(Georges Gastaud, Secretario Nacional del Polo de Renacimiento Comunista en Francia).
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Respondiendo a la mentira sobre la “imposibilidad de un aumento general de los salarios”
1 de junio de 2022 – Los «economistas» de Estado y los editorialistas pro-MEDEF [patronal francesa, ndlr] se afanan en explicar que es necesario, por supuesto, retrasar tres años la edad de jubilación y reducir las prestaciones de desempleo -en definitiva, golpear sin cesar el mundo del trabajo-, pero que, por otro lado, aumentar de forma global los pequeños y medianos salarios sería hundir a Francia y desencadenar el «ciclo infernal de la inflación»… Además, el Estado no tiene medios, nos dicen, para «torcer el brazo» a los empresarios ya que «el carbonero es dueño de su casa»…
Todo esto es una mentira interesada en beneficio exclusivo de los capitalistas. Esto, en el mismo momento en que empujados por la crisis sistémica del capitalismo y su guerra imperialista en Ucrania, la inflación supera muy oficialmente el 5% en este mes de mayo de 2022.
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La prueba de Mayo del 68: +35% para el Salario Mínimo Interprofesional, +10% para todos los salarios
En primer lugar, recordemos un hecho histórico que mi generación vivió en 1968: Mientras el entonces ministro de Finanzas, Giscard d’Estaing, ya explicaba que había que comprimir los salarios para preservar la economía, los asalariados indóciles de la época se declararon en huelga masivamente, convocados por el PCF y la entonces clasista CGT; Pompidou y la gran patronal, temiendo perder el poder, aceptaron entonces aumentos salariales masivos, y no sólo no se hundió la economía, sino que Francia experimentó la mayor expansión de la posguerra. Por supuesto, los empresarios trataron de compensarlo subiendo los precios, pero los trabajadores de la época no dejaban de reivindicar, de modo que la secuencia posterior a mayo del 68 condujo sobre todo a un período de intensas luchas por el progreso social, con el movimiento obrero a la ofensiva y el capital parando los golpes…
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Salarios, precios… y ganancias
Porque hay una gran mentira en la idea de que el aumento de los salarios llevaría necesariamente a un aumento de los precios. Esto es olvidar la plusvalía del capital, la base de la explotación capitalista. En realidad, es posible que los salarios suban y no los precios. Lo único que hace falta es que la patronal pague realmente este aumento salarial, no repercutiéndolo en sus clientes, es decir, en última instancia en los asalariados, sino reduciendo sus beneficios y otros dividendos. Y en los tiempos que corren, es incluso una simple cuestión de recuperación salarial urgente, ya que los salarios se han estancado mientras los beneficios se han disparado, por no hablar del valor medio del CAC 40 [el equivalente francés del IBEX 35] y de las acciones en general.
En 2021, los beneficios siguieron aumentando considerablemente. Los beneficios combinados de las 40 principales empresas del mercado bursátil parisino (CAC40) superaron los 137.000 millones de euros y estas empresas pagaron 70.000 millones de euros en dividendos o recompra de acciones, lo que supone un aumento del 15% respecto al récord anterior de 2007 (57.000 millones de euros). Unos beneficios que se vieron aún más inflados por las ayudas públicas pagadas en 2020 en el marco de la covid-19 al gran grupo, pero también por el apoyo proporcionado por la financiación directa del BCE. En el mismo año 2021, los salarios apenas han variado (+1,4% según el INSEE). La inflación oficial fue el doble, el 2,8%.
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Dos sencillas medidas para obligar a los empresarios a no trasladar los aumentos salariales a los precios
Básicamente, bastaría con
a) congelar los precios de los productos básicos,
b) restablecer la escala móvil de salarios y precios tal y como existía hasta 1983, antes de que Mitterrand y Delors, Ministro de Finanzas y futuro Presidente de la Comisión Europea, ayudados en este sucio trabajo por el Ministro «comunista» de la Función Pública, Anicet Le Pors, suprimieran la indexación de los salarios sobre los precios. Todo ello en nombre del «franco fuerte» y de la próxima introducción de la moneda única europea vinculada al marco alemán…
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«Carbonero es dueño en su casa”… a menos que se le nacionalice
En cuanto al argumento de que el Estado no tiene capacidad de intervención en el sector privado, es una triple mentira.
En primer lugar, el Estado, al servicio de la patronal, ha sido el primero en bloquear los salarios de los trabajadores de los servicios públicos desde… 2008, marcando así la pauta de todas las negociaciones salariales, incluso en el sector privado. También se trata, para nuestros sucesivos gobernantes maastrichtianos, Sarkozy, Hollande y Macron, de estabilizar la vinculación del franco con el marco alemán, en definitiva, de preservar a toda costa el euro, la clave europea de la globalización capitalista.
