, para analizar la crisis o la derrota del movimiento obrero, se limita a contemplar las causas externas. Dice así:
“Esto hasta el momento ha sido posible gracias a la deliberada y bien planificada destrucción del movimiento obrero y de sus organizaciones de vanguardia, mediante la aniquilación y/o cooptación de las organizaciones de clase y los partidos comunistas, muchos de ellos mutados en esperpénticas maquinarias revisionistas y electorales”.
Como decíamos, solamente las causas externas (‘la deliberada y bien planificada destrucción’, ‘mediante la aniquilación y/o cooptación’) son las culpables de la derrota ‘del movimiento obrero y de sus organizaciones de vanguardia’. De esta manera, se cae en una concepción metafísica y no dialéctica. La dialéctica materialista enseña que “las causas externas constituyen la condición de los cambios y las causas internas la base de los cambios y que las causas externas actúan a través de las causas internas”, en definitiva, “las contradicciones internas de las cosas son la causa básica de su desarrollo”[28]. Podemos explicar esta verdad con un ejemplo que expone Mao:
“En 1927, la gran burguesía china derrotó al proletariado aprovechando el oportunismo que existía entonces dentro del proletariado chino (dentro del Partido Comunista de China). Cuando eliminamos ese oportunismo, la revolución china recuperó su vuelo. Más tarde, la revolución china volvió a sufrir serios golpes de sus enemigos, a causa del aventurerismo que apareció dentro de nuestro Partido. Cuando eliminamos el aventurerismo, nuestra causa volvió a reanudar su avance”[29]. [Los resaltados son nuestros].
Como vemos, el enemigo no es que planifique mutar ‘las organizaciones de clase y los partidos comunistas’ en ‘esperpénticas maquinarias revisionistas y electorales’, sino que aprovecha las contradicciones internas dentro del proletariado para golpearlo. El enemigo no genera mediante una planificación al oportunismo ni el aventurerismo, sino que se aprovecha de su existencia, porque tanto el oportunismo (el revisionismo de derecha, el reformismo), como el aventurerismo (el ‘izquierdismo’) tienen una base material, o sea, no se crean artificialmente. El imperialismo derrotó a los países socialistas aprovechando sus contradicciones internas, porque en su seno triunfaron las políticas revisionistas; consecuencia de aquello, el movimiento obrero revolucionario cayó en un largo proceso de declive porque los marxistas-leninistas no supimos vencer al oportunismo; ahora el movimiento obrero está huérfano porque no tiene su partido, su destacamento organizado de vanguardia, y los marxistas-leninistas estamos confusos, dispersos y no sabemos luchar contra el oportunismo dentro del propio movimiento obrero (le dejamos vía libre en las organizaciones básicas de la clase), muchas veces hasta renunciamos a la acción política (la táctica política), teniendo una enorme prisa en lanzarnos a la revolución sólo con el corazón. Engels explicaba que los obreros ingleses apoyaban al imperialismo y se aprovechaban de las migajas de las superganancias porque “aquí no hay un partido obrero”[30]. Lenin nos enseñaba como esas migajas generaban una aristocracia obrera, pero no renunciaba nunca a que su partido luchara contra esos oportunistas dentro de las propias organizaciones que ellos dirigían, porque ahí estaban la mayoría de las masas organizadas (porque debemos romper con el oportunismo, pero no con las masas, aunque estén dirigidas por oportunistas).
Sabemos que la burguesía siempre intentará quebrar el movimiento obrero (incluso el reformista), más aún el movimiento obrero revolucionario, sobre todo, a su partido comunista, y se aprovechará de sus contradicciones internas. Los comunistas debemos actuar sobre esas contradicciones internas para solventarlas en favor del desarrollo revolucionario.
Tenemos que reflexionar sobre todo esto. Si no reconocemos estas cuestiones no podremos hacer avanzar nuestra causa. Si no reconocemos nuestros errores, si no hacemos autocrítica como marxistas-leninistas, no podremos organizar y educar a nuestra clase y vencer a la burguesía, cosa que pasará solamente si vencemos al oportunismo de derecha y de izquierda dentro del movimiento obrero y del partido.
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Continúa la Declaración Política:
“Mediante la batalla ideológica han logrado sustituir la contradicción Capital-Trabajo por inofensivas y fragmentadas demandas sectoriales, que alimentando el fetichismo de poder mejorar y democratizar el capitalismo, niegan la posibilidad de un cambio revolucionario”.
Creemos que es imposible que los capitalistas puedan sustituir por ninguna otra cosa la contradicción capital-trabajo, puesto que es el fundamento de su modo de producción. Hay que puntualizar que se sigue realizando movimiento en torno a la contradicción capital-trabajo en forma de lucha sindical en los centros de trabajo contra despidos, ERES, mejores salarios, etc. Pero éstas, también, desde el punto de vista revolucionario, no dejan de ser luchas ‘inofensivas’ para el capitalismo en general porque no lo cuestionan. No son sólo ‘inofensivas’ las demandas sectoriales. No se puede estar en contra de las demandas sectoriales, como si éstas fuesen antagónicas con la contradicción capital-trabajo. No se puede estar en contra de la lucha por reformas y derechos democráticos pues es la forma que las masas tienen para educarse en la lucha por el socialismo. El problema no es que existan esas demandas sectoriales, si son democráticas y justas, sino que los comunistas no estamos en ellas y no logramos llegar a organizar unitariamente todas ellas con las del movimiento obrero, para hacer un conjunto de reivindicaciones que enseñen a las masas a luchar por el socialismo, que a través de esas luchas comprendan que el problema no es la falta de derechos, sino el capitalismo[31]. Volvemos al problema principal que hace que el movimiento obrero no cuestione el sistema o que los ‘sectores’ estén individualizados: la falta de Partido Comunista con una línea justa.
Las luchas democráticas y por reformas no tienen por qué hacer negación de ‘la posibilidad de un cambio revolucionario’, todo lo contrario, pueden abrir el camino revolucionario. Lenin, que tiene mucha más autoridad que nosotros, decía: “Constituiría un profundísimo error pensar que la lucha por la democracia pueda apartar al proletariado de la revolución socialista, o atenuar ésta, velarla, etc. Al contrario, de la misma manera que es imposible un socialismo triunfante que no implante la democracia completa, es imposible también que se prepare para la victoria sobre la burguesía un proletariado que no sostenga una lucha múltiple, consecuente y revolucionaria por la democracia”[32].
En cualquier caso, en el documento, al no trazar una línea correcta de actuación, parece que se están negando las reivindicaciones democráticas, lo que demostraría la falta de comprensión de la importante relación entre la democracia y el socialismo.
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Imperialismo y mundo multipolar. ¿Nueva época histórica?
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Posteriormente, la Declaración Política contiene una serie de párrafos que relatan la situación actual de guerra, las pretensiones rapaces del imperialismo, el debilitamiento del mismo, las posibilidades de una III Guerra Mundial, bajo el dominio de Estados Unidos, y la rebelión de los Estados dependientes, cuestiones que compartimos, salvo algunos pequeños elementos, que ya hemos comentado o que comentaremos más abajo. Sólo nos centraremos en tres párrafos que representan tres cuestiones que necesitamos comentar con brevedad: 1. ¿existe en la actualidad un gobierno del mundo?; 2. ¿se abrirá una nueva época histórica con el mundo multipolar?; y, 3. ¿es la ética lo que marca la necesidad de la revolución?
