Por Gavroche.
La derecha gana, como ya era el caso desde los años 80 y su política, que sirve a los intereses de los monopolios financieros capitalistas, continuará empobreciendo a la mayoría y despoblando la región.
La suma de electores de derechas baja un poco en cifras absolutas con respecto a las anteriores elecciones autonómicas de 2019. Pero, como la abstención fue un 7% mayor, esa suma de derechas sube 1,5 puntos porcentuales. Son poco más que los resultados que obtuvo en anteriores elecciones, pero repartidos de otra manera.
Lo primero a tener en cuenta es que hace 10 años, la derecha dejó de estar unificada en torno al PP y salió a la palestra dividida, sin que esta división le restara votos. Lo segundo es que, al calor del flujo de luchas obreras y populares de hace 10 años, parece que se abría hacia la moderación y la modernidad «liberal» de Ciudadanos. Pero, al mismo tiempo, esta opción cultivaba el nacionalismo español frente al pulso del movimiento de liberación nacional en Cataluña. Ahora, se derrumba el aspecto moderado de la división de la derecha y el ariete del nacionalismo español abre la puerta a una derecha abiertamente reaccionaria en todos los campos.
Se ve la misma tendencia que en Portugal a la radicalización de la derecha, sin que esto signifique todavía un trasvase de votos de la izquierda a la derecha, pero sin que la división le reste votos.
La causa de esta radicalización está en la baja de la cuota general de ganancia del bloque occidental, el ascenso de la competencia de China en los mercados internacionales, la resistencia eficaz de Rusia y otros países, etc. En definitiva, viene acompañado de tambores de guerra imperialista aderezados de fascismo.
Por el lado izquierdo, está el natural desgaste de estar en el gobierno gracias a los trabajadores más conscientes de sus intereses de clase y, sin embargo, plegarse a los intereses de los capitalistas y, por tanto, no satisfacer las necesidades generales de la mayoría. La suma de votos a la izquierda baja en 150.000 y en 7 puntos porcentuales. El PSOE pierde casi el 25% de sus votantes, pero Unidas Podemos pierde casi el 40% de sus votantes.
Parece que buena parte de esos votos se pierden en favor de la abstención y de opciones localistas que duplican sus resultados.
Unidas Podemos promueve cambios progresistas desde el gobierno central, que sólo entran en vigor cuando ya han sido muy rebajados por la presión de los capitalistas y el rodillo del PSOE. Así, llegan mal y tarde a los trabajadores. Además, los medios de comunicación que están todos en manos de los capitalistas distraen la atención hacia mentiras o medias verdades contra la izquierda. Ésta y su base trabajadora carecen de medios propios y de organización de masas que compense esta situación. Están atomizados y a merced de sus explotadores.
Esta situación sólo puede revertirse con conciencia y voluntad, así como convocando a las masas a sustituir su dependencia de la ideología enemiga por su propia acción. La democracia pequeñoburguesa como Unidas Podemos no lo va a hacer porque, por su situación y carácter de clase, carece de esta conciencia, no confía en las masas obreras, se deja ablandar por la seducción del enemigo y teme demasiado la violencia de éste y la lucha decidida contra él. Sólo la unidad y el desarrollo de las fuerzas obreras y revolucionarias puede cambiar la correlación de fuerzas sociales. Pero, para esto, habrá que desarrollar también la conciencia de lo perjudicial del sectarismo que las divide. Y esto, no sólo de manera negativa o crítica, sino positiva: delimitando una línea política proletaria que sea de masas y revolucionaria (que deje de intentar ser lo uno sin lo otro, o lo otro sin lo uno).
Gavroche