Luego, son los sucesivos gobiernos maastrichtianos que no han parado de privatizar, de nuevo para obedecer los tratados europeos. Se nos dice que es el sector privado el que decide. Pero, ¿quién decide lo que es privado y lo que no, si no es el Estado? Que el movimiento obrero vuelva a imponer, como en 1937 o 1945, una oleada de nacionalizaciones e incluso exija que se nacionalice, sin indemnización para los grandes accionistas, atiborrados de subvenciones públicas dispensadas sin control, y veremos si la patronal no colabora, como se vio obligada a hacer en 1945 cuando todavía existía en Francia un PCF marxista-leninista y una CGT de clase… ¡Y cuando nuestra clase obrera roja no temía blandir la consigna de la dictadura del proletariado que llevaban los militantes francamente comunistas de la época!
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En realidad, no se puede avanzar en las reivindicaciones salariales y de otro tipo si se teme:
a) arremeter frontalmente contra la UE y el euro, dispositivos diseñados de cabo a rabo para aplastar a los trabajadores y dopar la explotación capitalista,
b) desafiar la propiedad capitalista de los medios de producción y el poder estatal del gran capital
c) cuestionar la OTAN y la política belicista del imperialismo euroatlántico y su vasallo francés: les sobra dinero para mantener la guerra en Ucrania, pero se quejan de miseria cuando se trata de permitir a los trabajadores ganarse la vida honradamente o tener acceso a las urgencias hospitalarias en condiciones dignas…
d) trabajar a favor de la lucha conjunta y simultánea de los trabajadores por los salarios, las pensiones, los servicios públicos, la producción en Francia. Para ello, será necesario sacudirse el liderazgo de las direcciones sindicales euroformateadas que permanecen a la expectativa mientras los trabajadores van con la lengua fuera, los ricos se atiborran y la OTAN y la UE coaligadas marchan hacia una conflagración mundial con Rusia… Es cierto que las actuales direcciones confederales no tienen otra preocupación que la de cuidar el falso diálogo social de Elisabeth Borne, complacer a la Confederación Europea de Sindicatos y arrimarse a la dirección superamarilla de la CFDT [sindicato conciliador con la patronal]…
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Grandes y pequeños patronos
No sólo los grandes empresarios explotan mucho, sino que se oye que muchas pequeñas y medianas empresas no pueden permitirse aumentar los salarios de forma significativa. Pero, en primer lugar, no hay ninguna razón para que los trabajadores soporten solos la carga de la inflación. Si los precios aumentan y los salarios no lo hacen, la diferencia tiene que ir al bolsillo de alguien… En segundo lugar, corresponde a los empresarios, grandes, medianos y pequeños, crear un mecanismo de equiparación que permita aumentar los salarios sin arruinar a los pequeños empresarios en beneficio de los grandes. Si el MEDEF, protector en realidad de la CAC 40, no quiere este mecanismo de equiparación, le corresponde al Estado imponerlo; y si el Estado (burgués) no quiere imponerlo, le corresponde a los trabajadores imponerlo al Estado, incluso sustituir a este Estado por SU Estado al servicio de la población trabajadora.
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¿Es la guerra de Ucrania la culpable?
Es muy falso acusar a la guerra en Ucrania de ser la causa exclusiva de la actual inflación de precios, porque esta inflación había comenzado mucho antes del 24 de febrero. Además, cómo no ver que la triplicación del precio medio del trigo en el mercado mundial está ligada sobre todo a la especulación con las materias primas: de hecho, la vergonzosa sobreinflación del precio del trigo se aplica obviamente al trigo cosechado en el verano de 2021, mucho antes de la guerra abierta en Ucrania… Y suponiendo que la guerra actual tenga un papel inflacionista, esto significa que la acción por el poder adquisitivo debe estar urgentemente ligada a la exigencia de negociación y desescalada, y no a la furia bélica rusófoba de Macron, Le Maire, Sandrine Rousseau, y otros miembros del «New PS» que incluso adelantan a Macron por la derecha llamando irresponsablemente a «humillar a Putin»…
En definitiva, la clave de la subida generalizada de salarios y pensiones no es confiar en las medidas absurdas de Macron y en el falso sindicalismo pactista, sino que es construir la correlación de fuerzas «desde abajo», sin confiar en ningún charlatán, es trabajar a la vez por la República social, por la independencia nacional y por la defensa de la paz mundial.
Sin perder de vista la necesidad del socialismo para Francia y de la paz para el mundo.
¡Es urgente!