Durante la crisis económica que empezó en 2008, las desigualdades sociales aumentaron escandalosamente en nuestro país. Cientos de miles de obreros cayeron en la pobreza y un porcentaje creciente de miembros de las capas intermedias y de la pequeña burguesía se proletarizaron. Por el contrario, la gran burguesía y la oligarquía financiera, los más ricos, aumentaron sus rentas y su riqueza.

La pandemia que vivimos actualmente no está afectando a todos por igual, pues los ricos españoles han visto aumentado el valor de su riqueza en miles de millones de euros. Mientras tanto, el 90% de la población, los trabajadores en general, cada vez son más pobres. Un breve consuelo es que el gobierno de coalición pone sobre la mesa medidas paliativas y alguna democratizadora, a pesar de las quejas de la derecha, para contener la depauperización absoluta de los trabajadores. No podemos pedir más que esto a unos gobernantes que quieren salir de la pandemia conciliando intereses antagónicos. Pero ese es el carácter de la pequeña burguesía, a la que en la actualidad le siguen buena parte de las masas trabajadoras, hoy  individualizadas, desorganizadas y con falta de conciencia de clase.

Pero, no sería acertado culpabilizar solamente a los reformistas de la desideologización y la desorganización de las masas; no sería acertado culparles de no querer afrontar una lucha social encaminada hacia la revolución, cuando ellos no creen en ella, sino en el sistema y en las reformas para humanizarlo. Buscar los caminos para la revolución nos corresponde a los comunistas, por eso debemos mirarnos para adentro, dentro de nuestro cerebro (nuestra ideología) y dentro de nuestras casas (nuestras organizaciones) para encontrar respuestas, porque la lucha contra la burguesía y su política, y la lucha contra la política pequeño burguesa, tiene una necesidad primaria: la construcción del partido político de la clase obrera, ligado a las masas y con una estrategia firme y una táctica flexible.

Las desigualdades sociales aumentan aceleradamente y no somos capaces de contrarrestar esta situación. Las masas obreras están inmersas en la confusión y en la desunión. Quienes tendrían que ser la cabeza de la clase obrera, también tienen un alto grado de confusión y desunión. Sin la clase obrera organizada políticamente es imposible afrontar una lucha de clases consciente que pueda contrarrestar las desigualdades sociales que genera el capitalismo.

En esta misma fecha, 7 de noviembre, hace algo más de 100 años, la Revolución de Octubre invirtió en Rusia y también en el resto del mundo las tendencias nefastas que llevaban a la derrota al movimiento obrero revolucionario. Pero no surgió de la nada, sino del aprendizaje de la experiencia de anteriores derrotas, que enseñaron a organizar el instrumento de la victoria: el Partido Marxista-Leninista. Hoy también es necesario aprender de la historia.

El Partido revolucionario comenzó a construirse clarificando los fundamentos ideológicos sobre la base de la lucha política y difundiendo el marxismo entre la clase obrera. La construcción del Partido se generó en la lucha contra las tendencias populistas radicales, sectarios, reformistas y espontaneístas. La lucha siempre tenía el objetivo de la unidad de la clase obrera y la unidad, entonces, de los socialdemócratas, sobre la base del marxismo revolucionario. Lenin y los bolcheviques lo intentaron, primero, desde la prensa unitaria Rabóchaia Gazeta; después, como la división impedía la labor de ésta, mediante iniciativa de los más clarividentes -los iskristas o leninistas- hasta poner en pie una prensa que unió a las masas obreras: «Pravda».

Los bolcheviques consiguieron la unidad de la clase alrededor de su Partido y esto condujo a la Revolución Socialista. Hoy tenemos que reanudar el camino casi desde el principio, pero pertrechados con el rico bagaje de toda la experiencia histórica del movimiento comunista internacional, con sus éxitos y derrotas. Hoy, inauguramos nueva página web, con el ánimo de ayudar a reconstituir el Partido Comunista en España. Damos un paso en el camino, modestamente, pero con el mismo espíritu de «Luchar para unir. Unir para vencer».