La primera cuestión la planteamos por lo que se entrevé en bastantes partes del relato y, específicamente, en el párrafo siguiente:
“Desarmada la clase obrera, desnuda de sus organizaciones defensivas y de lucha, también la pandemia de la Covid-19 está siendo empleada como un laboratorio global donde experimentar sin oposición y control social, los recortes de derechos y libertades, entre cientos de millones de trabajadores y trabajadoras”.
No nos vamos a detener en esta crítica en analizar la pandemia del Covid-19, las políticas aplicadas ni sus consecuencias, ya que aquí no vienen explicitadas las opiniones de los firmantes de la Declaración (que creemos que son diversas). Pero no podemos dejar de mencionar que no nos parece demasiado riguroso plantear que la pandemia ‘está siendo empleada como un laboratorio global donde experimentar sin oposición y control social, los recortes de derechos y libertades’[33], cuestión que se une a otro momento del texto que habla de “los tenebrosos centros de decisión de la oligarquía”. Sabemos todos que los capitalistas aprovechan las oportunidades para someter a la clase obrera y a los pueblos, incluso las producidas por el azar; también sabemos que el imperialismo tiende a la reacción política, a eliminar los derechos y libertades De ahí a decir que alguien, o algún ente, ha planificado un experimento en todo el mundo para recortar derechos y libertades, hay una gran distancia de concepción. Esto hace presuponer que alguien diseña una estrategia global, que alguien gobierna el mundo, y parece ser que este ‘alguien’ son ‘los tenebrosos centros de decisión de la oligarquía’. Esta cuestión nos colocaría al nivel de la teoría del ultraimperialismo, la cual abría la posibilidad de que la política imperialista fuese sustituida por otra nueva, “que en vez de la lucha de los capitales financieros nacionales entre sí colocase la explotación común de todo el mundo por el capital financiero unido a escala internacional”[34]. A esto contestaba Lenin que una coalición entre imperialistas o una alianza general entre todas las potencias imperialistas, siempre son temporales, es más, son treguas entre guerras: “Las alianzas pacíficas preparan las guerras y, a su vez, surgen de las guerras, condicionándose mutuamente, dando lugar a una sucesión de formas de lucha pacífica y no pacífica sobre un mismo terreno de vínculos imperialistas y de relaciones recíprocas entre la economía y la política mundiales”[35].
Creemos que asumir la teoría del ‘laboratorio global’ y de los todopoderosos y ‘tenebrosos centros de decisión de la oligarquía’ significa negar que existan contradicciones interimperialistas en todos los terrenos, lo que modificaría drásticamente la concepción de la lucha revolucionaria[36]. Los monopolios luchan entre sí, los países imperialistas luchan entre sí. Aunque lleguen a acuerdos y alianzas temporales, siempre construidos sobre la base de la fuerza, mantienen la lucha.
En la actualidad, por ejemplo, USA impone su dominación a los otros países imperialistas, incluso, impone acuerdos por la fuerza, pero esto no quiere decir que vaya a ser así siempre, puede haber cambios en la calidad de la fuerza de los distintos países (de los países imperialistas y de los países oprimidos, incluso alguno de estos últimos podría llegar a transformarse en imperialista). Es cierto que, bajo el dominio de USA, se ha creado un sistema imperialista internacional, una alianza interimperialista que aparenta permanencia y una paz estable entre los países imperialistas. El período posterior a la II Guerra Mundial hasta nuestros días, se caracteriza ciertamente por la prevalencia a la colusión, primero frente al campo socialista y, después de 1991, frente a cualquier estado cuyo desarrollo espontáneo cuestionase la jerarquía dentro del sistema internacional impuesto. La internacionalización del proceso de reproducción capitalista, lleva a la preferencia de las oligarquías financieras nacionales por la colusión bajo el mando yanqui frente a la clase obrera, los Estados socialistas y las naciones oprimidas. Incluso se puede afirmar que en muchos momentos tienen estrategias comunes o éstas son impuestas, pero llenas de contradicciones. Por tanto, tenemos que tener en cuenta tanto la tendencia a la unidad, como la tendencia a la lucha, aunque cada una de ellas sea más potente en cada período. Ni tan siquiera en este largo período en el que no ha habido una guerra directa entre potencias imperialistas, se han podido evitar (además de las guerras comerciales y entre monopolios) guerras subsidiarias o por delegación, por ejemplo, la guerra indo-pakistaní[37], la guerra en Ruanda[38] o la de la República Democrática del Congo[39].
La oligarquía financiera no es más que una pequeña cúspide de la burguesía de cada país. Es la que dirige a su clase social, pero sólo mientras no se agudice la contradicción suya con el resto de la misma. Esto puede acabar ocurriendo en Europa y en otras potencias imperialistas. Los Estados son dirigidos por las oligarquías financieras, pero son Estados burgueses que se deben también a las fracciones menos financieras y más nacionales de la clase capitalista, así como a sus altas burocracias. En definitiva, no podemos negar la tendencia del capitalismo monopolista hacia un trust único mundial, pero esta tendencia no puede abrirse paso sin agudizar las contradicciones en el campo burgués y con el resto de las clases. Nuestro deber es aplicar una táctica que se apoye en ellas.
Desde nuestro punto de vista, será necesario debatir más profundamente estas cuestiones y aclarar los posicionamientos, para averiguar lo acertado o erróneo en la actualidad de cada concepción.
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La segunda cuestión que nos planteábamos es la referente al mundo multipolar y la nueva época histórica. La Declaración dice lo siguiente:
“La victoria del categorizado como Frente Multipolar y la derrota del enemigo principal de los Pueblos, el Imperialismo anglo-yanqui-sionista puede suponer la apertura de una nueva época en la Historia de la Humanidad. Las fuerzas revolucionarias que firmamos esta declaración consideramos que en esa nueva etapa histórica existirán mejores condiciones objetivas y subjetivas para el triunfo de la transición socialista al Modo de Producción Comunista”.
Si al principio de la Declaración Política se muestra una gran confianza en el fatalismo del ‘derrumbe del capitalismo’ por causas económicas, ahora se muestra la confianza en la derrota del imperialismo por el ‘Frente Multipolar’ que llevará a una ‘nueva época en la Historia de la Humanidad’, donde habrá ‘mejores condiciones objetivas y subjetivas para el triunfo’ de la revolución. Ambas ‘confianzas’ nos llevan a la pasividad, a esperar que los procesos naturales u otras fuerzas exteriores hagan lo que nosotros no somos capaces de hacer, al menos, que nos ayuden a hacerlo.
