El pasado 17 de Marzo del presente año, se celebró en Madrid la Charla-debate titulada «Conflictos imperialistas. ¿Cuán debería ser la posición comunista?», organizada por Iniciativa Comunista y Unión Proletaria. Reproducimos la ponencia presentada por M. A. Villalón en nombre de Unión Proletaria.

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LA POSICIÓN DE LOS COMUNISTAS FRENTE A LOS CONFLICTOS IMPERIALISTAS

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Buenas tardes, camaradas. Os traigo el saludo de Unión Proletaria.

Voy a tratar de clarificar desde nuestro punto de vista cuál debe ser la posición proletaria-comunista ante el conflicto en Ucrania (ante los conflictos internacionales en general), particularmente en un país imperialista como España. Supongo que conocéis suficientemente los antecedentes y las causas de este conflicto; si fuera necesario, los recordaremos en el debate posterior.

Las demás clases y partidos ya han tomado posición:

1º) la mayoría de la población, como suele ocurrir en una situación no revolucionaria, asume el relato de las autoridades, sobre todo cuando hay consenso entre ellas como es el caso ahora: Rusia ha invadido Ucrania de manera injustificada y la OTAN nos protege de ella.

2º) los pacifistas en abstracto y la mayoría de los obreros con cierta conciencia de clase desconfían de los imperialistas de la OTAN, pero también consideran que la Rusia capitalista es imperialista y que ha invadido Ucrania por motivos imperialistas.

Esta segunda posición incluye a muchos partidos comunistas en el mundo. En respuesta a ella, me vais a permitir que os lea una de esas citas de Lenin que no se puede sacar de contexto porque expone la cuestión desde el punto de vista de los principios generales:

“Es necesario explicar qué es una anexión, y por qué y cómo deben luchar los socialistas contra las anexiones. No se debe considerar como anexión toda incorporación de territorio ‘ajeno’, porque, en general, los socialistas están a favor de la eliminación de fronteras entre las naciones y de la formación de Estados más grandes; ni toda violación del status quo puede considerarse como una anexión, pues sería archirreaccionario y una burla de los conceptos básicos de la ciencia histórica; ni puede llamarse anexión a cualquier incorporación de territorio por medios militares, pues los socialistas no pueden repudiar la violencia y las guerras en beneficio de la mayoría de la población. Se debe considerar anexión sólo la incorporación de un territorio contra la voluntad de su población; en otras palabras, el concepto de anexión está indisolublemente vinculado al concepto de autodeterminación de las naciones”. (Lenin: «Proposición del comité central del POSDR», 1916. OC, Progreso, tomó 27, página 301).

Si queréis, durante el debate, podemos ejercitarnos a aplicar este criterio de Lenin a la actual guerra en Ucrania.

La mayoría de los partidos comunistas, sobre todo del Occidente imperialista, no considera que Rusia sea imperialista, pero no se atreve a apoyarla para no perjudicar su relación con las masas. Esto demuestra que no les han explicado toda la verdad de cómo funciona la sociedad en que vivimos: no les han explicado el vínculo entre los oportunistas que las traicionan a diario y la explotación de la mayoría de los países por unos pocos; no les han explicado que debemos apoyar a todo aquél que combata este yugo imperialista, no sólo por simpatía, sino porque es ese mismo yugo el que nos mantiene esclavos. Esos partidos no se han comportado como revolucionarios, sino como centristas. ¿Qué significa esto? Que han hecho bien en intentar la unidad de acción con las organizaciones de masas reformistas, pero han hecho mal en hacerlo a costa de ocultar la cuestión esencial de la opresión imperialista de nuestros países sobre los demás.

También hay una minoría de comunistas que peca, no de centrismo, sino de lo contrario: de “izquierdismo”. Toman la parte por el todo; exageran ciertas verdades particulares en detrimento de la verdad concreta (en el debate, podremos esclarecer la diferencia entre lo particular y lo concreto). Es el mismo proceder de todos los que obstaculizan la necesaria unidad obrera y popular por una idea falsa, por un dogma. Actualmente, su mayor exponente internacional es el KKE con su teoría de la “pirámide imperialista”. Esta teoría toma de Lenin algunas de sus ideas más importantes sobre el imperialismo y las traslada al desarrollo capitalista actual, pero desechando otras igualmente importantes. Así, partiendo de que el imperialismo es la fase superior del capitalismo y de que se caracteriza por 5 rasgos, llega a la conclusión de que todos los Estados capitalistas se han convertido en imperialistas, unos más fuertes y otros más débiles, y que debemos combatirlos por igual. En esta nueva concepción del imperialismo, desaparece la distinción entre países opresores y oprimidos, así como el soborno a la aristocracia obrera en los primeros como consecuencia de esta relación de dominación. Abogan por un salto mortal del imperialismo al socialismo proletario, despreciando la lucha democrática de otros sectores sociales y naciones oprimidos. Les sobra el último capítulo de El Manifiesto Comunista, precisamente el que nos dice cómo ponerlo en práctica. En definitiva, es un izquierdismo entre comillas porque es tan útil al imperialismo como el revisionismo de derecha o reformismo.

Finalmente, los comunistas estamos expuestos a un último peligro, que también toma la parte por el todo, pero esta vez igualando la resistencia al imperialismo con la supresión del imperialismo. Es el peligro de esperar pasivamente a que otro nos traiga un idílico mundo multipolar casi socialista o, al menos, de respeto a la opción política de cada pueblo. La hipotética victoria de Rusia, China y del Sur Global sobre el actual sistema imperialista internacional no va a sustituir por sí sola el capitalismo por el socialismo. Y el capitalismo, a estas alturas del desarrollo de las fuerzas productivas, tiende a ser monopolista, con lo que eso entraña de dominación y violencia reaccionaria. Hasta ahora, casi únicamente hemos conocido el imperialismo de las viejas potencias coloniales: de sus conflagraciones primero y de su sistema internacional en el último período. Pero esto no quiere decir que no pueda formarse otro sobre sus cenizas. Si queremos acabar del todo con el imperialismo, hay que desarrollar la lucha de clase del proletariado por la revolución socialista en todos los países. Y tendremos en contra al mundo burgués, por muy multipolar que sea.

Terminaré esta intervención con una conclusión práctica: para conseguir la emancipación social de los trabajadores, tenemos que apoyar toda lucha que debilite al sistema imperialista actual, el único que existe y que ejerce como tal; el que está organizado alrededor de EE.UU. Por tanto, hay que apoyar su derrocamiento por parte de Rusia, China y otros países oprimidos. En la actualidad, debido a la persistente crisis que provocó el revisionismo en el movimiento obrero y comunista, la mayor fuerza antiimperialista es ese movimiento de liberación nacional. Aunque sus éxitos no pueden erradicar definitivamente el imperialismo (a no ser que conlleven una revitalización revolucionaria del movimiento obrero), lo debilitan abriendo una ventana de oportunidad para que lo consigamos. La solidaridad con este movimiento de liberación nacional habrá de ser uno de los aspectos -junto a otros- del programa y de la táctica de la fuerza proletaria que debemos reunir para concentrar todas las luchas populares en la conquista del socialismo. Acordemos pronto este plan de unificación y llevémoslo a la práctica paso a paso, sistemáticamente. Esto es lo prioritario: reconstituir el Partido Comunista.

Gracias por vuestra atención y, ahora, ¡a debatir!