Nos preguntamos: ¿qué ‘nueva época’ histórica se abrirá con el triunfo del ‘Frente Multipolar’? ¿la derrota del ‘imperialismo anglo-yanqui-sionista’ en la disputa por un ‘nuevo orden internacional’ significará la desaparición o superación de la época histórica del imperialismo? ¿en el hipotético nuevo mundo multipolar las relaciones entre países serían en un plano de igualdad? ¿por qué tendríamos ‘mejores condiciones objetivas y subjetivas para el triunfo de la transición socialista al Modo de Producción Comunista’? ¿los capitalistas lucharían menos contra la revolución socialista? … Habría que aclarar éstas y muchas preguntas más. Puntualizamos algunas cosas:
1.- El marxismo-leninismo enseña que nos encontramos en la época histórica del imperialismo, última fase del capitalismo. Es antesala de la revolución socialista precisamente porque prepara las condiciones materiales para la transición a un modo de producción más elevado. No podemos confundir la pérdida relativa de hegemonía por parte del ‘imperialismo occidental’, o conseguir en la disputa un nuevo contrato de relaciones, a priori, ‘más justo’, con la gestación de una ‘nueva época’ histórica. A no ser que se cumpliese una utópica marcha atrás en la historia o a no ser que el ‘mundo multipolar’ significase una transformación socialista, seguiremos en la misma época histórica, la del imperialismo. Negarlo “sería no saber diferenciar un fenómeno concreto de toda la suma de variados fenómenos posibles de una época. La época se llama precisamente época porque abarca toda una suma de diversos fenómenos y guerras, típicos y no típicos, grandes y pequeños, propios de los países avanzados y de los atrasados”[40].
2.- Es necesario que hagamos solidaridad internacionalista con toda lucha antimperialista. Todo ese conjunto de países oprimidos o dependientes que llaman ‘frente multipolar’, están llevando esa lucha a cabo, más o menos, con mayor intensidad o más moderadamente, de una forma violenta o modificando las relaciones económicas y/o políticas. Esta rebeldía debilita el imperialismo y debemos apoyarla. Pero, por ello, no podemos afirmar que con el triunfo de estas luchas (está por ver cómo acaba todo este proceso) se acabará con el imperialismo y nacerá una ‘nueva época’ en la que será más fácil la ‘transición socialista’; incluso algunos afirman que esta ‘nueva época’ será la transición al socialismo. Estas son afirmaciones mucho más que aventuradas.
3.- Ciertamente pueden modificarse las relaciones económicas y políticas, las hegemonías, las dominaciones, las dependencias, las soberanías, incluso, pueden pasar países opresores a ser oprimidos y al revés. Aún suponiendo, siendo audaces, que las disputas señaladas llevasen a la pérdida de condición de imperialista de las potencias occidentales, el mundo seguiría siendo capitalista (salvo las excepciones actuales, si en esta ‘nueva época’ se mantienen), entonces: seguiría el desarrollo desigual, la búsqueda de más y más ganancias, la acumulación de capital, el ‘robo’ de los recursos, la sumisión de los pueblos, la explotación de los obreros, la competencia y los monopolios. ¿Podrían surgir nuevos países imperialistas? Por supuesto, el proceso natural del capitalismo conduce a ello, incluso podrían recomponerse los viejos. Por ejemplo, ¿quién puede asegurar que Rusia no se convertiría en un país imperialista si vence a la OTAN y se modifican las relaciones internacionales? Si tomamos en cuenta la opinión del Partido Comunista de los Obreros de Rusia (que apoya la operación militar en Ucrania), actualmente Rusia es un país imperialista en gestación[41]; otros comunistas dicen que en Rusia no domina la oligarquía financiera, sino la burguesía compradora y el funcionariado patriótico[42]. Ahora libra una guerra por su independencia nacional, pero sea una cosa o sea la otra, el desarrollo de la Rusia actual podría llevarla a convertirse en un país imperialista.
4.- ¿Quién podrá evitar que culmine la tendencia del capitalismo hacia el imperialismo? ¿Quién puede derrotar realmente al imperialismo? Solamente el proletariado mediante la revolución socialista en cada país y a nivel mundial. ¿Nos facilitará el camino la burguesía dominante en el ‘frente multipolar’, en el mundo multipolar? No nos engañemos, toda la burguesía de cada país y toda la burguesía mundial se unirá contra el proletariado y su revolución.
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La tercera cuestión que queríamos exponer es la referente a la posibilidad de que sea la ética la que rija la necesidad revolucionaria. Dice la Declaración:
“Frente a este escenario de obscena concentración de Capital en cada vez menos manos, las fuerzas comunistas y revolucionarias no podemos practicar el autismo, ejercer la contemplación, interpretar erróneamente los sucesos en desarrollo mediante lecturas derivadas de inercias y comodidades que nos alejan de la realidad de la lucha de clases”.
Al apuntar el párrafo que la actualidad se define por una ‘obscena concentración de Capital’ y que ‘las fuerzas comunistas y revolucionarias’ tienen que actuar por eso, se le da al proceso natural de desarrollo capitalista y la respuesta que deben dar los comunistas una categoría ética: los comunistas deben actuar porque la gran concentración de capital es obscena. No, no es un problema de ética, a los capitalistas no les mueven planes perversos, sólo les mueve la obtención de más beneficios[43]. Es precisamente esa gran concentración de capital lo que marca que las condiciones materiales han madurado lo suficiente para transformar la sociedad con nuevas relaciones sociales de producción (socialistas). Dicho de otra manera: el capitalismo ha cumplido su función histórica y la clase obrera está obligada “a tomar en sus manos las riquezas y las fuerzas productivas, para conseguir que sean aprovechadas en beneficio de toda la sociedad”[44].
Estamos de acuerdo en que no podemos ‘interpretar erróneamente los sucesos en desarrollo’, pero creemos que, según hemos podido ver hasta ahora, esta Declaración Política incurre precisamente en eso y, así, se aleja ‘de la realidad de la lucha de clases’.
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Tareas inmediatas de los comunistas.
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Después del análisis anterior, de los argumentos teórico-políticos, la Declaración Política encamina unas consideraciones, que son tareas de los comunistas y que marcan línea política. Evidentemente, si los análisis de la situación y los argumentos teórico-políticos son erróneos, y así lo consideramos, éstos no pueden más que llevar a definir una línea política y unas tareas urgentes que no aciertan con las necesidades urgentes del movimiento comunista. Por tanto, en general (alguno podría redefinirse), los seis puntos planteados tienen escasa validez para avanzar en la unidad de acción de los comunistas.
Comienza el primer punto con la llamada a la acción revolucionaria:
“1.- La nueva realidad geopolítica del enfrentamiento entre el bloque imperialista occidental y el frente multipolar abre oportunidades que deben ser aprovechadas por las fuerzas revolucionarias para lograr la victoria de la Revolución Socialista en nuestras respectivas formaciones sociales”.
Es cierto que el enfrentamiento ‘abre oportunidades’ para las ’fuerzas revolucionarias’. Pero, rogamos por un momento que se preste atención a lo que dice Unión Proletaria en su ‘Propuesta de Plataforma por la Unidad Obrera’; no pedimos que se esté de acuerdo, pero sí, al menos, que se preste atención para poder observar y entender las diferencias: “la dominación capitalista no se está cuestionando por la mayoría de los países que luchan por su soberanía nacional, pero su rebelión frente al sistema imperialista actual debilita a éste, e, indirectamente, ayuda al despertar de las masas oprimidas de todo el mundo si hay fuerzas políticas que las puedan impulsar con organización y conciencia”[45].
Compartimos que ‘abre oportunidades’, pero la Declaración plantea de manera incuestionable que ya existen ‘fuerzas revolucionarias’ suficientes y Unión Proletaria pone como condición que existan ‘fuerzas políticas’ capaces; la Declaración lanza a las ‘fuerzas revolucionarias’ al asalto, a la ‘victoria de la Revolución Socialista’, mientras Unión Proletaria plantea la necesidad del ‘despertar de las masas’ que sólo pasará con ‘fuerzas políticas que las puedan impulsar con organización y conciencia’. La Declaración Política quiere llegar a la meta sin recorrer el camino y sin las masas; mientras Unión Proletaria plantea la relación entre el partido y las masas para recorrer el camino hacia la meta.
En definitiva, compartimos que la intensificación de las contradicciones, abre oportunidades para la acción política de las masas. Pero no estamos de acuerdo con llamar a la ofensiva revolucionaria, al asalto revolucionario, sin primero preparar la lucha, sin que ni siquiera exista una fuerza política que pueda impulsar el despertar de las masas con organización y conciencia. Aunque las condiciones objetivas vayan jugando a favor del ‘despertar de las masas’, las condiciones subjetivas son tan precarias que los comunistas estamos obligados a aprovechar las oportunidades abiertas para construir sus bases. Tenemos que dar los primeros pasos. Y, aunque sea urgente, el proceso difícilmente será tan inmediato como aparenta el documento.
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En el segundo punto pretende la Declaración marcar diferencias con el reformismo:
“2.- El capitalismo es irreformable. El electoralismo y la institucionalización de la intervención política y social que caracteriza el actuar de las fuerzas socialdemócratas y reformistas es un fraude para seguir desviando la atención de los sectores más avanzados de nuestra clase sobre cuáles son las tareas históricas”.
Cierto, el capitalismo es irreformable como para satisfacer los intereses generales de la clase obrera. Es correcto denunciar el electoralismo, reseñando el sufijo “ismo” que le da el sentido ideológico, como una doctrina política que es la que aplican los reformistas. Pero no debemos confundir lo ‘irreformable’ y el ‘electoralismo’, con la lucha por reformas y la lucha electoral, incluso con el parlamentarismo (el sistema político). Se trata de acciones políticas que son necesarias para la educación y organización de las masas, y que parece que no caben en la Declaración Política que estamos analizando.
La actuación reformista es un fraude en cuanto a las promesas que se le puedan hacer a la clase obrera. Pero debemos comprender que, si exceptuamos a los dirigentes oportunistas de los sindicatos, los actuales políticos reformistas no dicen representar a la clase obrera, sino a un ambiguo ‘los de abajo’, y, claro, para ellos, lo que es bueno para las capas intermedias, es bueno para todos los de abajo. Por tanto, estos reformistas profesan la confusión entre las clases que forman el pueblo y, por esa razón, son representantes directos de la pequeña burguesía y no agentes de ésta en el seno del movimiento obrero. Su existencia y su papel son inevitables bajo el capitalismo. No se les puede imputar ningún delito de usurpación o de traición al movimiento obrero, puesto que no forman parte de él. Ciertamente, influyen negativamente en nuestra clase social, pero si su engaño sale adelante, algo de responsabilidad tendremos los comunistas por no darle un partido político a los proletarios, independiente de la pequeña burguesía, y puedan los reformistas campar a sus anchas. Y esto, porque predomina entre los comunistas el criterio sectario de perpetuar la división orgánica por pretextos ideológicos, en vez de conformar un único partido político sobre la base de delimitar concretamente los intereses del proletariado en contraste con los intereses de la burguesía y la pequeña burguesía. Pero, como veíamos antes, la autocrítica no figura en el formulario del documento.
El electoralismo, igual que su continente (la democracia burguesa), es una táctica de la burguesía, también lo es, en otros momentos, la dictadura (ambas, formas de estado de la dictadura de la burguesía), y la pequeña burguesía y las capas intermedias lo toman como suyo porque comparten con los capitalistas la firme creencia en el estado neutral, la meritocracia y la tecnocracia.
Bien está denunciar el electoralismo, pero los sectores más avanzados de nuestra clase no desvían su atención de sus tareas históricas solamente porque les engañan los reformistas, sino principalmente porque no saben cuáles son sus tareas históricas. Nuestra clase hoy no piensa ni actúa políticamente de manera independiente (alguna responsabilidad tenemos los que nos consideramos conscientes). Volvemos a lo mismo, la principal tarea de los comunistas es construir la organización política de nuestra clase para educarla en sus tareas históricas y organizarla para alcanzarlas. Esto hay que hacerlo de tal manera, que tenga efecto, educando a las masas a través de su propia experiencia. Para ello, necesitamos la táctica, un programa mínimo, la lucha por cuestiones cotidianas, por necesidades urgentes y vitales, estar en los sindicatos, en las huelgas parciales, luchar por la democracia, por reformas, hacer lucha electoral, poner como ejemplo la historia de la clase obrera, etc., sin dejar nunca de hacer propaganda socialista como cuestión fundamental, y enlazando todas estas luchas con el objetivo final. Así se comprenderán las tareas históricas.
Repetimos, bien está denunciar el electoralismo como reformismo, pero el párrafo solamente plantea la contradicción entre electoralismo y tareas históricas. Las tareas históricas son la revolución, la toma del poder y la dictadura del proletariado, para organizar la sociedad socialista hacia el comunismo. Pero si queremos la revolución, tendremos que querer también el medio para conseguirla: la acción política. Lo explicaba Engels mucho mejor que nosotros cuando escribía contra el oportunismo anarquista, contra el sectarismo y contra el reformismo:
“Queremos la abolición de las clases. ¿Cuál es el medio para alcanzarla? La dominación política del proletariado […]. Pero la revolución es el acto supremo de la política; el que la quiere debe querer el medio, la acción política que la prepara, que proporciona a los obreros la educación para la revolución y sin la cual los obreros, al día siguiente de la lucha, serán siempre engañados por los Favre y los Pyat[46]. Pero la política a que tiene que dedicarse es la política obrera; el partido obrero no debe constituirse como un apéndice de cualquier partido burgués, sino como un partido independiente, que tiene su objetivo propio, su política propia. Las libertades políticas, el derecho de reunión y de asociación y la libertad de prensa: estas son nuestras armas. Y ¿debemos cruzarnos de brazos y abstenernos cuando quieran quitárnoslas? Se dice que toda acción política implica el reconocimiento del estado de cosas existente. Pero cuando este estado de cosas nos da medios para luchar contra él, recurrir a ellos no significa reconocer el estado de cosas existente”[47].
Tal como se plantea en la Declaración la contradicción entre electoralismo y tareas históricas, parece que cualquier participación electoral es electoralismo. Parece que no deja margen para la táctica ni el programa mínimo ni la lucha por cuestiones democráticas. Entonces ¿cómo convencemos a los medianamente conscientes y al resto de las masas? ¿cómo llevamos el socialismo al movimiento obrero? ¿cómo independizamos políticamente al proletariado? “¡El marxismo enseña que ‘luchar contra el oportunismo’, negándose a utilizar las instituciones democráticas de la sociedad actual, capitalista, creadas por la burguesía y deformadas por ella, es claudicar eternamente ante el oportunismo!”[48] . Está bien señalar lo incorrecto, las desviaciones, la política oportunista, pero también es necesario exponer la línea correcta. Si no, ni educamos ni organizamos.
Fijémonos en cómo planteaba Lenin esquemáticamente la lucha por el socialismo:
“La lucha por el socialismo consiste en la unidad de la lucha por los intereses inmediatos de los obreros (en consecuencia, por las reformas) y la lucha revolucionaria por el poder, por la expropiación de la burguesía, por el derrocamiento del Gobierno burgués y de la burguesía. […].
Aproximadamente:
1.- Votar por reformas + acción revolucionaria de las masas.
2.- Parlamentarismo + manifestaciones…
3.- Demanda de reformas + demanda (concreta) de la revolución.
Lucha económica en conjunto con los no organizados, con las masas, y no sólo en nombre de los obreros organizados…
4.- Literatura para la vanguardia + Literatura gratuita en masa para los más atrasados, para los no organizados, para las ‘masas inferiores’…
5.- Literatura legal + ilegal”[49].
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En el siguiente punto de la Declaración, se expone qué se debe hacer:
“3.- No existe más alternativa para evitar que nos conviertan en simples esclavos y colonias de la oligarquía que reconstruir el movimiento obrero, reorganizar los partidos comunistas y revolucionarios, para la toma del poder, y el inicio de la transición socialista al Modo de Producción Comunista”.
No sabemos muy bien lo que se quiere decir con ‘que nos conviertan en simples esclavos’. ¿Tal vez sea solamente una metáfora para expresar el deterioro acelerado de las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores? Nos podríamos inclinar por esta alternativa, aunque teniendo en cuenta que los obreros ya sufren en el capitalismo la esclavitud asalariada. Entendemos aún menos el significado de la frase ‘que nos conviertan en… colonias de la oligarquía’. Decimos que no lo entendemos porque no creemos que la oligarquía sea un ente extraño a nuestra sociedad y a ‘nuestros’ territorios, un ente que venga a conquistarnos. No es extraña ni a nuestro Estado ni tampoco a las naciones que están dentro de él. Es más, consideramos que España es un país imperialista donde, en consecuencia, domina la oligarquía financiera. ¿Puede aumentarse la dependencia del país por parte de otros Estados más fuertes? Es posible, pero tenemos ya la oligarquía en casa. Esta primera parte del párrafo, o es un error, o una utilización poco afortunada de metáforas porque se pueden malinterpretar.
Por otro lado, tal como se habla de ‘reconstruir el movimiento obrero’ y ‘reorganizar los partidos comunistas’, parece que son dos tareas distintas, cuando la verdad es que para la primera cuestión se precisa de la segunda (el aspecto principal de la contradicción es el partido, que es el portador del socialismo). Puede valernos decir ‘reconstruir el movimiento obrero’ si se le da el sentido de reparar algo que está dañado, pero sin olvidar que el movimiento obrero ya existe (aunque sea en derrota y dirigido por oportunistas) y que hay que trabajar en su seno para derrotar a los oportunistas y organizar y concienciar a la clase para convertirlo en movimiento obrero revolucionario. Para eso, creemos que es necesario, no solamente ‘reorganizar’ los partidos comunistas, o sea, darles otra estructura, sino ‘reconstituir’ un Partido Comunista (bolchevique) fuerte e implantado entre las masas con unidad ideológica marxista-leninista, para educar y organizar a aquellas en el socialismo, con una estrategia firme y una táctica flexible. Así es como se podrá independizar políticamente a la clase obrera.
Después en el texto se pasa directamente a la revolución. Está bien marcar el objetivo final, es necesario, pero se obvia el camino que requerirá diversas tácticas para educar y organizar a las masas. No basta con apelar a ‘reconstruir el movimiento obrero’, sino que hay que elevar la conciencia del proletariado para que esté dispuesto a tomar el poder. Sólo se le educa, se le organiza y conciencia sobre la base de la experiencia propia, sobre la base de la realidad concreta. No basta con apelar a ‘reorganizar los partidos comunistas’, sino que hay que construir el partido político que lleve el socialismo a la clase obrera. Sólo podrá hacerlo formulando un plan de ‘fusión’ del socialismo con el movimiento obrero desde lo existente, con las tácticas políticas, las paradas intermedias y los compromisos[50] necesarios para conseguir el fin. Sólo podrá hacerlo indicando a las masas “clara y exactamente su camino”[51]. ¡Vamos al asalto directamente, cuando ni siquiera estamos preparados para una lucha de posiciones! ¡Si ni siquiera tenemos ejército ni oficiales para dirigirlo!
Sería un error pensar (en la Declaración no se dice esto, pero se obvia indicar cómo llegar hasta ‘la transición socialista’) que, como ‘no existe más alternativa’ que el socialismo, no sirve de nada la lucha por reformas, la electoral, el trabajo en los sindicatos reformistas o reaccionarios, la táctica política, el programa mínimo, etc. El Partido Comunista no se organiza para tomar directamente el poder, sino para ganar al proletariado para que éste tome el poder en sus manos. Evidentemente, el Partido Comunista, al ser la cabeza de la clase, irá al frente, pero no lo hará sin la clase (sería un suicidio). No es conveniente formular únicamente deseos, sino posibilidades reales de práctica política, sobre la base de un plan, hacer camino a través de las necesidades urgentes de la clase obrera para prepararla para la acción revolucionaria. Y, ¿cuál es la necesidad política más urgente de la clase obrera sin la cual no es posible la acción revolucionaria hacia el socialismo? La construcción de su Partido Comunista, a través, en un principio, de la unidad de los marxista-leninistas. No nos cansamos de repetirlo porque parece ser que para muchos no entra en el orden del día o se ve como una tarea secundaria.
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Después del confuso punto 3, muy relacionado con las tareas más urgentes de los comunistas, la Declaración pasa a un cuarto punto de tareas más alejado, no porque no sea necesario en la lucha de clases internacional, sino porque su camino es más largo y complejo, ya que las premisas no están forjadas aún. Dice así:
“4.- Contribuir a la construcción de espacios y coordinación de luchas a escala internacional es una necesidad perentoria. Es urgente avanzar en la articulación práctica del Frente Mundial Antiimperialista sobre la base de acuerdos políticos concretos”.
Ningún comunista puede estar en contra de ‘la construcción de espacios y coordinación de luchas a escala internacional’. La lucha de clases es internacional, aunque se exprese de manera particular en cada país o en cada nación. Pero, ‘la articulación práctica del Frente Mundial Antiimperialista’ es una cuestión más compleja.
Si observamos la realidad actual, podemos decir que ya hay, de una manera muy limitada, acuerdos antimperialistas que se forman alrededor de China y Rusia. Lo que en otro lugar de la Declaración se llama ‘frente multipolar’, aunque es muy heterogéneo, voluble y, más que probablemente, temporal. No es realmente una alianza, ni un frente, pero ante la situación internacional concreta, se niegan a apoyar a los ‘viejos’ países imperialistas e intentan liberarse de su dependencia con otro modelo de relaciones. Tengamos en cuenta que los gobiernos en la mayoría de esos países no cuestionan el capitalismo, tampoco Rusia, por tanto, no se cuestionan superar el imperialismo (el capitalismo de nuestros días), pues la única manera de hacerlo es con el socialismo. Lo que realmente cuestionan es la dominación del imperialismo de USA y de los principales países de la UE, su robo permanente, el impedimento de su desarrollo y la miseria y la muerte que han provocado; y buscan su independencia política, también Rusia, que hace una guerra defensiva en favor de su soberanía nacional. Esto hay que tenerlo presente para no tener excesivas ilusiones, aunque apoyemos su lucha, dirigida por la burguesía nacional, que debilita al imperialismo más peligroso en la actualidad.
Tampoco tenemos que ilusionarnos con que el llamado ‘frente multipolar’ pueda convertirse en un campo antimperialista y democrático como lo fue el generado tras la II Guerra Mundial. Éste se basaba en la URSS y lo que llamaban entonces, democracias populares y nuevas democracias (que después serían países socialistas), estaba apoyado por países democráticos (Indonesia, India, Egipto, …), y respaldado por el movimiento obrero y democrático y los partidos comunistas de todos los países[52]. Ahí está la clave: países socialistas, países democráticos y partidos comunistas (también en los países imperialistas) con influencia en el movimiento obrero y democrático. Este sería un modelo de verdadero frente antimperialista mundial, una coalición organizada cuyo fin es acabar con el imperialismo. Aunque en realidad no podemos comparar esquemáticamente aquella situación de auge antimperialista con dirección socialista, con la actualidad de lucha antimperialista contra la dominación del bloque de países imperialistas (dominado por USA) con destino indefinido, sin salirse del marco capitalista y sin influencia del movimiento comunista internacional.
Por la situación en la que nos movemos, quizás hoy fuese mejor no poner objetivos tan elevados a nivel internacional. A este nivel, la participación en los frentes o plataformas antimperialistas, por ejemplo, en la Plataforma Mundial Antimperialista que celebró recientemente su Conferencia en Caracas (en la que participó Unión Proletaria), que, aunque esté mayoritariamente compuesta por organizaciones comunistas marxista-leninistas, puede servir como medio de coordinación internacional.
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La Declaración continúa con un nuevo punto de tareas de los comunistas, veamos:
“5.- Debemos promover el estudio sistemático de la obra teórica marxista, por la formación política y teórica de las nuevas generaciones militantes que nos permita vencer en la batalla de ideas a la burguesía”.
Consideramos imprescindible la formación política y teórica para todos los comunistas, no solamente de las ‘nuevas generaciones de militantes’, sino de todos los militantes; no solamente de conceptos básicos, sino de la profundización en la cosmovisión marxista-leninista. La formación es fundamental, ya que, como todos sabemos, sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario. Esta cuestión tan importante nos permite a los comunistas saber cómo realizar la lucha de clases ideológica (‘la batalla de ideas’), pero no solamente esa, sino también cómo hacer la lucha política y cómo intervenir en la lucha económica, en definitiva, nos da las armas para la práctica revolucionaria.
Unión Proletaria siempre abogó y practicó la formación sistemática, y lo sigue haciendo (de los nuevos y los viejos militantes). Pero como decíamos antes, lo que procede es la formación en el marxismo-leninismo, porque para que la teoría sea teoría revolucionaria, no se puede desligar el marxismo del leninismo, pues este último es el marxismo de la actual época del imperialismo. También hay que tener en cuenta que no se puede hacer la formación marxista-leninista sin que con ella se deslinden campos con todo tipo de oportunismo (revisionismo de derecha e ‘izquierdismo’).
Lo que nos preocupa de esta propuesta es su carácter ambiguo al hablar del estudio ‘de la obra teórica marxista’ y no del estudio del marxismo-leninismo. Nos preocupa porque, en nuestra experiencia política, ya hemos vivido propuestas similares, en donde se excluía el leninismo o, por el contrario, se incluían muchos más apellidos, siempre con la intención de ‘colar’ teorías ‘originales’ y otras ‘corrientes marxistas’. Así se desvirtúa la teoría revolucionaria convirtiéndola en una teoría ecléctica.
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Termina la Declaración con un último punto dedicado a una nueva tarea de carácter internacional.
“6.- Cobra vital importancia dar pasos tangibles para edificar una Nueva Internacional Proletaria”.
Pensamos que más bien tendría que ser la edificación, o, mejor dicho, reconstitución de la Internacional Comunista y no de una ‘Nueva Internacional Proletaria’. Expuesto de esta manera, como nombre propio, parece que no quiere tener en cuenta la memoria histórica de la Internacional Comunista, todo lo que hay que recuperar del partido comunista mundial. Además, la negativa a incluir la palabra ‘comunista’, insinúa que en esa ‘Nueva Internacional Proletaria’ cabrían todas las corrientes políticas e ideológicas proletarias. Suponemos que no es la intención, pero creemos que hay que afinar más en la redacción de contenidos.
De todas formas, resulta un poco prematuro aventurar la urgencia actual de esa nueva Internacional. Ahora ya existen varios organismos internacionales de coordinación de partidos comunistas que se reclaman del marxismo-leninismo. Pero queda mucho por delante para avanzar hacia una organización comunista internacional. Los mejores y más efectivos ‘pasos tangibles’ que podemos dar los marxista-leninistas para alcanzar ese objetivo, son los que nos indican que debemos poner todos los esfuerzos en reconstruir el partido comunista en nuestro Estado (ya discutiríamos en este proceso la posibilidad de variantes nacionales).
Sólo a modo de recordatorio, pensemos que en 1920 se crearon dos partidos comunistas: primero, el Partido Comunista Español, con ciertas posiciones izquierdistas; y, después, el Partido Comunista Obrero Español, con ciertas posiciones centristas. La Internacional Comunista ‘obligó’, acertadamente, a que estos dos partidos se uniesen, y les ‘impuso’, acertadamente, un programa bolchevique para España, frente al ‘izquierdismo’ y el reformismo. Así nació el Partido Comunista de España en 1921. Para nuestro pesar, hoy no existe la ‘madre socialista’ que nos indique el camino, y desde entonces ha habido una larga historia de la que tenemos que aprender. Hoy tenemos la obligación de construir el partido de la clase obrera nosotros mismos. De momento, de aquellos tiempos de gestación del partido en nuestro Estado, podemos sacar dos enseñanzas básicas: 1. la necesidad perentoria de la unidad de los marxista-leninistas; y, 2. que la unidad en un solo partido se base en un programa y una táctica política bolchevique, frente al reformismo y al ‘izquierdismo’.
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Necesidad de una Táctica-Plan.
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La Declaración Política del Segundo Encuentro Internacionalista es una propuesta de unidad de acción. En este sentido hemos valorado positivamente el intento. Pero, a la vez, peca de tener, según nuestro criterio, una base teórica equivocada y, por tanto, una propuesta de tareas a trabajar en unidad de acción que no se apegan a las necesidades actuales de nuestro movimiento. Como decíamos en la introducción, la Declaración denota una confusión en las relaciones entre la economía y la política, la teoría y la práctica, el partido y las masas, lo espontáneo y lo consciente, la táctica y la estrategia, la democracia y el socialismo. Este conglomerado de confusiones conduce directamente a realizar una táctica economista y espontaneísta, con llamadas a la revolución: se renuncia a la táctica y la acción política; se glorifica el desarrollo espontáneo del movimiento obrero; se eclipsan, así, las carencias de los comunistas; y se obvia la necesidad del partido político de la clase obrera[53].
En Unión Proletaria creemos que los comunistas marxista-leninistas debemos iniciar un proceso de unidad de acción sobre la base de un plan, destinado a dos objetivos: 1. comenzar el trabajo de organización y educación política del proletariado; y, 2. comenzar los trabajos destinados a la unidad ideológica y política de los comunistas, que nos conduzca a la unidad orgánica. Creemos que estas dos cuestiones dan en el centro de gravedad político principal: la reconstitución del Partido Comunista en España. Pensamos que así se va forjando la independencia política de la clase obrera. Como vemos, a diferencia de la Declaración Política, a la que hemos hecho la crítica de más arriba, consideramos que la cuestión principal es la política, la acción política.
Con estas intenciones formulamos la proposición de unidad de acción que llamamos “Propuesta de Plataforma por la Unidad Obrera”[54]. Esta Plataforma de unidad de acción de los comunistas se basa en cuatro propuestas:
- Una Plataforma Reivindicativa que sea la base de la unidad de acción, con la que nos dirijamos conjuntamente a las masas obreras de manera planificada y que recoge las necesidades urgentes de las masas. Unas “reivindicaciones urgentes de mejora de las condiciones de la clase obrera que sirvan de acicate para proyectar mediante la propaganda los intereses generales del proletariado”. Consta de 10 puntos reivindicativos, con medidas económicas, medidas políticas y objetivo final.
- Agitación y propaganda de la Plataforma Reivindicativa, haciendo un trabajo conjunto para llevar las reivindicaciones a los centros de trabajo, centros de estudio, organizaciones obreras, barrios, movilizaciones, … Un objetivo sería organizar grupos conscientes de obreros en torno a la Plataforma y en torno al Socialismo.
- Orientar a los obreros hacia la movilización y la huelga. Además de hacer agitación y propaganda sobre las necesidades urgentes y los intereses generales, también es necesario hacerla sobre las formas de lucha para la acción colectiva de los obreros.
- Intervención electoral. Para llegar a la clase obrera y organizarla, debemos intervenir en todos los medios que nos permite el sistema, para conseguir la independencia política de la clase obrera. Ésta también necesita una alternativa de voto (ya que las masas aún creen en el carácter democrático del régimen político vigente y ya que sólo se educarán para la lucha por el socialismo a través de la lucha por los derechos democráticos). Debemos demostrar que “somos los únicos coherentes defensores de la democracia, pasando esa defensa por demostrar que el capitalismo, su Estado y sus instituciones solamente socavan la democracia, privan a la clase obrera de una participación real y menoscaban los derechos y libertades”.
La reconstitución del Partido Comunista es posible, es urgente y es necesaria. La unidad de acción y el debate ideológico y político abren el camino.
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NOTAS:
[1] Lenin: “Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática”. Obras Completas (OC), Ed. Progreso, 1984. Tomo 11, pág. 5.
[2] https://pcpe.es/llamamiento-a-la-unidad-de-accion-contra-el-capitalismo-y-las-guerras-imperialistas-de-la-otan-por-la-victoria-de-la-revolucion-socialista/ . Esta Declaración fue firmada por: Agora Galiza-Unidade Popular, Coordinación de Núcleos Comunistas, Herritar Batasuna, Partido Comunista de los Pueblos de España, Partido Comunista pola República Galega y, en ausencia, Crida Comunista y Nación Andaluza. No la firmamos: Forxa y Unión Proletaria, y Red Roja no acudió al Encuentro por las discrepancias.
[3] La declaración tenía un período de enmiendas que terminaba días antes del encuentro. Algunas enmiendas de algún grupo la mejoraban en parte, pero no entraron en plazo. En Unión Proletaria decidimos no presentar enmiendas ya que consideramos que las partes fundamentales del análisis eran erróneas y que conducían a unas tareas erróneas. Por eso, decidimos debatir el conjunto de la declaración en el Encuentro. Uno de los objetivos del encuentro, según se manifestó, era debatir la mentada declaración política.
[4] https://www.unionproletaria.com/propuesta-de-plataforma-para-la-unidad-obrera/
[5] https://www.unionproletaria.com/union-proletaria/programa/
[6] Sería injusto decir que en la actualidad no existen países socialistas. Con todas las contradicciones que puedan tener y con todas los retrocesos y deficiencias que cada uno pueda achacarles, China, R. P. de Corea, Cuba, Vietnam y Laos, aún son países socialistas. Pero la mayoría en la actualidad luchan por su soberanía nacional, y, China que es una gran potencia, no tiene una influencia importante en el proletariado internacional, al menos en los países occidentales, para avanzar en la lucha de clases revolucionaria, como sí la tuvo la URSS.
[7] Lenin: “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo”. OC., Ed. Progreso. Tomo 41, pág. 72.
[8] “La acumulación del capital”, buscar aquí: https://www.marxists.org/espanol/luxem/index.htm
[9] https://www.abertzalekomunista.net/es/biblioteca/internacionales/grossmann-henryk/2481-la-ley-de-la-acumulacion-y-del-derrumbe-del-sistema-capitalista
[10] Vamos a centrarnos en lo principal de la Declaración. En otro momento podremos hablar sobre las contratendencias, las crisis y la recuperación de la tasa de ganancia conquistando mercados o con las guerras y la destrucción de fuerzas productivas, etc. Sólo decir, de momento, que no son las contratendencias las que “marcan la historia del desarrollo capitalista”, sino sus contradicciones.
[11] Lenin: “Al proyecto de reelaboración del Programa”. OC, Ed. Progreso, Tomo 32, pág. 161.
[12] Marx: “El Capital”. Libro I, tomo III. Ed. Akal, pág. 258.
[13] Algunos opinan que en la etapa imperialista ya no existe la competencia porque fue sustituida por los monopolios. A esto mismo contestaba Lenin: “La característica fundamental del imperialismo, en términos generales no son los monopolios puros, sino los monopolios junto con el intercambio, el mercado, la competencia, las crisis”. (Lenin: “Consideraciones sobre las observaciones hechas por la Comisión de la VII Conferencia de toda Rusia del POSD(b)R”. OC, tomo 32, pág. 157).
[14] Marx: “El Capital”. Libro I, tomo III, pág. 258.
[15] Puede verse en su obra citada más arriba.
[16] “Los hombres hacen su propia historia, pero no lo hacen a su libre albedrío, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado”. (Marx: “El 18 de Brumario de Luis Bonaparte”. Obras escogidas de Marx y Engels. Ed. Progreso. Tomo I, pág. 408).
[17] “Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura del proletariado no es por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases”. Marx: “Carta a Joseph Weidemeyer (1852)”. O. Escogidas en 3 tomos, Ed. Progreso, tomo 1, pág. 542.
[18] “El modo de apropiación capitalista, nacido del modo capitalista de producción, y, por tanto, la propiedad privada capitalista, es la primera negación de la propiedad privada individual basada en el trabajo propio. Mas la producción capitalista engendra, con la necesidad de un proceso natural, su propia negación. Es la negación de la negación. Esta no restablece la propiedad privada, pero sí la propiedad individual sobre la base de los logros de la era capitalista: de la cooperación y de la posesión colectiva de la tierra y de los medios de producción producidos por el propio trabajo”. (Marx: “El Capital”. Ibídem).
[19] “… en fin de cuentas, todas las leyes económicas son la expresión de tendencias que se imponen progresivamente y se contrarrestan recíprocamente”. Engels: “Carta a Schmidt”. 1892. ‘Cartas sobre El Capital’. Ed. Política, pág. 385.
[20] Contrariamente a lo que expresa la Declaración, parece ser que el capitalismo sí era, y posiblemente lo sea en muchos lugares del mundo (tengamos en cuenta el desarrollo desigual), viable y necesario para que se puedan resolver los problemas de la humanidad con el socialismo. Recordemos que en la Rusia soviética se utilizó el capitalismo de Estado para desarrollar las fuerzas productivas, igual que en la actualidad en China.
[21] Engels: “Reseña del Primer Tomo de El Capital de Carlos Marx para el ‘Demokratischer Wochenblatt’”. Obras Escogidas de Marx y Engels. Ed. Progreso, tomo II, págs. 158-159.
[22] Si no conocemos las leyes de la naturaleza seremos ‘esclavos de la necesidad’, al conocerlas permite a la clase obrera “actuar sistemáticamente” sobre ellas “en vista de ciertos fines determinados”. Ver Engels: “Anti-Dürhing”, ‘Libertad y necesidad’.
[23] “Esta conocida frase de Marx no debe interpretarse en el sentido de que toda lucha de los obreros contra los patronos es siempre una lucha política. Hay que interpretarla en el sentido de que la lucha de los obreros contra los capitalistas necesariamente se convierte en lucha política, a medida que se convierte en lucha de clases”. (Lenin: “Nuestra tarea inmediata”. OC, tomo 4, pág. 200).
[24] Lenin: “Consideraciones sobre las observaciones…”. Tomo 32, pág. 157.
[25] Lenin: “Al proyecto de reelaboración del programa”. OC, Tomo 32, pág. 163.
[26] Lenin: “Consideraciones sobre…”, pág. 158.
[27] Se pueden encontrar los textos completos aquí: https://www.unionproletaria.com/biblioteca-m-l/
[28] Mao: “Sobre la contradicción”. En ‘Cuatro tesis filosóficas’. Ed. Anagrama, págs. 31-32 y 30.
[29] Ídem, pág. 32.
[30] “Carta de Engels a Kautsky” (1882). Mencionada por Lenin en “El imperialismo, fase superior del capitalismo”. OC, tomo 27, pág. 427.
[31] Ver, Lenin: “La caricatura del marxismo y el economismo imperialista”. OC, tomo 30.
[32] Lenin: “La revolución socialista y el derecho de las naciones a la autodeterminación”. OC, tomo 27, pág. 265.
[33] ¿Entrarían China y Cuba, que fueron los primeros en poner restricciones a los derechos y libertades, también en este laboratorio global? ¿China y Cuba también están dominados por los planificadores del laboratorio global?
[34] Palabras de Kautsky mencionadas por Lenin en “El imperialismo, fase superior del capitalismo”. OC, tomo 27, pág. 437.
[35] Ibidem. Pág. 439.
[36] Tal vez por eso se apela a la ‘teoría del derrumbe’ y se confía en ella.
[37] Con Estados Unidos armando a Pakistán y Francia y Gran Bretaña (también la URSS) apoyando a la India.
[38] Francia y Bélgica armaron y apoyaron al gobierno hutu de Ruanda, mientras Estados Unidos armaba y apoyaba a los tutsis a través de Uganda.
[39] Casi un ‘todos contra todos’ por robar el coltán, los diamantes y todas las inmensas riquezas naturales de ese país. Ahí estuvieron implicados Estados Unidos, Francia, Bélgica, Alemania, Suecia,… y los monopolios de cada país, y cada uno de ellos financiando a guerrillas distintas, con acuerdos también parciales.
[40] Lenin: “Sobre la caricatura del marxismo y el ‘economismo imperialista’”. OC, tomo 30, pág. 91.
[41] https://www.unionproletaria.com/la-posicion-de-los-comunistas-ucranianos-y-rusos-sobre-el-conflicto-militar-entre-sus-paises/
[42] https://www.unionproletaria.com/la-teoria-moderna-del-imperialismo-y-la-escision-del-movimiento-comunista/
[43] “Los capitalistas no se reparten el mundo, llevados de una particular perversidad, sino porque el grado de concentración a que se ha llegado les obliga a seguir este camino para obtener beneficios”. Lenin: “El imperialismo, fase superior del capitalismo”. OC, tomo 27, pág. 391.
[44] Ver nota 18.
[45] https://www.unionproletaria.com/propuesta-de-plataforma-para-la-unidad-obrera/
[46] Se refiere a Jules Favre, republicano burgués, y a Félix Pyat, demócrata pequeño burgués.
[47] Engels: “Sobre la acción política de la clase obrera”. O. Escogidas, tomo II, págs. 260-261.
[48] Lenin: “Respuesta a Kievski”. OC, tomo 30, págs. 76-77.
[49] Lenin: “Cuadernos sobre el imperialismo”. OC, tomo 28, págs. 271-272.
[50] “Los treinta y tres blanquistas son comunistas porque se figuran que, desde el momento en que su deseo es saltarse las paradas intermedias y los compromisos, la cosa está hecha, y que, si ‘comienza’ esos días, de lo que están segurísimos, y si toman el poder en sus manos, pasado mañana ‘será instaurado el comunismo’”. (Engels: “El programa de los emigrados blanquistas de la Comuna”. O. Esc., tomo II, pág. 406).
[51] “No basta con aludir a la revolución, como lo hace el Manifiesto de Zimmerwald, diciendo que los obreros deben hacer sacrificios por su propia causa y no por una causa ajena. Es necesario indicar a las masas clara y exactamente su camino. Es necesario que las masas sepan a dónde ir y para qué”. (Lenin: “Proposición del Comité Central del POSDR”, OC, tomo 27, pág. 303).
[52] Ver, A. Zhdanov: “Sobre la situación internacional” (Informe a la Iª Conferencia de la Kominform). Editado por la AAHS, pág. 11.
[53] Esta actitud espontaneísta persiste en alguno de los firmantes de la Declaración en relación con la lucha obrera actual en Francia alabando la espontaneidad y hablando de la AIT, de La Comuna, etc., sin hacer ni una sola mención a la necesidad del Partido Comunista como educador y organizador del proletariado.
[54] https://www.unionproletaria.com/propuesta-de-plataforma-para-la-unidad-obrera/